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La III fase de la Revolución
por Jurate Rosales
viernes, 6 marzo 2009


Revertir en el sector privado la culpa de la inevitable escasez alimenticia, dar rango ministerial a los Consejos Comunales conceptuados como los espías del régimen en cada vecindario, organizar el tinglado para que todos los alimentos sean de administración exclusiva del gobierno y tomar control directo de cada una de las unidades militares sin pasar por un Alto Mando Militar temeroso de violar los Derechos Humanos, han sido los cuatro movimientos clave de Hugo Chávez en la última semana.

Preparado para un sacudón

Tres de los cuatro conjurados del Samán de Güere – Arias Cárdenas, Jesús Urdaneta Hernández y Raúl Isaías Baduel -relataron cada uno en su tiempo el trauma que les había creado la orden de reprimir a los revoltosos -o saqueadores, según como se mira-, del 27 de febrero 1989. Independientemente del camino que cada uno tomó posteriormente, para ellos, la indignación que les causó el tener que disparar contra los civiles en 1989, fue su razón profunda para urdir el golpe de Estado del 4 de febrero 1992. Hugo Chávez, quien no participó personalmente de las acciones contra la gente por encontrarse en los días del Sacudón fuera del país, utilizó ese sentimiento de culpa de los militares jóvenes, para dar forma al clandestino movimiento militar MBR 200, llevarlo al fallido golpe del 4/F e incluso, formar con esos jóvenes oficiales el núcleo del posterior Movimiento V República, conceptuado como un gobierno de “ejército y pueblo”.
Hoy, Chávez, quien capitalizó mejor que nadie las secuelas dejadas por el Sacudón en la Fuerza Armada, sabe que nuevamente, a la Fuerza Armada la espera una prueba similar. Si analizamos los movimientos oficiales de esta semana, veremos que el Presidente cambió al Ministro de la Defensa por un “alter ego” que le permitirá mover cada unidad armada con una orden directa suya, sin tener que pasar por un Alto Mando Militar siempre dudoso a la hora de arremeter contra una población desarmada.
El nuevo ministro interino, Ramón Carrizález, al tomar posesión del cargo, aclaró en su discurso que eliminará los pasos interinos burocráticos, dejando libre la vía directa entre el Comandante en Jefe y sus subordinados. En la práctica esto significa que el oficial, quien se niegue a abrir fuego contra la población, estará solo por su cuenta en un acto de desobediencia, dado que no habrá un Alto Mando que tome esa decisión para toda la Fuerza Armada.
Cabe recordar que Hugo Chávez dispone de una ley, creada por él al amparo de la última habilitante, que le permite dividir el país en cinco zonas, cada una con un comandante militar, el cual, de ordenar el presidente un estado de excepción, tendrá poder de vida o muerte sobre todos y cada uno de los ciudadanos, incluyendo a los gobernadores, alcaldes y concejales.

