Las
elecciones del próximo 15 de febrero representan una nueva
oportunidad para solidificar un movimiento político que se
ha ido construyendo sobre el asfalto. Porque es en la calle
de la conciencia donde crece esa voluntad de los venezolanos
por frenar las ambiciones invasivas de un hombre para quien
por encima de todo se encuentra su egolatría disfrazada de
presunto proyecto político. Es en esa calle de la
conciencia, sin partidos políticos estables, sin líderes
sólidos, sin instituciones decentes, donde hemos dado pasos
de gigante que parecen de hormiga cuando miramos el tamaño
de la sombra que se cierne.
Ya el 2 de diciembre de 2007, ratificado luego el 23 de
noviembre de 2008, dijimos que no a la telaraña urdida para
imponernos un sistema de vida que no deseamos. Pero eso no
fue suficiente. El Presidente de la República propuso
inmediatamente después del rechazo, en ataque de minusvalía,
una nueva burla a los venezolanos, que es la de preguntarnos
como si ya no le hubiéramos dicho que no, si estamos de
acuerdo en enmendar la Constitución Nacional, “cambiar una
palabrita” a su decir, para perpetuarse él y nada más que
él, bueno, también algunos otros a su buen entender y
querer, en el poder. Burla, desprecio, atorrancia, exuda
esta propuesta.
Pero fíjese Usted que la dictadura electoral e
institucionalizada que nos rige puso a marchar en tiempo
record, diligentemente, todo el sistema de marañas
“democráticamente constituidas” para llevar a cabo este
referéndum, que se adorna de consultivo. No hay resorte del
Estado que no haya funcionado para consolidar en el poder a
Hugo Chávez, mientras paradójicamente vivimos en un
constante y generalizado estado de privación y piratería: la
economía, la seguridad personal, los servicios públicos, la
educación, la salud, la calidad moral y material de la vida,
en suma, todo de mal en peor, mientras el Presidente de la
República se da el tupé, otra vez… otra vez… otra vez, de
imponer elecciones para saber si sí o si no. ¡Qué
desparpajo!
Pero ahora tú, nuevamente tú, debes salir a votar por ti y
por los tuyos, por tu decencia, por lo que fuiste, por tus
muertos, para que no te sientas después culpable de lo que
puede ocurrir en Venezuela si no tomas la decisión de salir
a luchar electoralmente para frenar la gula de los que
detentan el poder. Mujeres y hombres, jóvenes y no, debemos
expresarnos contundentemente cuantas veces sea necesario,
frente a este tropel de indignidad que nos quiere pasar por
encima a peñonazo limpio.
A veces mientras uno anda solo y apesadumbrado se pregunta:
“¿Cómo es posible que esté ocurriendo esto? ¿De dónde
aparecieron estos personajes que tenemos que sufrir todos
los días? ¿Por qué nuestro país se convirtió en tal cosa? La
respuesta está en derrotar el pesimismo que nos asalta y
entender definitivamente que el futuro está en la acción que
tomemos hoy contra los que nos quieren dominar. ¡Vota por tu
libertad! ¡Vota no!