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La revolución “deformada”
Laura C. de Gurfinkel
jueves, 6 septiembre 2007


La aceleración del proceso hacia lo que se ha denominado el Socialismo del siglo XXI, con la reciente presentación de la llamada Reforma Constitucional, que está orientada, entre otros aspectos, a lograr la mayor concentración posible de poder, a la destrucción de lo que queda de libertad de expresión y de asociación, a establecer conceptos débiles y confusos sobre la propiedad privada y a la aprobación de la elección continuada del Presidente, crea la necesidad de revisar y difundir el análisis del pensamiento, las acciones, la defensa y las críticas del Socialismo hechas por destacados intelectuales.

A continuación se presenta un breve resumen de las ideas y acciones de Rosa Luxemburgo, quien es considerada una de las más grandes teóricas marxistas y una brillante polemicista. Su vida y su trabajo han servido para conocer sobre el desarrollo del socialismo en Europa desde finales del siglo XIX y también para interpretar su desarrollo posterior. En 1898 se incorporó al Partido Socialista Alemán. Mantenía Luxemburgo que el socialismo por su naturaleza no puede ser una dictadura introducida por medio de decretos autoritarios y que sin elecciones generales, sin irrestricta libertad de prensa y reunión y sin libre intercambio de opiniones, mueren las instituciones públicas y sólo la burocracia permanecería activa.

Sus desavenencias con Lenin por sus tácticas durante la Revolución Rusa de 1918, se debieron a que ella se negaba a ver en la guerra cualquier cosa que no fuera el más terrible desastre sin importarle el eventual resultado. Consideraba Luxemburgo que el precio en vidas humanas era muy alto en cualquier caso. No podía aceptar las masacres, algo que a Lenin no le importaba. Con respecto al problema de la organización no creía en una victoria en la cual el pueblo no hubiese tomado parte, creía muy poco en mantener el poder a cualquier precio y su preocupación total la expresa cuando afirma que “estaba más temerosa de una revolución deformada que de una derrotada”. Esta era una diferencia fundamental entre ella y los bolcheviques.

Dentro de su preocupación personal se destaca la lucha por la preservación de las libertades fundamentales. Planteaba Luxemburgo que la libertad no tiene ningún sentido sin la libertad de prensa, de asociación y de asamblea. Criticó fuertemente a Lenin y alertó contra los bolcheviques al declarar que estaban completamente errados en los medios que empleaban como sus decretos y las fuerzas dictatoriales o del terror.

Sus escritos, sus acciones, sus polémicas, su revolucionarismo, su internacionalismo, su énfasis en los movimientos de masas y en la democracia, su espíritu independiente, su aguda crítica al socialismo burocrático la convierten en una de las figuras femeninas más importantes en la historia del socialismo. Sin embargo, todas sus ideas no las compartían sus camaradas. Para las sociedades comunistas autocráticas posteriores las ideas de Rosa Luxemburgo tenían implicaciones en su contra. Los partidos comunistas de Rusia, de China y de Europa del Este consideraron que sus planteamientos representaban una desviación de la ortodoxia leninista. Por ello ignoraron la petición de Lenin de 1922, quien, a pesar de sus discrepancias con Luxemburgo había ordenado que se publicaran su biografía y sus obras completas y no lo hicieron. Sólo después de la Segunda Guerra Mundial, se ordenó, en Berlin del Este, una edición de dos volúmenes con una selección de sus escritos pero con notas sobre lo que consideraron ser sus errores.

Después de muchas luchas, de escribir sus ideas, de estar varias veces en la cárcel, de trabajar desde la clandestinidad, de ser perseguida y torturada, es asesinada en Berlin en 1919, por criminales miembros de la fuerza ilegal ultra nacionalista, paramilitar identificada como los Freikorps, grupo del cual, posteriormente, Hitler reclutó sus más prominentes asesinos.

Hannah Arendt plantea que la historia posterior de la Unión Soviética es la mejor demostración de los peligros de una “revolución deformada”. Es impresionante el colapso moral que llegó a prever Rosa Luxemburgo, aún sin haber conocido la criminalidad de Stalin. Arendt se pregunta si no es verdad que lo que demostró la historia posterior fue que Lenin estuvo errado en los medio que empleó y que el terror lo destruyó todo. Luxemburgo no vivió lo suficiente para ver lo acertada que estaba en su análisis de las tácticas revolucionarias deformadas y para observar el terrible deterioro moral de los partidos comunistas que se desarrollaron mundialmente inspirados en la revolución rusa, de los cuales, desafortunadamente, todavía quedan seguidores.

laura.gurfinkel@gmail.com                          


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