La dependencia

En los países democráticos donde el voto es una herramienta del pueblo para recompensar o castigar, cuando a la población le falta algo, hay alarma en las alturas, porque el gobierno sabe que le cobrarán sus errores el día de las elecciones. En los regímenes totalitarios donde el voto deja de ser un instrumento de control, la escasez favorece al gobierno, porque lo convierte en dispensador de lo poco que permitirá al ciudadano sobrevivir cuando las condiciones lleguen a ser pésimas.
Asombra la rapidez con la que los venezolanos se están adaptando al segundo sistema, incluso sin darse cuenta de ello. Si alguien observa cuántas veces en el lenguaje diario, los venezolanos sustituyeron la palabra “compré” por la de “conseguí” cuando hablan de comida, podrá medir el camino que ya fue recorrido hacia una situación de escasez endémica, que se enrumba hacia el sistema cubano.
Otro aspecto curioso es que, mientras en el mundo entero la anunciada crisis reduce la capacidad de compra de la gente, pero no ha afectado ni la variedad, ni las cuantías de la oferta, en Venezuela ocurren ambas cosas a la vez: los alimentos son más caros (aumentaron 40% en un año) y escasean. Lo más grave es que la comida se produce cada vez menos en el país y debe ser importada, siendo el gobierno el mandamás de las importaciones, Cadivi mediante.
Todo lo anterior saltó a la vista el pasado fin de semana cuando el gobierno montó un mercado abierto en Petare, Caracas. La población hizo inmensas colas – aquellas largas filas de gente que mirábamos con asombro en fotografías de Cuba y que ahora son parte de la vida de los venezolanos. El evento de Petare fue reforzado por una intensa campaña de propaganda en los medios oficialistas, en los que el oficial responsable del evento anunciaba que vendían carne importada y enumeraba una larga lista de rubros alimenticios básicos, resaltando que todos eran importados. La propaganda consistía en mostrar que el gobierno importa y subsidia, para que la gente pueda “conseguir” y comprar barato. Implícitamente, los malos son los productores nacionales, que restringen la oferta y la cobran más caro.
Los cambios de gabinete de esta semana indican una voluntad de seguir el camino iniciado ese día en Petare. Eduardo Samán, quien desde su cargo de Director de Indepabis (Instituto de la Defensa de las Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios) desarrolló una agresiva acción contra las productoras y distribuidoras de alimentos y declaró que todo ese sector debe ser nacionalizado, fue nombrado Ministro de Comercio, lo que le da la capacidad de ahogar las empresas controlando las importaciones de los insumos y fomentar las importaciones gubernamentales de los alimentos y demás rubros de primera necesidad. De hecho, Samán fue puesto para transferir la distribución de los alimentos al gobierno como único dispensador de comida y bienes.
Dado que la merma de petrodólares disminuirá las posibilidades de importar la comida, la propaganda oficial dirigida por el verbo presidencial, vierte toda la culpabilidad en un sector privado, cuya destrucción a largo plazo parece una decisión tomada. Sólo cabe agregar que en Cuba, la totalidad de la distribución de comida y bienes es del gobierno y es gerenciada por generales de la Fuerza Armada Revolucionaria, bajo control directo de Raúl Castro.

Operación sapo

Uno de los cambios más preocupantes de esta semana, es la creación de un “Ministerio para las Comunas”, que así se llama. Los Consejos Comunales que en Venezuela todavía gozan de cierta inocencia infantil, deben evolucionar hacia lo que será su verdadera misión: vigilar la fidelidad política de cada vecino.
La comunas son un instrumento intrínseco del comunismo, que por algo llevan el mismo nombre. En Cuba funcionan bajo el nombre de los CDR – Comités de Defensa de la Revolución –encargados de vigilar el comportamiento político de cada vecino. Los cubanos cuentan que en su país, todos los vecinos que conforman una cuadra deben estar inscritos en el padrón del CDR, que releva datos ocupacionales de cada vivienda: quienes la integran, si trabajan, si estudian, si están integrados a la organización de masas (miembros del partido). Los CDR son el organismo que lleva el control en su cuadra de cada ciudadano.
En Venezuela, esta labor de inscripción de vecinos ya la iniciaron los Consejos Comunales en las últimas elecciones, cuando Hugo Chávez instruyó a los jefes de patrullas a que lo hicieran para registrar a los votantes por el Sí. De tal manera que el sistema ya ha sido creado. Al Ministerio para las Comunas, le competirá perfeccionarlo. Su titular fue nombrada y es la “incondicional” Erika Farías.

Cambia el asesor

El nuevo enlace entre Chávez y Cuba es ahora Ramiro Valdés, según los cambios que efectuó Raúl Castro en la cúpula gubernamental de la isla.
Valdés es el hombre que organizó en Cuba en 1961 el primer sistema de represión de la ciudadanía. Ha sido el primer Ministro del Interior del régimen castrista y ocupó ese cargo intermitentemente, cada vez que el régimen endurecía su línea. Como Ministro del Interior se le considera responsable de adoptar medidas de represión contra disidentes y opositores políticos. Valdés fue responsable de la creación de la Dirección General de Inteligencia, que se desarrolló como una de las principales agencias de seguridad y espionaje a nivel mundial.
En los últimos años, Valdés, muy allegado a Raúl Castro, asumió la presidencia del Grupo Industrial para la Electrónica del Ministerio de la Industria Sideromecánica y el Ministerio de Informática, convirtiéndose en el gran negociador de las importaciones. Su reciente viaje a Caracas versó precisamente en consolidar los nexos de intercambio comercial entre los dos países.
Si bien hasta ahora, el intercambio con Venezuela fue de entrenadores deportivos y médicos para Barrio Adentro, con Valdés, el intercambio natural podría ser de expertos en represión y control policial de la población.
De Chávez dependerá solicitar o no, ese tipo de asesoramiento. ¿Usted qué piensa? ¿Lo hará?


 

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  Artículo publicado originalmente en el semanario Zeta


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