Desde
que llegó al poder el presidente Ahmadinejad, ha marcado su
administración tanto por una escalada verbal, a través de
reiteradas amenazas a Israel, así como también por la escalada a
gran velocidad de la carrera nuclear iraní. Acontecimientos
estos, que pusieron en marcha el procedimiento de sanciones que
prevé el derecho internacional, pero para nadie es un secreto
que las capacidades coercitivas de la comunidad internacional,
no van a la misma velocidad que el iluminado presidente iraní le
impone a su provocador y peligroso accionar.
El proceso de
enriquecimiento de Uranio iraní fue retomado en 1985, y no fue
sino en el 2003, que intervino la Agencia Internacional de la
Energía. Los socios de ésta época oculta del proceso nuclear
iraní, fueron Rusia y China, los cuales aportaron componentes
esenciales, así como los planos para la fabricación de
sofisticadas centrífugas. En la actualidad, los planes de
Ahmadinejad prevén la instalación de unas 3000 centrífugas, las
cuales deberían estar operativas para mediados del 2008,
casualmente el año electoral norteamericano.
Mientras la
industria nuclear iraní avanza, el presidente Admadinejad ha
venido ocupando la escena internacional, gracias a un sistema de
anuncios trimestrales, sorpresivos, delirantes y espeluznantes.
Una suerte de carrera contra el tiempo, necesaria para
Admadinejad, por cuanto éste sabía muy bien que su gobierno no
contaba con el respaldo absoluto e incondicional de la clase
política iraní. Muchos analistas occidentales, apostaron a la
posibilidad de un hipotético resquebrajamiento del apoyo
político y religioso, que sostiene a Ahmadinejad. Pero para
Thérèse Delpeche, experta en asuntos estratégicos y autora del
libro, L'Iran, la bombe et la démission des nations,
(Paris, Autrement, 2006) la falta de contundencia en las
reacciones de la comunidad internacional, ante el caso iraní,
han terminado por consolidar a Admadinejad en el poder, al punto
que éste último pareciera capaz de erigirse por encima de los
líderes supremos de la revolución islamista, una emancipación
sin precedentes para los Ayatollahs.
Ante la lentitud y
debilidad de los pronunciamientos de la comunidad internacional,
se suma el hecho, que en el medio oriente, todos los países
salvo Siria, se sienten hoy amenazados por el potencial poder
nuclear iraní. No es solo Israel, convertido en el blanco
favorito de los ataques verbales del régimen iraní, como se
podría creer, sino que son los países del golfo pérsico, en
particular Arabia Saudita quien se percibe amenazada por el
tormento persa. Si bien, en el pasado, los países del golfo han
denunciado la desigualdad nuclear que tienen ante Israel, estos
jamás se han sentido amenazados por Israel.
Así las cosas,
mientras el régimen iraní, anunció oficialmente el pasado 9
abril que enriqueció Uranio, e inmediatamente los EE.UU. le
pidieron al Consejo de Seguridad que tomara medidas a los fines
de sancionar a Irán, no será sino a finales de éste mes de abril
que la ONU se pronuncie al respecto. Como preámbulo a tan
esperado dictamen, los cinco miembros permanentes del Consejo de
Seguridad, junto a Alemania, se encuentran reunidos en Moscú y
algunos de los participantes en dicha reunión, nos confiaron que
ante la imposibilidad de establecer un dialogo directo y sincero
con Irán, las posibilidades de una solución diplomática se
estarían evaporando.