Las
última arremetida contra diversas manifestaciones pacíficas
de ciudadanos que pretenden ejercer una derecho
constitucional, por parte de la policía metropolitana, la
Guardia Nacional y grupos parapoliciales o paramilitares
partidarios del gobierno, son signos de que la represión
constituye una política del Estado para tratar de
aterrorizar a la población.
La creación de un régimen policiaco que reprime, secuestra
ciudadanos, los incomunica y tortura para luego imputarlos
sin asistencia jurídica como lo hicieron con varios
trabajadores de la Alcaldía Metropolitana, coloca al
gobierno al margen de la Constitución Nacional.
La
represión a la multitudinaria marcha pacífica del sábado 22
del presente mes de agosto, a los pocos días de ser
agredidos brutalmente un grupo de periodista de la Cadena
Capriles quienes realizaban una actividad también pacífica,
ambas en protesta por aspectos fundamentales de la Ley de
Educación aprobada recientemente por la Asamblea Nacional,
confirma ya una política del Comandante Chávez dispuesto a
no tolerar ninguna manifestación disidente de lo que
considera la única verdad que debe imperar en la conciencia
de los venezolanos, como expresión de una estrategia que nos
conduzca al mar de la felicidad cubano, que él denomina
socialismo del siglo XXI.
El alto
gobierno debe estar ya convencido de que sus políticas
sociales y económicas, tenidas como la panacea universal
para sacar el país de la pobreza, de las desigualdades
sociales y del subdesarrollo en general, no han convencido a
la mayoría de la población, que expresa su descontento no
sólo en las encuestas de opinión pública, sino también y con
su presencia en las calles de las principales ciudades del
territorio nacional, por lo que ha apelado a la represión
policial y militar para tratar imponer sus planes de
cubanización de Venezuela.
El
acelerador del proceso revolucionario pisado por el
Presidente de la República, ordenándole a sus diputados en
la Asamblea Nacional que aprueben de urgencia las leyes que
considera necesarias para su éxito, a la Fiscalía a que
proceda a imputar a los disidentes, y a los jueces a que los
lleven a prisión, son los verdaderos ¨vientos de guerra¨
anunciados por el Jefe Único que amenazan a nuestro país, y
no la utilización de las bases aéreas colombianas por el
gobierno de los Estados Unidos, para combatir el
narcotráfico, las guerrillas y los paramilitares.
La
supuesta amenaza de una guerra contra nuestro país por parte
de los Estados Unidos, desde las bases aéreas colombianas,
no sólo es un pretexto tratar de defender a sus aliados de
las FARC, sino también un subterfugio para profundizar la
represión contra la disidencia de los venezolanos.
De allí
que el país se enrumba hacia nuevas y posiblemente más
difíciles y graves confrontaciones políticas, porque la
sociedad democrática, que no sólo es de la oposición sino
que incorpora a sectores del chavismo que también aspiran
educar libremente a sus hijos, ser propietarios de algún
bien pequeño o grande, no seguir siendo víctimas del hampa
que actúa con gran impunidad y que el Comandante Chávez les
cumpla las promesas de mayor bienestar, se manifiestan cada
día más decididos a defender sus derechos establecidos en la
Constitución Nacional de 1999.