La crisis se
mantiene. Los problemas de gobernabilidad siguen presentes. El
fraudulento régimen de Chávez, lejos de reconciliar, sigue
dividiendo a los venezolanos. De la división emergen dos fuerzas,
impotentes la una frente a la otra, de allí el desorden y
desinterés de las elecciones regionales.
Sin embargo, sigue
latente – aunque en estado de coma – el inagotable espíritu
democrático de los venezolanos, y que según las cifras de lo que
quedó del CNE, estaría compuesto por un 40% del electorado que se
opone frontal y democráticamente al régimen de Chávez, así como
también un alto porcentaje del chavismo que no se adhiere al
fraude como formula electoral. Por lo que estamos frente a una
importante mayoría de venezolanos, que anhelan prosperidad,
desarrollo y bienestar, de manera pacífica y democrática. Pero
dichas mayorías se encuentran hoy respectivamente prisioneras de
una dirigencia política caudillesca y reaccionaria.
El pueblo democrático
venezolano, ha venido dando suficientes señales a favor de la
imperiosa necesidad de que se produzca un renacimiento
institucional. Dicho decisivo renacer, ha venido siendo
postergado, no solo por un régimen que persigue la aniquilación de
las instituciones democráticas, sino también por una dirigencia de
oposición incompetente; un liderazgo que – entre otros ejemplos -
desestimó hace algunos meses atrás, una importante decisión de la
Sala Electoral, emanada por el magistrado Martini Urdaneta.
Así las cosas, es en
estos momentos históricos y decisivos, que deben emerger o ser
escogidos, responsables políticos de oposición del tamaño del
compromiso, que desplacen a la actual dirigencia de oposición, la
cual en su conjunto, y dada su reiterada incompetencia, candidez,
complicidad y agendas personales, ha puesto – junto al régimen de
Chávez - al país al borde del precipicio.
Claro está que el
fraudulento triunfo del NO, inmediata e imprudentemente celebrado
por Chávez, no debió ni debe significar, el fin de la oposición
democrática; pero tampoco la protesta y el inconformismo
resultante de dicho fraude debe ser puramente simbólico.
Es por ello que el
renacimiento institucional es vital en las actuales
circunstancias. Es a través de las instituciones que las mayorías
inconformes van a canalizar sus reclamos, y para transitar ese
camino, que hoy pareciera una ficción, hacen falta guías y líderes
eminentes políticamente hablando, visionarios, con el coraje
suficiente para producir una verdadera militancia social. No se
trata de alguien que solo lance edictos desde la TV, sino de un
dirigente que trace un camino, una ruta de concertación, por
cuanto la reconstrucción del país es un trabajo de todos, y no
podemos dejárselo a las conveniencias circunstanciales – una vez
mas – de un cogollo principalmente conformado por incapaces.
En ese sentido, y
como un buen signo hacia una hipotética restauración
institucional, debe ser percibido el informe presentado por el
equipo que coordina el abogado Tulio Alvarez; dicho informe, por
su seriedad y contundencia debe ser presentado antes todas las
instancias, nacionales e internacionales. La impugnación de los
resultados del RR del 15 de agosto, debe producir en primera
instancia la inmediata interpelación de todos y cada uno de los
miembros de la directiva del CNE, luego deberá ser interpuesto por
ante el TSJ, y frente a cuya sede debería instalarse desde ya una
protesta, firme y decidida como la que recientemente hiciera la
valiente y desamparada Linda Loaiza. Igualmente la impugnación del
RR, debe ser tema de debate desde el primer día del reinicio de
las sesiones en la Asamblea. En fin el fraude y su impugnación
debe condensar el debate político nacional, y si bien por lo
pronto solo se tienen elementos jurídicos de peso, hace falta el
empuje y el impulso político necesarios.
El impulso político,
en teoría debería venir de la Coordinadora Democrática, pero al
mismo tiempo del seno de la CD esperamos – y se está haciendo
larga la espera - una efectiva movida mata, que renueve tanto su
liderazgo, como sus ideas y planteamientos; una CD que se atreva a
expulsar de su seno al partido de Arias Cárdenas, el ciclotímico
militar golpista que juega para dos equipos al mismo tiempo; una
CD que una vez que se sacuda, del quiste de los partidos políticos
tradicionales, reduzca la participación de dichos partidos – AD y
COPEI – estrictamente a la representatividad que estos tienen en
el electorado; una CD, que someta al MAS a una cura de
desintoxicación intensiva e indefinida, hasta tanto no quede
dentro de ese partido una sola traza de su locura chavista del 98.
En fin, esperamos una CD renovada, con un discurso que tenga los
pies puestos sobre la tierra, así como una vocería competente y
ordenada.
Si el derrotado y
camaleónico liderazgo actual de la CD, insiste en desechar la
impugnación de los resultados del RR, por considerar que solo se
dispone de elementos jurídicos; sería la prueba contundente y
reiterada, de que los líderes de la CD que hoy pretenden pasar la
página del fraude, y ponen solo la mira en las elecciones
regionales, lo hacen como un egoísta y cobarde pretexto de
subsistencia política, un juego peligroso del cual estos ingenuos
dirigentes serían las primeras víctimas.
