A
hora que hemos dejado a un lado las sudaderas olímpicas y
tenemos que regresar a la realidad, se me antoja una lectura
de Venezuela a través de las habilidades demostradas por sus
habitantes a lo largo de su historia. Y es que cuando
hablamos de destrezas cada país tiene las suyas, incluyendo
las deportivas.
Tomemos como norte la definición que da el DRAE, según la
cual una habilidad es una capacidad, disposición, gracia o
destreza. Y aunque no nos hace saber a través de qué medio
se desarrolla, podemos asumir que existen diferentes tipos,
desde manuales hasta intelectuales, pasando por amatorias y
demás. ¿Es que el deporte cabe dentro de esa definición?
Digamos que sí porque, según el DRAE, es actividad física
ejercida como juego o competencia, cuya práctica impone
entrenamiento y sujeción a normas. En todo caso, el deporte
es también "capacidad, disposición y gracia", cultivadas a
través de estrictos sistemas. Organización social.
Tendido así el mantel, podríamos afirmar que cada país o
"entelequia devoradora" como los define María Fernanda
Palacios en su libro Ifigenia: Mitología de la
doncella criolla, posee sus destrezas, reales o no, con
las cuales se le conoce y reconoce. Me imagino que en casi
cualquier parte del mundo al decir Brasil la gente
exclamaría inmediatamente "fútbol", y si menciono a Cuba
seguramente dirían "música", y si hago alusión a Francia
escogerían "vino", y si digo España responderían "ole" para
referirse a los toros. Si hablo de Venezuela dirían
"petróleo" o "Chávez", ¡qué sé yo! Así, ya con los cubiertos
en la mano, vale la pena preguntarnos cuáles han sido las
bondades manuales que hemos desarrollado aquí vinculadas con
el deporte y dentro de qué contextos. Definitivamente la
organización social no lo es; la persistencia en el logro de
objetivos colectivos tampoco; las ganas individuales sí.
"Dedico esta medalla a mi familia, a mis amigos". Se la suda
cada deportista a pesar del Ministerio, la Confederación, la
Liga, como expresión de valor propio, como esfuerzo
personal. ¡Victoria mía! Hemos sido diestros en el manejo
del arco y la flecha, la cerbatana y el dardo envenenado de
curare, para alimentarnos; el cuchillo y el machete para
desbrozar la naturaleza; la fusta, el látigo, la correa,
para dominar al caballo, y con él al espacio y al tiempo; el
Mauser, el fusil o la escopeta para los golpes de Estado.
Hemos sido también habilidosos en el uso del puño, capaces
boxeadores. Luego aparecerían, el guante, el bate y la
pelota, deporte de nuestra predilección, el beisbol en el
que nos destacamos no como equipo. Hoy jugamos a la Vino
Tinto, pero de golpe y porrazo, nos sorprende una muchacha
venezolana, sin techo, Dalia Contreras, practicante del
Taekwondo, válgame usted, con una digna medalla de bronce,
ganada a patada limpia.