Algunas
grandes naciones europeas se han visto rebasadas par la
incontenible ola de la mundialización. Italia, estaría a
punto de ahogarse ante dicha ola. Sus universidades han
perdido el brillo de antaño, los investigadores italianos
sufren de estagnación, la innovación es algo del pasado, la
tasa de fecundidad es tan baja que Italia envejece a toda
velocidad, sin que se renueven sus generaciones. Todo ello
forma parte, de una lista mucho más extensa, de razones por
las cuales en la reciente campaña electoral italiana,
Berlusconi se presentó como un político en apariencia
cambiado.
Si bien, Berlusconi, sigue valiéndose de su plástica como
arma de seducción; dientes que brillan de tanta blancura,
implantes capilares, rostro esculpido por cirujanos
plásticos sin duda egresados de una suerte de champions
league, el popular “cavalieri” hizo una campaña menos
populista que de costumbre, se cuidó de hacer promesas tan
variadas como imposibles. En fin, el voluntarista Berlusconi
del pasado, se mostró menos provocador y más unificador.
Nacido hace 15 años, a raíz de una de las tantas crisis
políticas italianas, el berlusconismo ha sobrevivido en una
nación crónicamente inestable y desesperada en la búsqueda
constante de un equilibrio político e institucional, que
garantice a la vez, el hilo democrático y la eficacia
administrativa.
En esta primavera del 2008, Berlusconi, se ha ido al extremo
inimaginable de anunciarle a los italianos que vienen
tiempos de “sacrificio” y sus gobernados saben que en ésta
ocasión Berlusconi dice la verdad. Desde hace varios años en
Italia que tanto gobiernos de derecha como de izquierda,
vienen aplicando políticas de gran rigor financiero, para
estas elecciones, los electores italianos, no buscaban
decidir entre dos tipos de sociedad, sino que – como los
franceses en el 2002 – escogieron al candidato que les habló
de “seguridad”.
No obstante la confianza que vehiculó el discurso de
Berlusconi, la imagen también tuvo un peso fundamental. A
pesar de sus 71 años, Berlusconi, logró transmitir un perfil
mucho mas dinámico que el de su rival socialista de apenas
52 años, Walter Veltroni. En fin, la plástica tuvo mucho que
ver en el resultado de las últimas elecciones italianas,
pero seria muy simplista dejar nuestro comentario de este
tamaño.
El botox de Berlusconi, es apenas un detalle; ya que una de
las principales razones de su victoria está en el desastroso
balance de la gestión del gobierno de Prodi y de su
heteróclita coalición de centro izquierda. Para el valeroso
y cortés, Walter Veltroni, en su rol de líder de la
izquierda italiana, la herencia de Prodi representaba una
carga demasiado pesada. Sin embargo, Veltroni, aún saliendo
perdedor ha ganado su apuesta, la cual consistía, en
deshacerse de las coaliciones que llevaron a la tumba al
gobierno de Prodi, al tiempo que marginalizó por completo a
la extrema izquierda. En el horizonte político italiano
pareciera dibujarse un naciente bipartidismo, paisaje que
forzosamente evoca una perspectiva saludable.
Pero para ello, Berlusconi, de su parte tendrá que
demostrarle a su pueblo que realmente ha cambiado, al
prometer sacrificios en lugar de sueños, el populista que
sin duda aún habita dentro de Berlusconi, estaría por lograr
el milagro de reconciliar a los italianos con la política.
Como quiera que sea, la bipolarización de la vida política
italiana está dando sus primeros pasos, mientras que sus
vecinos europeos, aun no olvidan los maltratos padecidos
durante los dos primeros gobiernos de Berlusconi. Queda
pensar que, el Berlusconi 2008, no es más el cínico político
hipermediatizado de 1994 y de 2001. Si bien, sigue siendo un
provocador, igualmente hay que reconocerle que ha dado
muestras de madurez éste Berlusconi colección primavera
2008.
¿Será capaz de gobernar a su país de forma desinteresada?
Dicho esto, el hecho que un mismo personaje haya sido electo
tres veces, por el pueblo italiano, no puede ser producto
puramente de la imagen y el azar.
luisdelion@gmail.com