El
próximo 27 de enero se cumplirán 63 años de la liberación de
Auschwitz, campo de exterminio del régimen nazi, que ha
llegado a ser símbolo de las más crueles atrocidades
cometidas a seres humanos en la historia, en el cual fueron
asesinados más de un millón de judíos. También se observa en
el mundo actual el resurgimiento del antisemitismo y por
ello hemos considerado oportuno recordar, especialmente a
los docentes y a los padres y representantes, algunos datos
que describen los horrores de la persecución, la degradación
y el asesinato de un total de seis millones de judíos
durante la II Guerra Mundial, por la única razón de ser
considerados judíos. En relación con estos horrendos hechos
las Naciones Unidas, en su Declaración de 2004, estableció
que se divulguen para contribuir a que las nuevas
generaciones comprendan las causas de este genocidio.
Identificada como el Holocausto o con la palabra hebrea Shoa,
esta monstruosa experiencia ha tenido implicaciones tanto
para la teología judía en su búsqueda de la acción de Dios,
especialmente en ese período, como para los cristianos en el
reconocimiento de su responsabilidad en la enseñanza
antijudía durante más de 2000 años.
Generalmente se considera que no pudo haber existido un
Holocausto sin el antisemitismo, pero surge la pregunta:
¿Qué pudo transformar al antisemitismo, que
desafortunadamente había existido por más de 2000 años pero
sin un intento de eliminar a los judíos, en un programa
sistemático de aniquilación? Muchos consideran que la
implementación de la matanza en masa se debió a la visión
antisemita radical que tenía Hitler, a su falsa percepción
del papel de los judíos en la derrota de Alemania en la I
Guerra Mundial y a su perversa concepción racial en el
desarrollo de las políticas del Tercer Reich.
Durante toda la guerra Hitler presentaba a los judíos como
los principales enemigos que tenían que eliminar y con ello
explicaba a los alemanes, de una manera absurda, el proceso
genocida de persecución y aniquilación que estaba
desarrollando. En su visión paranoica, Hitler veía una
conspiración judía que se proponía exterminar a lo germano,
con lo cual transformaba a la II Guerra Mundial en una
guerra defensiva destinada a destruir tanto a los judíos
capitalista como a los judíos bolcheviques. Estas prédicas
permanentes las dirigía personalmente y se refería
constantemente a su advertencia de 1939, cuando prometió que
“los judíos serían barridos”. Para Hannah Arendt, destacada
filósofa de la política, autora de “Los orígenes del
totalitarismo”, alemana de origen judío, el antisemitismo
fue el núcleo de la ideología nazi, la cual establecía en
forma precisa y concreta la persecución y finalmente el
exterminio de los judíos. Afortunadamente la guerra la
perdió Hitler y desapareció el Tercer Reich.
Cambios importantes han ocurrido durante las décadas
posteriores al fin de la II Guerra Mundial en 1945. El
comunismo totalitario, estalinista y antisemita de la Unión
Soviética y de sus países satélites, se desplomó a fines de
la década de los años 80 y casi todos se incorporaron al
sistema político occidental pero mantienen, aun con muy
pocos judíos, un incomprensible componente de antisemitismo.
En las últimas décadas se ha producido un resurgimiento del
antisemitismo influenciado por el fortalecimiento del
fundamentalismo islámico, el crecimiento de la población
musulmana en Europa y el cambio hacia una actitud negativa,
en relación con Israel y por ende con los judíos, por parte
de elementos significativos de la izquierda, quienes tratan
de explicar su posición con falsas afirmaciones como la de
que los musulmanes son progresistas porque son
antiamericanos, anticapitalistas y antiliberales. No hay
dudas de que el anti-israelismo o anti-sionismo es una
manifestación contemporánea del antisemitismo. Se considera
que señalar a Israel como algo oprobioso y hacerlo objeto de
la censura internacional, fuera de toda proporción en
relación con cualquier otro país en el Medio Oriente, es
antisemitismo y que no reconocerlo es deshonesto. Por otra
parte, el sionismo es un término obsoleto porque nació como
el movimiento orientado al agrupamiento de los judíos y a la
creación del Estado Judío. En la actualidad el sionismo no
tiene importancia como factor político significativo,
después del establecimiento del Estado de Israel, porque no
se espera un gran número de migraciones hacia ese país.
Dentro del resurgimiento del antisemitismo, es preocupante
señalar la negación del Holocausto y la no aceptación de la
existencia del Estado de Israel, por el actual gobierno
fundamentalista de Irán.
George Steiner, destacado intelectual judío, sugiere como
explicación del odio contra los judíos el hecho de su
“invención de la conciencia” con la triple exigencia
constituida por el pedido de Moisés por la perfecta
obediencia, el pedido de Jesús por el perfecto amor y el
pedido de Marx por la justicia perfecta. ¿Tendría razón
Steiner en considerar que estas tres grandes demandas,
hechas por tres judíos, que son inalcanzables para los
débiles seres humanos, fuera de consideraciones morales,
políticas o económicas, sean la fuente de la ira y del
recurrente resentimiento hacia el pueblo que las soñó?
laura.gurfinkel@gmail.com