12 millones de televidentes
franceses, esperaron la noche del pasado jueves 24 de abril
la confirmación de que al cumplir Sarkozy un año en el
poder, el candidato “Sarko” le habría dejado definitivamente
su puesto al presidente Nicolas Sarkozy.
A través de una impecable emisión, en vivo, desde el salón
de festejos del palacio del Elíseo, una hora cuarenta
minutos de duración, con cinco periodistas al mejor estilo
francés, es decir, comunicadores que dejan al presidente
hablar larga e impunemente, sin que se le repregunte, ni
ante las afirmaciones las más dudosas, el presidente galo
intentó detener su caída en los sondeos, los cuales indican
que 72% de los franceses están descontentos de su acción de
gobierno.
¿De su acción o de su estilo? Sin duda que de ambos, por lo
que era urgente enseriarse.
Desde el mismo día en que Sarkozy ganó las elecciones
comenzó su proceso de alejamiento de sus electores, 12 meses
mas tarde, busca acercarse a ellos evocando el peso y la
dignidad del puesto que ocupa. Mediante un examen televisivo
honesto, mas no brillante, Sarkozy, trató de explicar que
las 55 grandes reformas que su gobierno pretende llevar
adelante, tienen coherencia y las mismas constituyen el
centro de gravedad de su quinquenio.
El gran agitador reformista, el
Sarkozy que todos conocen, decidió que había llegado el
momento de admitir su impopularidad para que las reformas
propuestas terminen siendo aprobadas, situación ésta poco
confortable, que Sarkozy pareciera dispuesto a asumir. No
obstante, que su talento mediático está intacto, los
resultados de su gestión están aún por verse.
El candidato Sarkozy prometió en
la pasada campaña electoral, reformar al Estado francés,
poniéndose metas, algunas de ellas, casi imposible de
alcanzar y en ese punto Sarkozy puede que haya cometido un
grave error político, sus predecesores, sin excepción
fracasaron en sus respectivos empeños reformistas. Ante lo
que se le viene encima, Sarkozy, se mostró desde ya
autocrítico, otra novedad de estilo, pero los periodistas
galos, guardaron silencio, y no se atrevieron, dado que el
presidente reconocía haber cometidos errores, a preguntarle
de cuales errores se trataba.
Más allá de un cambio de estilo,
se espera que Sarkozy sea capaz de cambiar el curso de las
tendencias de momento desfavorables en cuanto a la situación
social de los franceses. La coyuntura económica
internacional tiene mucho que ver en el asunto, por lo que
Sarkozy apareció delante de las cámaras más persuasivo en
política internacional que en política económica.
De igual forma, la mutación en cuanto al estilo
presidencial, quedo reflejada cuando Sarkozy se esforzó en
mostrar la complejidad de las decisiones que debe tomar,
para hacer que Francia recupere su posición dentro del
selecto grupo de grandes Estados modernos. Pareciera que
Sarkozy aprendió en su primer año de mandato, la necesaria
distancia que debe guardar respecto a él mismo, sin por
ello, alejarse de las preocupaciones de sus gobernados.
Mientras que de forma sobria, casi pudorosa, ha sabido pasar
la página en cuanto a la exposición de su vida privada.
Por lo pronto, la impresión que dejó Sarkozy al tratar 55
temas al mismo tiempo, es que se seguirá exponiendo en todos
los frentes, como lo haría un Primer Ministro.