El
triunfo del sí en el referendo del domingo pasado le abre el
camino al Presidente Hugo Chávez para presentarte nuevamente
como candidato a la reelección en el 2012, lo que le da la
ventaja de disponer de 4 años para realizar una campaña
permanente utilizando el peso del Poder Ejecutivo que ejerce
a sus anchas y el control que ejecuta sobre los demás
Poderes Públicos, frente a una oposición que arranca
lanzándose algunos dardos que la pueden dividir en vez de
unirla, sino no traza políticas claras del juego democrático
para llegar a un nuevo acuerdo en todas las elecciones que
debe enfrenar hasta el 2012.
Sin
embargo, Chávez deberá preservar las condiciones de vida que
hoy disfrutan esos 6 millones de venezolanos que sufragaron
por la reelección indefinida, o mejorarlas. No me refiero a
las condiciones políticas porque seguirá ejerciendo todo el
poder que le otorga el cargo de comandante en jefe, del cual
dependen los demás poderes públicos y las empresas del
Estado que le dieron los recursos para movilizar y
entusiasmar a esa mayoría que le acompaña. Durante los 4
años que le faltan para completar el período constitucional
que todavía ejerce, deberá enfrentar las consecuencias de
una difícil crisis económica mundial, que los principales
estadistas del mundo desarrollado intentan solucionar
uniendo no sólo a todos los sectores políticos, económicos y
sociales de sus respectivos países, sino también a todas las
naciones democráticas que sufren el impacto de la crisis. El
momento político y económico que viven los países en este
espinoso momento histórico, los ha llamado a la unidad para
buscar la solución definitiva o para detener una catástrofe
universal.
El
Presidente Chávez no parece proclive a un entendimiento con
el 45% de la población que le adversa, y todo parece indicar
que tratará de profundizar las políticas, sobre todo
económicas, que viene empleando desde hace algunos años, en
la creencia de que los resultados electorales del 15 de
febrero ratifican que anda en la vía correcta. Si persiste
esa visión, esa concepción del momento que atraviesa nuestra
economía, puede conducirlo, como apuntan las estadísticas, a
una mayor inflación y a un mayor estancamiento de la
economía, a lo que los economistas llaman la estanflación, y
el panorama político, incluso económico y social que le
permitió la victoria, puede cambiar para peor. Y no sólo
para su gobierno y sus cálculos para conseguir otra
reelección, sino para todos los venezolanos, especialmente
para los más pobres.
Pensar
que los laureles de hoy estarán presentes en 2012, puede ser
no sólo una ilusión, sino también un error de proporciones
gigantescas, que de no cambiar la óptica y las políticas
económicas y sociales, aumenten la pobreza y el atraso
económico del país. Y sobre todo, si desde la Alcaldía
Metropolitana, las gobernaciones de Miranda, Zulia, Táchira,
Carabobo y Nueva Esparta, más las otras alcaldías que ganó
la oposición, sus titulares dan un ejemplo de eficacia
administrativa y honestidad en los manejos de los dineros
público.