La
estridente actitud de Hugo Chávez en el caso de Honduras, el
presidencial teatro de marionetas montado en Nicaragua y las
órdenes lanzadas por un presidente venezolano a los
militares hondureños, no llevaron a nada. Se le reventaron
en las manos, los hilos que mueven a sus muñecos.
Orden en la sala
Entretanto, la esposa del expulsado Manuel Zelaya permanecía
escondida en la embajada norteamericana. El ballet verbal de
Barack Obama era admirable - le hubiera ganado al fallecido
Michael Jackson por lo liviano. A la semana, la canciller de
EEUU, Hillary Clinton, hace su aparición, pone orden en la
sala y envía a los dos púgiles al cuadrilátero de Costa
Rica, bajo una tranquila mediación nada menos que de un
Premio Nobel de la Paz, el mandatario costarricense Oscar
Arias.
¿Aquí
termina el famoso “Golpe de Estado” de Honduras? No, aquí es
donde realmente empieza.
El gran teatro de Nicaragua
"Cumbre
extraordinaria esta tarde en Managua, allá nos instalaremos
los gobernantes de los países de la Alternativa Bolivariana
para las Américas”, dijo Chávez desde el palacio de
Miraflores, según reseñó Efe. La orden era defender al
defenestrado presidente hondureño Manuel Zelaya.
Desde
entonces, pasó una semana. Ahora que Zelaya falló su
regreso, ¿cómo quedó la imagen internacional de los
presidentes del ALBA, venidos al llamado del financista
mayor? Cada uno de ellos, al declarar su “indignación” ante
la sacada manu militari de Manuel Zelaya, produjo
repercusiones en sus respectivos países donde muchos
recuerdan que también ellos, sacaron a algunos predecesores
en forma poco democrática. Mientras repetían en coro su
horror ante el asomo de un “golpe de Estado”, quienes así
hablaban eran el ex guerrillero nicaragüense Daniel Ortega,
el ex jefe cocalero Evo Morales y el ex ministro a raíz de
un golpe Rafael Correa, personas tan versadas en temas de
golpes como el propio Hugo Chávez.
Raúl
Castro llegó a Managua para defender la democracia y
solicitar un bloqueo contra Honduras. ¡Mirá quien habla!,
debe haber pensado Cristina Kirchner quien también acudió
presurosa a la histórica cumbre.
Por
cierto, ¿cómo quedaron finalmente Cristina y el presidente
paraguayo Fernando Lugo, quienes llegaron a ofrecerse a
acompañar a Zelaya para cuando regrese a su país?
Otro que salió perdiendo
Quien
más perdió en esa Cumbre, fue José Miguel Insulza,
Secretario General de la Organización de Estados Americanos.
Su viaje a Nicaragua y a Honduras, donde se le vio solícito
y obediente a la línea trazada por Chávez en Managua, luego
altanero y hermético en Tegucigalpa, repercutieron casi,
como el doblado de las campanas por la OEA.
La
asombrosa decisión de expulsar de la OEA al diminuto e
inocuo Honduras, adoptada a pocas semanas de haber decidido
el reintegro de Cuba, terminaron de borrar el decoro de una
Organización creada para buscar el equilibrio y la paz del
hemisferio occidental.
La
tardanza de cinco días para darse por enterado que en
Venezuela, en la propia sede de la OEA, yacía con huelga de
hambre el Alcalde Mayor de Caracas, electo con
proporcionalmente una mayor cantidad de votos que Zelaya en
Honduras y sometido por Hugo Chávez a un golpe progresivo
que lo despoja de sus atribuciones, terminó de forjar el
perfil de una OEA parcializada.
La
posible reelección de Insulza a la Secretaría General donde
los votos controlados por el Petrocaribe de Chávez son
decisivos, de pronto surgió como tópico en las
conversaciones entre diplomáticos.(El CARICOM representa en
la OEA 14 votos sobre un total de 34, y se necesita una
mayoría de 17 votos más 1 para elegir a un Scretario
General). El problema sería que la reelección está lejos en
el calendario y el colapso de PDVSA se asoma ya.
La
insistencia venezolana en forzar el apoyo de la OEA y de su
Secretario General a la causa de Zelaya, ha tenido por
resultado inmediato rasgar la cortina que escondía
intereses, a veces muy personales.
También perdió Zelaya
El
protegido de Venezuela, “Mel” Zelaya, fue sin duda el más
perjudicado en este sainete, porque se evidenció su
dependencia ya no de Hugo Chávez, sino de Barack Obama.
Su
esposa, Xiomara Castro de Zelaya, permaneció escondida en la
embajada norteamericana, según informó en Caracas el
periodista Nelson Bocaranda. El propio Zelaya, después del
fallido intento de regresar a Honduras, se apresuró a acudir
al llamado de la Secretaria de Estado Hillary Clinton y
someterse a la mediación agenciada por ella.
