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Silencio globalizado
por Luis DE LION
martes, 2 octubre 2001
 

Desde el 11 de septiembre he escuchado muchos analistas, revisado tesis, leído libros, escuchado la radio y mirado la televisión mucho más de lo habitual; pero me llama enormemente la atención el silencio tan desusado de los miembros -hooligans intelectuales- del movimiento antimundialización; temí en un primer tiempo que sus headquarters estaban ubicados en el World Trade Center. De golpe quedó en evidencia la futilidad del discurso de los adversarios de la mundialización, se volvieron tan insignificantes como el escándalo del senador demócrata por California Gary Condit. Supongo que ese silencio se debe a que dicho movimiento sintió pena al verse confundido con un antiamericanismo primario.

Contrariamente a la demagogia terrorista, los ataques del 11 de septiembre no son la consecuencia de la miseria y el subdesarrollo; en los últimos 50 años el nivel de vida en América Latina y en Asia, ha subido a pesar de una serie de crisis y bancarrotas, motivadas por la mala gestión interior y no a causa del libre juego de la economía mundial. Si existe un continente realmente siniestrado hoy en día es Africa, pero la miseria de los africanos se debe mucho más a razones políticas que económicas y los países árabe-musulmanes, si bien padecen enormes diferencias, muchos de ellos están entre las naciones más ricas del planeta.

Lo que motiva a los terroristas, es el odio puro y simple.

El peligro presente radica en que todo el espacio que han ocupado los grupos antimundialización los convierte en una suerte de sospechosos habituales protectores de terroristas. La mudez en la que se encuentran sumidos los militantes contra la mundialización, va a provocar que el mundo entero les reproche el hecho de haber armado con sus ideas al islamismo más fanático.

La obra que tenemos por delante en la lucha antiterrorista es faraónica, pero no olvidemos que la fuerza de la democracia descansa en su capacidad de reflexión y autocrítica.

A principios del mes de noviembre se llevará a cabo en la ciudad de Doha en Qatar, la conferencia ministerial de la OMC. Ojalá y los hooligans intelectuales no tomen el avión por temor a un kamikaze hijacker y le cedan el puesto a aquellos miembros -si los hay- del movimiento antimundialización que practiquen el arte de la prudencia, que tanta falta hace en estos momentos de incertidumbre. La situación actual es tal, que antes de destruir instituciones internacionales los militantes contra la mundialización van a terminar echándolas de menos. No es el momento de tirar piedras, ni de lanzar bombas molotov, ni de hablar de la tasa Tobin -que no es otra cosa que un control de cambio multinacional. La ocasión se presenta mucho más propicia para globalizar objetivos aprovechando la ola de solidaridad que sacude al mundo.

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  Artículo igualmente publicado por el vespertino Tal Cual

 
 
 
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