La reciente crisis del Cáucaso
ha colocado en el teatro de las relaciones internacionales
una suerte de tramoya evocadora de un pasado reciente en el
que la guerra fría constituía el centro de gravedad del
orden internacional.
La escena geopolítica actual es diferente, el flujo
sanguíneo de las economías modernas, si bien sigue
dependiendo principalmente de los precios del petróleo y del
gas, no puede ser cortado por potencias petroleras como
Rusia, y en menor grado Venezuela, por cuanto las
circunstancias actuales se basan sobre un juego de intereses
económicos combinados.
Ni Europa podría vivir sin el petróleo ruso, ni Rusia podría
subsistir si se congelara la inversión extranjera y se
embargaran los movimientos de capitales rusos que
constituyen hoy, junto a la venta de armas, el carburante
principal de su floreciente economía.
Es por ello que la guerra en Georgia duró tan solo cuatro
días, al tiempo que dicho juego de intereses combinados hizo
que la China y otros aliados rusos con peso en la escena
internacional -no es el caso de Nicaragua -, se abstuvieran
de pronunciarse respecto a los decretos del Kremlin, que
reconocieron la independencia de Abjasia y Osetia del Sur.
Una mezcla de intereses y de interdependencia, que le dejó
un espacio a Nicolas Sarkozy para obtener una promesa de
retiro ruso de Georgia.
Pero en el Caribe, Hugo Chávez se muestra tan inconsciente
como el presidente georgiano, Mijaíl Saakashvili. Si bien el
líder georgiano se equivocó al pretender que la unidad
nacional de su país se fortalecía atacando a su poderoso
vecino, Chávez por su parte porfía en su intención de
perpetuarse en el poder, provocando a su poderoso vecino y
principal cliente, Estados Unidos.
Este nuevo contexto de vecindario amenazante, que desde
agosto pasado tiene a Europa como escenario, le viene como
anillo al dedo al líder bolivariano, quien de visita en
Moscú, el pasado mes de julio, había anunciado que las
fuerzas rusas serían bienvenidas en Venezuela. De tal manera
que la atmósfera de comarca fanfarrona en el Caribe toma
cuerpo, tras anunciar Moscú el envío de su crucero Pedro el
Grande, y otras naves de alta tecnología, para realizar en
noviembre maniobras conjuntas con Venezuela.
En este teatro de intereses transversales, Moscú aprovecha
para mostrarle al mundo, a través de una riesgosa y costosa
misión, el renacer de su músculo militar. Al tiempo que lo
que diplomáticamente se llama maniobras conjuntas en aguas
territoriales de Venezuela, principal cliente regional de la
industria militar rusa, no será otra cosa que una suerte de
salón internacional, a través del cual Moscú exhibirá toda
su gama de productos militares, delante de una pléyade de
potenciales clientes, como Bolivia, Ecuador, Honduras,
Nicaragua y Paraguay, entre otros, financiados por Chávez.
Pero, la apuesta de Chávez es políticamente absurda y
económicamente suicida. Nuevamente el gran perdedor será el
pueblo venezolano, el cual en medio de un nuevo boom
petrolero, sigue estando condenado a empezar todo de nuevo,
desde el principio.
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Artículo
publicado originalmente en el diario
El Universal
http://www.eluniversal.com/2008/09/13/int_art_venezuela-en-la-esce_1045136.shtml |