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País a la deriva
por Jurate Rosales
viernes, 15 junio 2007


Había que ilustrar un artículo sobre le escasez de aceite de comer y el reportero gráfico recibió la encomienda de fotografiar en un supermercado el letrero “2 botellas por persona”. Cuando llegó, lo encontró cambiado por uno que decía “una botella por compra”. Ese mismo día, el diario El Universal publicaba en primera plana una foto de amas de casa en Guarenas frente a las neveras vacías de un frigorífico, con la explicación “carne, pollo, azúcar, granos, leche en polvo y aceites faltan en las vecinas ciudades mirandinas”. Se refería a las ciudades dormitorio de Caracas.

Los economistas dicen que lo más grave no es la escasez, sino la inflación. Un decretado aumento del salario mínimo en 20% se derritió cuando la cifra oficial de la inflación llegó al 19,5 % anual, porcentaje teórico, puesto que lo calcula el Banco Central utilizando cifras de los precios regulados para rubros de la dieta básica que sólo se consiguen en el mercado negro al doble o triple de lo regulado.

A lo cual cabe agregar la desaparición del canal RCTV, señal libre y amena que cubría el 95% de la población, en una época en que ésta se encuentra condenada a no salir de noche de su casa, debido a los gravísimos problemas de inseguridad. El ciudadano sabe, que al salir, no sólo se expone al robo, sino al asesinato.

En los días inmediatamente previos al cierre de RCTV, el ruido nocturno de cacerolas – señal tradicional del descontento – se oía con mayor insistencia en los barrios populares caraqueños de Caricuao y El Valle y en los sectores populares de Maracay, Valencia, Maracaibo y Puerto La Cruz.

La compra de lealtades

Frente a ello, el gobierno multiplica las dádivas. Brinda pensiones de seguro social a toda persona de edad – haya cotizado o no -, paga presuntas becas, extiende ayudas monetarias al ama de casa en las zonas rurales.

Unos dos millones de empleados públicos viven del sueldo que les paga el gobierno. A cambio de ello, se les exige acudir puntualmente a toda reunión o mitin anunciados por las autoridades, vestir franela roja, gritar consignas revolucionarias y aupar a Hugo Chávez. La imposición, sobre todo entre los empleados públicos que son, en Venezuela, un importante segmento de la población si se les agregan los contratistas, proveedores y prestadores de servicios al sector público, es aceptada por unos y se traduce en doloroso dilema para otros.
El agresivo despliegue de súbitas y desmesuradas riquezas en la clase gobernante, termina por colocar la guinda sobre una torta de crecientes protestas populares.

Un ejército de vicepresidentes

El Presidente de la República parece estar consciente del ánimo de sus gobernados, porque en uno de sus últimos e interminables discursos, fustigó a quienes gastan en vehículos de lujo y los instó a compartir su riqueza con el pueblo. En esa misma alocución dio una dramática muestra de lo alejado que está de las realidades económicas, porque al ofrecer “al pueblo” la donación de 250 mil dólares que había recibido con un premio otorgado para su persona en Libia, no supo traducirlo en bolívares, se paseó por una confusión de tantos o cuantos ceros, terminando con un cálculo basado, no en el cambio legal impuesto por su gobierno, sino en el del mercado negro… de hace un mes.

En esa misma alocución Chávez anunció que introducirá en la legislación del país, el nombramiento de muchos vicepresidentes de la república “como en Cuba”, dijo, dando a cada vice el mando de un sector administrativo o regional. Con esta medida estaría barriendo a los ministros, los gobernadores y los alcaldes, porque colocaría encima de todos ellos a un representante directo de su persona, dotado del mismo poder absoluto que posee el presidente. Faltaría saber si los gobernadores y alcaldes, que se sienten electos y con mandato popular, estarían dispuestos a perder poder, dinero y libertad de acción, por un plumazo en Miraflores.

En cuanto a los ministros, su poder y permanencia en el cargo desde que gobierna Hugo Chávez son tan precarios, que su principal actividad parece resumirse a dar declaraciones calculadas para agradar al Presidente.

