Revertir en el sector privado la culpa de la inevitable
escasez alimenticia, dar rango ministerial a los Consejos
Comunales conceptuados como los espías del régimen en cada
vecindario, organizar el tinglado para que todos los
alimentos sean de administración exclusiva del gobierno y
tomar control directo de cada una de las unidades militares
sin pasar por un Alto Mando Militar temeroso de violar los
Derechos Humanos, han sido los cuatro movimientos clave de
Hugo Chávez en la última semana.
Preparado para un sacudón
Tres de
los cuatro conjurados del Samán de Güere – Arias Cárdenas,
Jesús Urdaneta Hernández y Raúl Isaías Baduel -relataron
cada uno en su tiempo el trauma que les había creado la
orden de reprimir a los revoltosos -o saqueadores, según
como se mira-, del 27 de febrero 1989. Independientemente
del camino que cada uno tomó posteriormente, para ellos, la
indignación que les causó el tener que disparar contra los
civiles en 1989, fue su razón profunda para urdir el golpe
de Estado del 4 de febrero 1992. Hugo Chávez, quien no
participó personalmente de las acciones contra la gente por
encontrarse en los días del Sacudón fuera del país, utilizó
ese sentimiento de culpa de los militares jóvenes, para dar
forma al clandestino movimiento militar MBR 200, llevarlo al
fallido golpe del 4/F e incluso, formar con esos jóvenes
oficiales el núcleo del posterior Movimiento V República,
conceptuado como un gobierno de “ejército y pueblo”.
Hoy, Chávez, quien capitalizó mejor que nadie las secuelas
dejadas por el Sacudón en la Fuerza Armada, sabe que
nuevamente, a la Fuerza Armada la espera una prueba similar.
Si analizamos los movimientos oficiales de esta semana,
veremos que el Presidente cambió al Ministro de la Defensa
por un “alter ego” que le permitirá mover cada unidad armada
con una orden directa suya, sin tener que pasar por un Alto
Mando Militar siempre dudoso a la hora de arremeter contra
una población desarmada.
El nuevo ministro interino, Ramón Carrizález, al tomar
posesión del cargo, aclaró en su discurso que eliminará los
pasos interinos burocráticos, dejando libre la vía directa
entre el Comandante en Jefe y sus subordinados. En la
práctica esto significa que el oficial, quien se niegue a
abrir fuego contra la población, estará solo por su cuenta
en un acto de desobediencia, dado que no habrá un Alto Mando
que tome esa decisión para toda la Fuerza Armada.
Cabe recordar que Hugo Chávez dispone de una ley, creada por
él al amparo de la última habilitante, que le permite
dividir el país en cinco zonas, cada una con un comandante
militar, el cual, de ordenar el presidente un estado de
excepción, tendrá poder de vida o muerte sobre todos y cada
uno de los ciudadanos, incluyendo a los gobernadores,
alcaldes y concejales.
La dependencia
En los
países democráticos donde el voto es una herramienta del
pueblo para recompensar o castigar, cuando a la población le
falta algo, hay alarma en las alturas, porque el gobierno
sabe que le cobrarán sus errores el día de las elecciones.
En los regímenes totalitarios donde el voto deja de ser un
instrumento de control, la escasez favorece al gobierno,
porque lo convierte en dispensador de lo poco que permitirá
al ciudadano sobrevivir cuando las condiciones lleguen a ser
pésimas.
Asombra la rapidez con la que los venezolanos se están
adaptando al segundo sistema, incluso sin darse cuenta de
ello. Si alguien observa cuántas veces en el lenguaje
diario, los venezolanos sustituyeron la palabra “compré” por
la de “conseguí” cuando hablan de comida, podrá medir el
camino que ya fue recorrido hacia una situación de escasez
endémica, que se enrumba hacia el sistema cubano.
Otro aspecto curioso es que, mientras en el mundo entero la
anunciada crisis reduce la capacidad de compra de la gente,
pero no ha afectado ni la variedad, ni las cuantías de la
oferta, en Venezuela ocurren ambas cosas a la vez: los
alimentos son más caros (aumentaron 40% en un año) y
escasean. Lo más grave es que la comida se produce cada vez
menos en el país y debe ser importada, siendo el gobierno el
mandamás de las importaciones, Cadivi mediante.
