Con el voto unánime de los 33 Presidentes y Jefes de
Gobierno de América Latina y del Caribe se aprobó la
creación de la Comunidad de Estados de Latino América y el
Caribe, con objetivos e intenciones diferentes, según lo
expresado por varios de los asistentes y con el silencio de
otros frente a las razones que los llevaron a un encuentro
posiblemente histórico, trascendente o inoperante, de
acuerdo a las decisiones que se tomen en el futuro.
La
existencia de varias organizaciones interamericanas,
regionales y subregionales como la CAN, el MERCOSUR, el
SELA, la ALADI y otras languidecientes y con importantes
contradicciones internas que se expresan, por ejemplo, con
el abandono de la CAN por parte del gobierno del Presidente
Chávez, por el rechazo de MERCOSUR al ingreso de Venezuela
por no cumplir con la cláusula democrática de respeto a los
Derechos Humanos y al Estado de Derecho y la mayoría por
violaciones evidentes a los estatutos que las rigen, no
parece indicar un futuro promisor a lo que podría ser un
instrumento primordial, para negociar con los Estados
Unidos, la Unión Europea y otras potencias de Asia, acuerdos
económicos, políticos y sociales para beneficio de todos.
Mientras el Presidente Hugo Chávez y sus colegas de la ALBA
denunciaron al imperialismo norteamericano como el
responsable de nuestros males, dejando traslucir la
intención de utilizar la nueva agrupación latinoamericana y
del Caribe contra USA, el Presidente Juan Manuel Santos fue
enfático al afirmar que la CELAC no tenía como objetivo ir
en contra de nadie, sino en favor de sus integrantes.
Brasil, México y Argentina para citar los más desarrollados
de la región, tienen no sólo excelentes con los Estados
Unidos, sino también un comercio mil millonario en dólares,
que sustentan sus economías, además de los acuerdos de libre
comercio de Perú, Chile, Panamá, Centro América, Colombia y
México con la potencia contra la cual embistieron los
miembros de la ALBA.
Mientras Chávez habló de la ¨vieja¨ OEA, coreado por sus
colegas presidentes de los países de la ALBA, ningún otro
Presidente o Jefe de Gobierno pareció entusiasmado con ese
planteamiento, con lo que dejaban sentado que la OEA es un
organismo distinto, con la presencia de Estados Unidos y
Canadá, mercados abiertos para sus exportaciones e
importaciones.
Si
Chávez y sus socios favorecidos por las dádivas millonarias
del Comandante Presidente, insisten en tratar de utilizar la
CELAC contra USA y Canadá, la pueden conducir al fracaso
total o a su inoperancia, por lo menos hasta que haya un
cambio de gobierno en nuestro país, y el nuevo Jefe de
Estado ponga de lado su ideología sino coincide con la
globalización de la economía y el respeto a la pluralidad
política, y actúe en interés del desarrollo y bienestar de
los venezolanos.
Chávez y sus socios no pudieron ni podrán evadir la
existencia de normas que garanticen la Defensa de los
Derechos Humanos, ni lo establecido en la Carta Democrática
Interamericana en la normativa que rige, por lo menos en
teoría, a la Organización de Estados Americanos (OEA). Dicho
de otra manera quedó aprobado en la Carta de Caracas, que
rige para la CELAC, que uno de sus objetivos es no sólo
defensa de los Derechos Humanos, sino también la lucha
contra el terrorismo y el narcotráfico, que apuntan contra
las mafias comprometidas con esos delitos de lesa humanidad.
En
síntesis, la pertinencia y el futuro de la CELAC va a
depender de su funcionamiento, de los resultados de sus
relaciones con otros bloques de naciones y de algunas
potencias económicas tanto de este como de otros
continentes. La creación de la CELAC no afecta a ninguna de
las grandes economías mundiales, por lo contrario voceros de
los Estados Unidos, de la Unión Europea, de Asia, que
buscan nuevos mercados, han declarado que les gustaría
entenderse con sus dirigentes. De allí que no se podrán
emitir juicios fundamentados en los hechos, hasta que se
haga alguna evaluación de de su efectividad, si es que la
pueda alcanzar.
Y
aunque algunos analistas y políticos han celebrado como
positiva su creación, si actúa a favor de sus integrantes,
lo cual es lo sensato y propio de los tiempos que vivimos,
lo que puede descartarse de una manera definitiva es que sea
utilizada para enfrentar a los Estados Unidos, por las
declaraciones de los jefes de Estado de los países más
importantes, como Brasil, México y Argentina, y hasta
Colombia, Perú y Chile se desmarcan del Comandante Chávez y
sus acólitos de la ALBA y se disponen a celebrar un Tratado
con las naciones asiáticas del Pacífico. El progreso del
mundo de hoy se apoya en las negociaciones, la conquista de
nuevos mercados, y no en la confrontación por razones
ideológicas.