La rebelión estudiantil

¿Cuál es la situación de un estudiante universitario a los nueve años del gobierno de Chávez? El estudiante de la Facultad de Derecho debe memorizar largas listas de leyes, pero sabe que este esfuerzo de nada le servirá en un país donde los jueces deciden por orden del Ejecutivo. Quienes se enfrascan en la larga carrera de 9 años de estudios médicos, observan que su puesto en la medicatura está ocupado por un médico cubano, que nunca mostró ni revalidó su título. El futuro economista ve que sus estudios son inútiles en un país cuyas finanzas marchan al capricho de un teniente coronel. El futuro ingeniero escuchó que para poder trabajar en la principal industria del país, el requisito obligatorio es ser “rojo rojito”. Finalmente, los muchachos de la facultad de letras hicieron la lectura del cierre de RCTV: la profesión que podía denunciar y quizás remediar la situación de sus compañeros, se vio amordazada.

Simultáneamente con el cierre del canal, el Ministro de Educación Superior anunció que se impondrá el socialismo en todas las universidades y se reconsiderará la autonomía universitaria. Los estudiantes se rebelaron.


Un sistema de gobierno

Desde un principio, el sistema utilizado por Hugo Chávez consistió en crear organismos paralelos para duplicar, vencer y sustituir a los ya existentes. Así actuó con uno de sus principales enemigos – los sindicatos – creando sindicatos chavistas paralelos. Sustituyó un incómodo gremio médico que le exigía modernizar los hospitales, con los módulos “Barrio adentro” de galenos cubanos. Trató de debilitar las universidades al fundar grupos chavistas dentro de las instituciones existentes.

Cada organismo paralelo creado por el gobierno, al ser numéricamente inferior, podía actuar con violencia, a sabiendas que ninguna autoridad los castigará.

Ninguno de esos organismos paralelos le ha dado a Chávez el beneficio esperado. Los pequeños sindicatos chavistas proliferaron y llevan una sangrienta guerra entre ellos mismos. El “barrio adentro” está en gran parte desafectado. Las universidades nunca han sido tan unánimes en su rebeldía.

El caso de las universidades merece mayor análisis. En los últimos años, grupos de estudiantes chavistas ejercieron la violencia en la Universidad del Zulia, la de Los Andes (donde hasta recibieron apoyo del Tribunal Supremo), la UDO (la “Mano Negra”) y la UCV, donde la toma del rectorado fue dirigida a través de su hijo por la entonces Vicepresidenta de la República, Adina Bastidas, pero terminó en la derrota de los chavistas.

Los grupos chavistas nunca han logrado reunir mucha gente en las universidades. Cuando uno de ellos intentó frenar, la semana pasada en la UCV , una marcha lanzando bombas lacrimógenas y niples, fueron fácilmente cercados y dominados por los miles de manifestantes. Apareció que sumaban en total unos doce individuos.

Queda para el chavismo la Universidad Bolivariana y la UNEFA (Universidad militar) fundados por Chávez. En la Bolivariana, no pudieron reunir el miércoles pasado suficientes estudiantes para un debate de ideas pactado con las otras universidades. En la UNEFA han tenido alumnos uniformados que se unieron a las marchas rebeldes. Para el debate entre los dos grupos de estudiantes en la Asamblea Nacional, los oficialistas tuvieron que echar mano a jóvenes asalariados en la administración pública.

El alto gobierno debe haber medido estas realidades y estar consciente de que su último recurso – de dudosa fidelidad – son las policías, la Guardia Nacional y la Fuerza Armada. La pregunta es ¿quién dará las órdenes de reprimir? ¿Quién cargará con la responsabilidad de haber atacado con armas de fuego a estudiantes desarmados?

La anunciada creación de muchos vicepresidentes encaja en el sistema de “órganos paralelos” que siempre ha utilizado Chávez, pero su funcionamiento presenta interrogantes. ¿Se imagina alguien una lucha armada, como la de los sindicatos chavistas, entre dos vicepresidentes de la república? Por cierto, ¿la gente con la que se rodearía cada vice, estaría allí para trabajar o para enriquecerse? ¿Qué resultado real, salvo el de una aún mayor centralización del poder en su persona, espera Chávez brindar a la población? Finalmente, ¿quién será el vicepresidente encargado de la represión y cuál será su futuro?
 

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  Artículo publicado originalmente en el semanario Zeta


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