El terror que le causa a Hugo Chávez y en especial a los
chavistas acusados de cometer delitos lesa humanidad, la
pérdida de las elecciones presidenciales el próximo 7 de
octubre, los puede llevar no sólo a la desesperación y a la
arbitrariedad a través de los Poderes Públicos que
controlan, como utilizar el Tribunal Supremo de Justicia
para que dictara un embargo contra los bienes de Globovisión
y profundizar la hegemonía comunicacional, sino también a
cualquier disparate represivo, sin descartar los ataques a
la oposición y en particular al candidato de la Alternativa
Democrática, Henrique Capriles, por parte de los grupos
paramilitares dispuestos a cumplir órdenes superiores.
El Presidente Hugo Chávez no se atrevió a intervenir y sacar
del aire a Globovisión, porque el costo político a
pagar sería muy elevado, cuando apenas faltan unos 3 meses
para las elecciones presidenciales, pero instruyó al
Tribunal Supremo de Justicia para que embargara sus bienes
por una cantidad superior a los 24 millones de bolívares,
con lo cual pensaba cerrar la planta televisora que enseña
las dimensiones de las marchas y concentraciones de Henrique
Capriles, quien aspira a derrotarlo el 7 de octubre.
La burda maniobra contra planta televisora deja al desnudo
la política de hegemonía comunicacional que viene imponiendo
su régimen autoritario,, personalista y militarista,
restringiendo cada vez más la libertad de expresión y de
empresa, utilizando los resortes políticos y económicos que
posee el Estado para limitar y violar derechos
constitucionales.
Conociendo las características y condiciones de toda empresa
creada para obtener dividendos, mediante la prestación de un
servicio público, informando a los teleaudientes de los
hechos más importantes que se producen en el país y en el
extranjero, pero que por diversas razones afectan el
prestigio del gobierno y sobre todo de su comandante en
jefe, éste utiliza el control que tiene de todos los
Poderes Públicos para tratar de darle una apariencia de
legalidad a la liquidación de uno de los medios de
comunicación social, que no se ha sometido a su política
autoritaria.
Y
aunque el país democrático ha protestado por lo que
constituye una flagrante violación del derecho a estar
plenamente informado a través del canal de televisión que
decida escoger, debe estar consciente de que el miedo a la
derrota puede llevar a Chávez a cometer todo tipo de abusos
y violaciones a la Constitución Nacional y otras leyes
vigentes.
El
gobierno ya no puede engañar por más tiempo a millones de
venezolanos que creyeron que Hugo Chávez era el hombre
necesario para cambiar el país hacia una etapa de mayor
desarrollo económico y profundización de la democracia,
cuando después de más de 13 años no ha podido siquiera
garantizar la seguridad de las personas, la salud y la
vivienda, la calidad de vida del ciudadano y un empleo digno
que le permita enfrentar la inflación que se come lo
pequeños aumentos recibidos por decreto oficial.
Las
protestas sociales vienen creciendo cada año y cada mes, en
las que participan centenares y a veces miles de
trabajadores reclamando sus derechos, como aumentos de
sueldos, muchos de los cuales no alcanzar para cubrir la
cesta básica, las prestaciones sociales retenidas por años,
que en algunos casos ya los beneficiarios han muerto
esperando el cumplimiento de promesas del Comandante
Candidato, que en este nuevo proceso electoral las repite,
pensando que todavía puede tener alguna credibilidad.
Hoy, a pesar de
todos los intentos violentos y leguleyescos, Chávez no ha
podido cerrar a Globovisión, porque después de la
experiencia de RCTV, el mundo democrático, dentro y fuera de
nuestras fronteras, ha dado demostraciones de estar
dispuesto a movilizarse en las calles y en los organismos
internacionales para defender el derecho universal a
expresar libremente sus opiniones. El nuevo tiempo que
vivimos, en el que crece la democracia política, cuyo
contenido circula por las redes sociales, ha contribuido a
concientizar a los pueblos, por lo que Chávez tiene perdida
la mayoría de los electores, que irán por él, democrática y
pacíficamente, el 7 de octubre, y elegirá a Capriles el
nuevo Presidente de la República.