Lo
que vive actualmente en Venezuela el chavismo duro, podría
llamarse Ruptura del 2008. En los predios de la izquierda
venezolana, el término no es nuevo, fue acuñado en otras
circunstancias y en otra época, cuando en Ruptura militaba
el joven Adán Chávez y atraía a ese movimiento al cadete
Hugo.
Quienes
“rompen” actualmente, no se separan del pensamiento de la
izquierda, sino que rechazan sus procedimientos y se acogen
a los del enemigo, como lo sería presentarse en unos
comicios democráticos. Con ello colocan el chavismo sobre
una base de hechos reales en la política, en el poder y el
sacrosanto dinero. Esta trasmutación a un mundo de verdades
concretas es lo más grave que podía pasarle a Chávez cuyo
ascendente sobre las masas reposa sobre una ilusión
colectiva.
El
partido Podemos, los candidatos expulsados del PSUV y el
pueblo chavista que votó contra la Reforma Constitucional
tienen un rasgo común peligrosísimo para Chávez: han
desenmascarado la ficción de sus propuestas sin atacar de
frente el nexo afectivo entre el líder y las masas. Es como
quitar el andamio, y dejar al pintor flotando en el aire.
* * *
La relación de Chávez con la gente que ha creído en él,
escapa a la tradicional medición de un gobierno bueno o
malo. Si estuviesemos en una democracia normal, el colosal
desastre en materias como la seguridad personal, la
inflación, el desempleo, la vivienda, la vialidad, la
ausencia de justicia, la impunidad de los delincuentes, las
invasiones de la propiedad privada, una gigantesca
corrupción y últimamente la escasez de alimentos de primera
necesidad, hubieran sido más que suficientes para forzar la
renuncia de cualquier gobernante, pero con Chávez esto no
ocurrió.
El
dinero para comprar voluntades y conciencias sigue
funcionando con una fracción del chavismo patria o muerte.
En esto Chávez no difiere de otros regímenes que utilizan la
prebenda, pero con él, lo especial no son los boliburgueses,
sino la parte del pueblo que incluso ahora, guarda la
nostalgia de amores pasados. Ya no lo ama como antes, pero
se resiste a plantear el divorcio.
Las
reglas de juego que Chávez estableció desde su primer año de
gobierno, se anclaron en dos vertientes psicológicas. La
primera fue crear en la gente el sentido de pertenencia a un
grupo que persigue una meta superior y que fueron, por
etapas, los círculos, las misiones y las comunas. La
segunda, más profunda y duradera, fue dotar a esa gente de
un lenguaje diseñado para crear compromisos emocionales
independientes de la realidad y por lo tanto, inmunes a lo
que ocurra en esa realidad.
El
Estado fue llamado “bolivariano”, marcando una gesta heroica
que exige del ciudadano los mayores sacrificios. Los
ciudadanos dejaron de ser unos civiles a los que el gobierno
debe brindar seguridad social, bienestar económico,
servicios que funcionen y policías que los protejan. En el
vocabulario de Hugo Chávez, los habitantes de Venezuela son
ahora unos “combatientes” organizados en “batallones”. No
saludan deseando un “buen día”, sino amenazando con “patria,
socialismo o muerte, venceremos”. Para insultar, en vez del
tradicional C de su M, a los “enemigos” se les grita que son
“lacayos del imperio”.
El
vocabulario crea un mundo ficticio y unos compromisos ajenos
a las necesidades reales. La oposición democrática
tradicional, al burlarse del nuevo idioma que ella no
entiende ni acepta, cortó su comunicación con una parte de
la población. En cambio el chavismo de la ruptura, domina
ambos idiomas. Su rol será servir de traductor.
* * *
En su primera campaña, Hugo Chávez utilizó el juramento para
crear el vínculo de dependencia que le era necesario. El
adepto juraba “ser siempre leal al pensamiento del
Libertador Simón Bolívar”. Según la “Declaración Fundamental
de los Círculos Bolivarianos”, se ingresaba en el círculo
“por libre voluntad bolivariana”, para participar de “las
luchas emancipadoras de todos nuestros pueblos hermanos de
América Latina y del Caribe”.
En su campaña del Referendo Revocatorio 2004, Chávez dio la
más clara evidencia de su talento para crear escenarios y
construir situaciones ficticias. En un show cronometrado al
más mínimo detalle, Chávez apareció en cadena nacional, en
medio de un decorado meticulosamente estudiado, caminando en
unos salones de Miraflores acomodados para evocar siglos
anteriores, parándose junto al busto del personaje histórico
que quería realzar. Hablaba de la batalla de Santa Inés
ganada por Zamora y la dio como ejemplo de lo que será su
campaña para ganar el Referendo Revocatorio. Se refería a
uno de los más brutales episodios montoneros del siglo
antepasado. Simultáneamente, creaba “las Misiones” y las
lanzaba a su propia “batalla de Santa Inés”.
La
ficción era doble: además del transplante a otra época, se
traicionaba la verdad histórica: un bandido era el héroe a
imitar, el arrebato de tierras a sus propietarios legítimos
el ejemplo a seguir.
