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Irán y la diplomacia contestataria
por Luis  DE LION
viernes, 21 septiembre 2007


"Hay que prepararse para lo peor", declaró recientemente el Ministro de Exteriores francés, Bernard Kouchner, en referencia a Irán. El periodista que lo entrevistaba, le preguntó sobre el significado de su frase, el jefe de la diplomacia francesa respondió: “la guerra”.

Declaraciones por el estilo, podrían interpretarse como una provocación o simple slogan de la diplomacia gala. Militarmente hablando Francia dista mucho de tener los medios para llevar a cabo lo expresado por Kouchner; la principal arma de Francia, el portaviones Charles De Gaulle, está en reparación en los astilleros de Toulon y no estará listo antes del 2009.

No obstante, el lenguaje diplomático, por muy contundente que su retórica pueda ser, y en ésta ocasión no es poca cosa, guarda diversas interpretaciones y una de ellas, en este caso particular, tiene que ver con el mensaje que la diplomacia gala le envía a Alemania, su principal aliado dentro de la Unión Europea, nación que a su vez se encuentra encabezando la lista de países exportadores hacia Irán.

Desde Teherán, han respondido que se trata de una provocación más por parte de Occidente. No debemos olvidar que, de desafíos y de diplomacia contestataria, los ayatolás pueden darle clases a la comunidad internacional.

Como quiera que sea, si París quiere realmente convencer al mundo de su posición, debe prohibirle de manera inflexible e inmediata, a las empresas francesas que sigan haciendo negocios en Irán. En ese sentido, desde el Palacio del Elíseo, un tímido comunicado emitido apenas minutos después de las declaraciones del canciller galo, dejaba entrever que el ejecutivo francés habría “recomendado” a las empresas francesas no participar en ninguna licitación proveniente de Irán.

Dicho esto, se perfila con claridad que la puesta en práctica de unas, aún más rígidas sanciones económicas contra Irán, es un asunto cuesta arriba. Alemania, que si bien no forma parte del Consejo de Seguridad de la ONU, podría verse forzada por ésta instancia, a disminuir los mil millonarios depósitos en euros que el régimen iraní coloca en la banca germana. Una decisión, que sin duda, beneficiaría a la banca China, nación ésta que – a diferencia de Alemania - sí es miembro permanente del Consejo de Seguridad.

Pero más allá del efecto que puedan tener las sanciones económicas, y por encima del peligro que para el mundo constituye la bomba nuclear iraní, está el riesgo que representa el régimen iraní en sí mismo y la cada vez mayor sospecha, de las estrechas relaciones que guardaría Teherán con grupos terroristas como; Hamas, Hezbollá y más recientemente Hezbollá Latinoamérica.

Ante esto, queda preguntarnos si la diplomacia contestataria es el arma idónea para luchar contra aquéllos estados islámicos involucrados en esta suerte de terrorismo multiforme, que ha reemplazado a las guerras mundiales.


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