Todo lo anterior saltó a la vista el pasado fin de semana
cuando el gobierno montó un mercado abierto en Petare,
Caracas. La población hizo inmensas colas – aquellas largas
filas de gente que mirábamos con asombro en fotografías de
Cuba y que ahora son parte de la vida de los venezolanos. El
evento de Petare fue reforzado por una intensa campaña de
propaganda en los medios oficialistas, en los que el oficial
responsable del evento anunciaba que vendían carne importada
y enumeraba una larga lista de rubros alimenticios básicos,
resaltando que todos eran importados. La propaganda
consistía en mostrar que el gobierno importa y subsidia,
para que la gente pueda “conseguir” y comprar barato.
Implícitamente, los malos son los productores nacionales,
que restringen la oferta y la cobran más caro.
Los cambios de gabinete de esta semana indican una voluntad
de seguir el camino iniciado ese día en Petare. Eduardo
Samán, quien desde su cargo de Director de Indepabis
(Instituto de la Defensa de las Personas en el Acceso a los
Bienes y Servicios) desarrolló una agresiva acción contra
las productoras y distribuidoras de alimentos y declaró que
todo ese sector debe ser nacionalizado, fue nombrado
Ministro de Comercio, lo que le da la capacidad de ahogar
las empresas controlando las importaciones de los insumos y
fomentar las importaciones gubernamentales de los alimentos
y demás rubros de primera necesidad. De hecho, Samán fue
puesto para transferir la distribución de los alimentos al
gobierno como único dispensador de comida y bienes.
Dado que la merma de petrodólares disminuirá las
posibilidades de importar la comida, la propaganda oficial
dirigida por el verbo presidencial, vierte toda la
culpabilidad en un sector privado, cuya destrucción a largo
plazo parece una decisión tomada. Sólo cabe agregar que en
Cuba, la totalidad de la distribución de comida y bienes es
del gobierno y es gerenciada por generales de la Fuerza
Armada Revolucionaria, bajo control directo de Raúl Castro.
Operación sapo
Uno de
los cambios más preocupantes de esta semana, es la creación
de un “Ministerio para las Comunas”, que así se llama. Los
Consejos Comunales que en Venezuela todavía gozan de cierta
inocencia infantil, deben evolucionar hacia lo que será su
verdadera misión: vigilar la fidelidad política de cada
vecino.
La comunas son un instrumento intrínseco del comunismo, que
por algo llevan el mismo nombre. En Cuba funcionan bajo el
nombre de los CDR – Comités de Defensa de la Revolución
–encargados de vigilar el comportamiento político de cada
vecino. Los cubanos cuentan que en su país, todos los
vecinos que conforman una cuadra deben estar inscritos en el
padrón del CDR, que releva datos ocupacionales de cada
vivienda: quienes la integran, si trabajan, si estudian, si
están integrados a la organización de masas (miembros del
partido). Los CDR son el organismo que lleva el control en
su cuadra de cada ciudadano.
En Venezuela, esta labor de inscripción de vecinos ya la
iniciaron los Consejos Comunales en las últimas elecciones,
cuando Hugo Chávez instruyó a los jefes de patrullas a que
lo hicieran para registrar a los votantes por el Sí. De tal
manera que el sistema ya ha sido creado. Al Ministerio para
las Comunas, le competirá perfeccionarlo. Su titular fue
nombrada y es la “incondicional” Erika Farías.
Cambia el asesor
El
nuevo enlace entre Chávez y Cuba es ahora Ramiro Valdés,
según los cambios que efectuó Raúl Castro en la cúpula
gubernamental de la isla.
Valdés es el hombre que organizó en Cuba en 1961 el primer
sistema de represión de la ciudadanía. Ha sido el primer
Ministro del Interior del régimen castrista y ocupó ese
cargo intermitentemente, cada vez que el régimen endurecía
su línea. Como Ministro del Interior se le considera
responsable de adoptar medidas de represión contra
disidentes y opositores políticos. Valdés fue responsable de
la creación de la Dirección General de Inteligencia, que se
desarrolló como una de las principales agencias de seguridad
y espionaje a nivel mundial.
En los últimos años, Valdés, muy allegado a Raúl Castro,
asumió la presidencia del Grupo Industrial para la
Electrónica del Ministerio de la Industria Sideromecánica y
el Ministerio de Informática, convirtiéndose en el gran
negociador de las importaciones. Su reciente viaje a Caracas
versó precisamente en consolidar los nexos de intercambio
comercial entre los dos países.
Si bien hasta ahora, el intercambio con Venezuela fue de
entrenadores deportivos y médicos para Barrio Adentro, con
Valdés, el intercambio natural podría ser de expertos en
represión y control policial de la población.
De Chávez dependerá solicitar o no, ese tipo de
asesoramiento. ¿Usted qué piensa? ¿Lo hará?
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Artículo
publicado originalmente en el semanario Zeta |