El
Quai d'Orsay sigue defendiendo a los rehenes franceses en el
extranjero sólo en función de su impacto mediático, como
respetando el proverbio de “según sean pobres o poderosos”.
El escándalo del caso Christophe Beck, liberado la víspera
de la pasada noche de Navidad, después de haber permanecido
secuestrado durante más de un año por la guerrilla
colombiana ELN (Ejército de liberación nacional), en
Venezuela, es una nueva ilustración.
Su familia tuvo que pagar un rescate de más
de 400.000 euros para obtener su liberación, ante el total
abandono a su triste suerte por París. Los parientes del
rehén no recibieron ningún apoyo de la diplomacia francesa,
la cual incluso se negó a facilitarles un préstamo de 10.000
euros para ayudarlos a hacer frente a las exigencias de los
secuestradores, según sus revelaciones a la prensa.
Ni el Presidente Jacques Chirac, ni su
Primer Ministro, Dominique de Villepin, y menos aún el
ministro de Asuntos Exteriores, Philippe Douste-Blazy,
intervinieron públicamente para exigir la liberación de ese
francés víctima del ELN. Su fotografía no se transformó en
cartel ni fué mostrado en un solo muro de París.
Por el contrario, Francia sigue desplegando
una acción pública permanente para obtener la liberación de
Ingrid Betancourt, rehén de las FARC (Fuerzas armadas
revolucionarias de Colombia) desde febrero de 2002. Esta
ex-candidata presidencial en Bogotá, pues ella es
colombiana, fue una amiga próxima de Dominique de Villepin,
cuando éste era su profesor de Ciencias Políticas en París
en 1982. Por eso todos los medios materiales y políticos son
utilizados desde entonces por París para intentar sacarla de
ese calvario.
Su foto gigante se encuentra sobre la
fachada del ayuntamiento de París, sobre la del ayuntamiento
del barrio XVIII de París y sobre las rejas del Jardín de
Luxemburgo. En julio de 2003 Francia gastó una fortuna en
una rocambolesque tentativa de liberación de Ingrid
Betancourt en la que participaron once espías franceses
enviados por el señor de Villepin, entonces ministro de
Asuntos Exteriores, a Manaus (Brasil), a bordo de un avión
militar Hércules C-130. La aventura fracasó y creó una
crisis diplomática: ni Brasil ni Colombia habían sido
informados de esa operación secreta, ejecutada sin que el
mismo Jacques Chirac fuera informado previamente.
Al mismo tiempo, París se olvidó de los dos
otros franceses desaparecidos en Colombia, Marc Beltra, de
quien no se tiene señal de vida desde noviembre de 2003, y
de Aída Duvaltier, quien murió en cautiverio en marzo de
2006, después de haber sido secuestrada durante cinco años
por la guerrilla EPL (Ejército popular de liberación). Ella
había obtenido de éstos sustituir como rehén a su marido,
quien sufría de una grave enfermedad…
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Periodista
- Autor del libro “Ingrid Betancourt: ¿historia de
corazón o razón de Estado?
(Hugo Doc, París,
enero de 2006) |