Sin
embargo, lo que más pudo haber afectado la imagen política
de Zelaya, ha sido la escena de suspenso, con un avión
piloteado por “valientes militares venezolanos” (Chávez
dixit), que violó el espacio aéreo de Honduras, dio sin
aterrizar unas vueltas sobre ese territorio, transmitió las
palabras de Zelaya donde éste asomaba su deseo de lanzarse
en paracaídas y simultáneamente mostró a Hugo Chávez
monitoreando desde Venezuela aquella operación e instando a
los militares hondureños a actuar a favor de Zelaya. El
avión dio una vuelta y regresó tranquilamente a Nicaragua.
Ni Hollywood lo habría filmado mejor.
El
episodio final de esta película surgió días después, en una
columna de la periodista Marianela Salazar: “Según nuestras
fuentes de inteligencia, todavía permanecen fuerzas de
choque venezolanas en territorio hondureño, a pesar del
fracaso en la negociación que venía adelantando un emisario
del Gobierno venezolano con uno de los comandantes del
Ejército hondureño que apoyaría con sus hombres a Zelaya,
una vez que aterrizara el domingo pasado en Tegucigalpa. El
oficial hondureño arrugó y el maletín con los 50 millones de
dólares se habría quedado frío. Según las fuentes, por eso
Rodríguez Chacín tuvo que regresar la madrugada del lunes y
posteriormente apareció en una rueda de prensa del PSUV.”
El
sainete es de realismo mágico latinoamericano, porque al
final lo único fríamente real, es que Zelaya quedó “rayado”.
No es un presidente derrocado, sino el personaje de una
película de vaqueros, sombrero y avionzote incluidos.
Ganó Chávez, pero perdió la franquicia
Chávez
salió ganando en que pudo demostrar la fortaleza de su
influencia en Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Argentina,
Paraguay y la OEA, a cuyos respectivos mandatarios alineó en
la Cumbre Extraordinaria de Managua.
Salió
perdiendo en la medida en que quedó denunciada su franquicia
para apoderarse del poder y permanecer en él. Cada detalle
de la aproximación a una constituyente y la edificación de
un poder eternamente reelecto, es actualmente detallado,
analizado y han surgido serias dudas acerca de su exitosa
aplicación en el futuro. Al perder el efecto sorpresa, se
desvanece su principal arma.
La
forma en que la aplicación en Honduras de la separación de
poderes permitió desarmar el sistema que exitosamente ya fue
aplicado en Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador, ha
funcionado como la revelación del escudo anti misil, donde
antes esos misiles penetraban sin encontrar resistencia.
En este
momento, varias comisiones enviadas por el nuevo gobierno de
Honduras a Washington, incluyendo una gira del ex presidente
hondureño Ricardo Maduro, encuentran atentos oídos en el
Congreso norteamericano, particularmente entre los
representantes del partido republicano. Es posiblemente en
consideración a esa ala legislativa de EEUU, que la
canciller Hillary Clinton complementó su entrevista con
Zelaya, con unas declaraciones a Globovisión, pautada días
antes, pero oportuna ahora. Hillary recalcó a su
entrevistador, Leopoldo Castillo, su firme apoyo a la
democracia y libertad de los medios, pero agregó lo que pasó
desapercibido al otro Maduro, el de la cancillería
venezolana: su disposición para un diálogo con Chávez. Se lo
dijo nada menos, que a través de Globovisión. En otras
palabras: acepta al autor, pero no acepta su franquicia.
Es de
suponer, que después de la lección dada por Honduras, otros
países en la mira de Chávez, optarán por la política de
aceptar al autor, pero detectar y anular a tiempo sus
métodos de penetración.
El arte de la telaraña
Dentro
de las revelaciones que ahora emanan de Honduras, quedó al
descubierto una de las fortalezas de Chávez, probablemente
recibidas de Cuba: la previsión y el trabajo preparativo
iniciado mucho antes de asestar el golpe decisivo. Sabemos
ahora que en el caso de Honduras la preparación tomó meses,
incluyó reuniones de Zelaya con Fidel Castro y
posteriormente con Hugo Chávez, la lenta infiltración en el
país de cubanos y venezolanos para trabajo de base,
condonaciones de deuda, entrega de fondos, envío de
petróleo, impresión de material de votación a introducir a
última hora, logística para transporte y para acciones de
calle, regalo de tractores, discursos incendiarios del
presidente, milagrosa aparición de propaganda “espontánea”,
impresa meses antes.
Es que
Chávez – o los cubanos - planifican a largo plazo. De
haberse aplicado ese rasgo organizativo en vez de buscar el
dominio continental, a la tarea del crecimiento nacional,
Venezuela sería ahora un país del primer mundo con la
pobreza como un recuerdo del pasado. Por alguna misteriosa
razón psicológica, Chávez se concentró en la falacia de
crear su imperio continental. Honduras acaba de reventarle
su fórmula para lograrlo. Ahora no queda ni imperio, ni
bienestar nacional. Es cuando todos pierden.
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Artículo
publicado originalmente en el semanario Zeta |