La
aceleración de las medidas que Chávez ha decidido ejecutar
después del referendo del 15 de febrero, para avanzar hacia
él llama el Socialismo del siglo XXI, como la militarización
del país, sustituyendo los tribunales por la ocupación
militar de fincas en producción, pareciera que será impuesta
a toda la sociedad, tal como lo anunció con la amenaza de
militarizar el Metro de Caracas.
Cuando
los trabajadores del Metro de Caracas esperaban que las
autoridades del Ministerio de Trabajo atendieran sus
solicitudes de hacer cumplir el contrato colectivo y la
apertura de un nueva contratación para los próximos años, el
Presidente de la República amenaza con militarizarlo, si sus
obreros y empleados hacen uso de un derecho constitucional
de huelga como instrumento de presión laboral, violando la
Carta Magna y demostrando que el Socialismo del Siglo XXI no
tiene nada que ver con la clase obrera.
La
actuación del comandante en jefe en los últimos días
calificando de contrarrevolucionarios a los obreros de las
plantas de Guayana, negándoles derechos adquiridos como
producto de sus labores durante varios años, le agrega la
amenaza a los trabajadores del Metro de sustituirlos por
batallones de militares, que no sólo no están preparados
para cumplir esas funciones, sino que deberían estar en la
larga frontera de nuestro país protegiéndonos de los
paramilitares, la guerrilla y el hampa que secuestra a
centenares de venezolanos.
De allí
que para los trabajadores del Metro de Caracas y de las
empresas básicas de Guayana, el Socialismo del siglo XXI les
ha resultado, tal como lo están viviendo y sufriendo, con
consecuencias graves en sus salarios y en la manutención de
sus familias, un régimen típicamente militarista y
personalista, que atiende a los intereses del Estado y de la
concentración de poder en manos del Presidente de la
República, lo cual indica que los conflictos sociales se
pueden agravar en los próximos días o meses.
La
conflictividad se extiende por todo el país a diversos
sectores sociales que esperaban del Socialismo del siglo XXI,
no sólo una mejoría en sus ingresos salariales, sino
también, y esto es lo más importante, que las empresas que
dieran pérdidas por mala administración de sus gerentes,
pasaran a ser administradas por los trabajadores, estos han
comenzado a recibir el impacto de la violencia que el Estado
está dispuesto a ejercer para controlar las principales
instituciones del país.
La
militarización está más cerca del fascismo que del
socialismo, y aunque también existe un socialismo
autoritario, que en nombre del Estado vulnera y reprime los
derechos de lo trabajadores, cualquiera les resulta
represivo a los obreros y empleados del Metro de Caracas,
que requieren diálogo y no violencia.
La
sociedad democrática del país tendrá que enfrentar la más
grave crisis política y social provocada desde el poder, que
al lado de la crisis económica que comienza a tener efectos
en el bolsillo de los más pobres y de la clase media, puede
generar una descomposición y un caos político nunca vivido
en Venezuela, pero sí en otros países de América Latina, que
después de muchos años de opresión, han unificado todos los
sectores democráticos para superarlos.