Esa
inversión de valores ha sido el arma y la debilidad del
chavismo. En el lenguaje oficial, los pistoleros son
defensores del Estado legítimo, las FARC son la esperanza
del pueblo colombiano, el militar institucional es “un
cobarde y un burro” (sic), Estados Unidos no es el mejor
cliente del petróleo, sino “el imperio” que se combatirá
creando “un Vietnam en Bolivia” (sic,sic), la mejor fuente
de producción no es la finca cuyo dueño trabaja de sol a
sol, sino un fundo zamorano cuya gente cobró y huyó. La
corrupción no se denuncia, se protege. Los jueces no juzgan,
obedecen. La policía no persigue a los delincuentes, acusa a
los inocentes.
Cada
domingo, el programa “Aló Presidente” se desarrolla en un
escenario distinto, artísticamente preparado, frente a unos
actores de relleno escogidos para que no desentonen. Chávez
aparece inaugurando empresas fantasmas, siembra maíz en un
campo baldío, muestra productos “endógenos” apresuradamente
traídos del exterior para aparentar. El discurso repite
palabras cuyo significado ha sido invertido, los
damnificados son llamados “dignificados”, se ignora la
inmensa feligresía venida a rezar en el acto de
beatificación de la segunda santa venezolana, pero a esa
misma hora en el Aló Presidente que transmite en vivo el
canal del Estado, se utilizan niños y el nombre de Cristo
para promocionar un curriculo escolar que la nación rechazó
en un reciente referendo. En nombre de Cristo, será creado
“el hombre nuevo”, calcado en el modelo soviético-cubano.
El
chavismo de la Ruptura no ha tocado el vínculo creado por el
juramento, por el sueldo que paga la misión o por la
esperanza de recibir una casa. Llama la atención el cuidado
con el que los disidentes rojos tratan la persona de Chávez.
La Ruptura se limitó estrictamente a rechazar la inversión
de valores para volver a un mundo real y esto es demoledor.
La
Ruptura denuncia una economía encarecida por el dólar
paralelo, mientras se mantiene un inútil control de cambio.
Está consciente que los precios controlados produjeron la
escasez de alimentos. Sabe que los cálculos de la inflación,
el desempleo, la pobreza y el costo de vida son cambiados a
“otros parámetros” para disfrazarlos mejor. Observa que la
deuda crece y que la esconden bajo el nombre de “emisión de
bonos”. Cuando Chávez llegó al extremo de presentar una
presidencia indefinida y una constitución castrista como el
paraíso por conquistar, la mentira fue demasiado gruesa. La
Ruptura la desenmascaró y abrió un dique que se lleva por
delante todas las mentiras juntas salvo una: la de Chávez
redentor.
* * *
Recapacitando el avance del chavismo en estos diez años,
vemos que Chávez ha seguido la norma natural de cualquier
régimen que emprende el camino de una dictadura. El
juramento que utilizó con los círculos, es el método nazi;
la ideologización bolivariana es similar al tema de la
antigua Roma en el fascismo italiano; las promesas de un
futuro que nunca llega, era propio del marxismo soviético;
el saludo “venceremos” es fidelista. La instauración de una
policía nacional acoplada con unas reservas devenidas en
guardia pretoriana, es la S.A. doblada de la S.S. nazi. La
DIM con sus tentáculos de espionaje en la Fuerzas Armada,
son los “politruk” que espiaban en la Unión Soviética a los
oficiales del Ejercito Rojo. Chávez no ha inventado nada
nuevo.
Le
faltaba rematar esta larga labor con la aprobación de la
Reforma Constitucional, que le garantizaría la presidencia
indefinida y el marco legal de una dictadura.
En el
referendo del 2 de diciembre para aprobar la reforma
constitucional, el pueblo chavista dijo NO e inició la etapa
de la Ruptura.
* * *
Actualmente, las opciones de Chávez son pocas. El vínculo
afectivo, si bien permanece, ha perdido vigor y lo que le
queda, es comprar a la gente o reprimirla. Las medidas que
está tomando parecen preparar ambos escenarios.
La
recién aprobada Ley de Ganancia Súbita le brinda los
millardos de dólares necesarios para financiar los círculos
comunales, encargados a su vez de convencer a los votantes
en las próximas elecciones regionales. La policía nacional
es creada para reprimir a una población inquieta. La
destrucción de la Fuerza Armada Nacional, anunciada
abiertamente por el Ministro de la Defensa, es para eliminar
un cuerpo que cree todavía en valores democráticos. Los
reservistas son entrenados y armados, para sustituir a la
FAN. Pero en todos esos cuerpos con los que cuenta Chávez
para permanecer en el poder, germina la semilla de la
Ruptura.
Chávez
se está acercando al último acto de un drama donde él ha
sido el guionista, actor, director y decorador. Los primeros
actos fueron de retórica. El último es de acción y
desenlace.
* |
Artículo
publicado originalmente en el semanario Zeta |