El
declive de Hugo Chávez que registran las encuestas que se
han realizado en el mes de julio y la proliferación de
protestas sociales en la mayoría de las ciudades del país,
ha provocado una reacción casi tóxica del Comandante en
Jefe, que ha dispuesto pisar el acelerador al ritmo de su
proceso revolucionario, ordenándole a sus diputados la
aprobación de varias leyes, cuyo contenido tiene por objeto
provocar miedo en la población y en particular pesimismo
frente a la necesidad de concurrir a elecciones en el 2010 y
en el 2012, cuando puede sufrir una derrota mortal para sus
aspiraciones de perpetuarse en el poder.
La
aprobación en primera discusión por la Asamblea Nacional del
Proyecto de Ley de Educación, sin el consenso del gobierno,
la oposición y la sociedad civil, no sólo ha provocado el
rechazo de la mitad o algo más de la población –si incluimos
a un sector chavista que tampoco fue consultado- sino que
también ha abierto un debate, una confrontación ideológica,
conceptual y pragmática que hará imposible la aplicación de
dicha Ley si es que llega a aprobarse en forma definitiva,
con graves riesgos para la paz social que el país requiere
para incorporarse al tren del progreso y bienestar de los
venezolanos.
Por la
importancia de la mencionada Ley, cuyo contenido y
aplicación involucra directa o indirectamente a todas las
familias venezolanas e incluso extranjeras que viven en
nuestro territorio, la confrontación será por tiempo
indeterminado, porque por ahora ha empezado en los medios de
comunicación social y en las calles de las principales
ciudades del país, cuando todavía no había sido aprobado el
Proyecto de Ley. De llegarse a aprobar en medio de protestas
por parte de quienes se sienten afectados por su contenido,
la discusión continuará desde el aula del preescolar hasta
la universidad, pasando por los hogares de aquellas familias
que tienen conciencia de sus derechos constitucionales para
que sus hijos reciban una educación plural, libre y
democrática, que no responda a un pensamiento único.
La experiencia venezolana nos enseña que una Ley de
Educación, para que sea acatada por la mayoría de la
población, debe ser aprobada por consenso, y ello es posible
sólo después de un debate en el que participen
representantes de todos los sectores de la sociedad, y no
únicamente los más cercanos partidarios del Comandante en
Jefe.
En las
condiciones impuestas por la cúpula de Miraflores en forma
vertical, militar, a la Comisión de Educación de la Asamblea
Nacional para que la presente a la plenaria antes de que
termine el período de vacaciones escolares, dificulta
discutir lo positivo y lo negativo de su contenido, y deja a
quienes no han sido consultados, sin otra alternativa que el
rechazo general. De allí que la confrontación también será
general, y el intento de controlar la sociedad para imponer
un pensamiento único a través de la educación no tiene
posibilidades de éxito, Hugo Chávez será derrotado.
La
estrategia militar de los gobiernos totalitarios para crear
pánico en la población, aprobando leyes punitivas,
autoritarias, se impuso en la Alemania de Hitler con
consecuencias desastrosas para millones de alemanes que
sufrieron los rigores de la violencia oficial, detenciones
masivas, torturas y muerte en campos de concentración Pero
los tiempos han cambiado, la democracia se ha convertido en
la bandera de los países civilizados, y las amenazas del
totalitarismo encuentran no sólo alertas, sino mejor
preparados, tanto a la sociedad venezolana, por la
conciencia democrática adquirida en las últimas décadas del
siglo XX, como a la comunidad internacional que rechaza la
violencia y trata de contribuir a buscar soluciones
pacíficas y democráticas. Y lo que se observa hoy en las
múltiples manifestaciones realizadas en todo el país, es que
el miedo está siendo y será vencido por la firme conciencia
democrática padres y representantes, estudiantes, maestros y
profesores, militantes políticos y por la sociedad civil en
general.