A la
memoria de Karl Marx
Como lo
ha expresado un distinguido jurista en su obra “Vida Humana,
Sociedad y Derecho”: “existe vida social porque existe vida
humana”. Español él para más señas y pelares, blablablá, lo
que a mí en serio me interesa exponer aquí es que Damirón me
sacaba la piedra. Y más aún cuando dizque cantaba, “si
quieres gozar, reír y cantar, el piano merengue tú tienes
que bailar”. Y ese “tú” me lo campaneaba mayúsculo y
conminatorio, igual a todo super-yo que se respete. No así
decir lo mismo, hablando cual Tarzán, de “No negrita, no”,
interpretada con lujo por Vicentico Valdés, que para los
ultrosos de agora puede ventear, ¿se dice así?, a racista.
Tampoco
es que me gustara especialmente el Chachachá que inventó
aquél violinista cubano, mi sangre, Enrique Jorrín en 1948,
quien lo definió, habrase visto, como neo-danzón, ¡Una
pelusa! Ni tan calvo como el mambo ni con dos pelucas como
el bolero ni tan feo pero sabrosón como el merengue
apambichao y menos dramático que el danzón, vulgarizado éste
último, ¿se dice así?, por el emperifollado de Barbarito
Diez, que modulaba, “esas perlas que tú guardas con cuidado
en tan lindo estuche de peluche rojo” ¡Bola!
Pero en
verdad en verdad os digo que los tiempos que vivimos son de
vivir. Aquí bajito creo que Obama o pierde, y no digo más.
Fíjate que en eso del machismo en Venezuela estamos
atrasados. De los seis poderes públicos, cuatro están
controlados, ¿se dice así?, por mujeres: el Legislativo, el
Electoral, el Judicial, la Defensoría del Pueblo, amén de la
Procuraduría General de la res-pública y varios ministerios
del despacho.
A Pérez
Roque y Lage, válgame dos, los vi en el Calvario. Lo cierto
es que “comer cable” es ahora, según el diccionario del
gobierno, la expresión que usan pobres y millonarios para
explicar que no están abonados al servicio satelital con el
que se entra en contacto, ¡vaya médium!, con el planeta y
que es multipolar, como la empresa esa que quieren
decomisar. ¡Qué casualidad! Para que el mundo deje de ser
ancho y ajeno, título de Ciro Alegría, que de eso tenía
poco, tal y comentan compatriotas suyos. Ni se hable de las
expropiaciones, que más bien son impropiaciones. ¿Qué por
qué? Bueno, porque el que se está cogiendo esas propiedades,
el gobierno, no puede con ellas, como con la múcura. Vivimos
en un estado de impunidad o expunidad, ¿se dice así?, cual
la adivinanza en la que se pregunta: “¿en qué se parece un
esquimal a una serpentina?”, puntos suspensivos: “En que uno
tirita de frío y la otra tirita de papel”. Risas.
Bueno
pajarito, muévela, que si llegas tarde a tu casa hasta la
Doña te ladra. ¿Qué que qué? ¿Qué cómo salir de Chávez?
¿Cuál Chávez? ¡Guillo! Yo no conozco a ningún Chávez. ¿No
será el Colegio Chávez? Por cierto: te acuerdas de aquella
loca que se la pasaba escribiéndose cartas a ella misma y
cuando se le preguntaba qué decían, te respondía: “Cómo lo
voy a saber si aún no las he recibido”. Chao compinche, nos
vemos buchones frente al Stanford Bank.