La
dimensión humanista que le dan los jóvenes estudiantes a sus
luchas contra la Enmienda a la Constitución, no sólo
trasciende el momento de bochorno y subdesarrollo que Hugo
Chávez y el autoritarismo le han impuesto a la sociedad
venezolana, sino que también, por su coraje y su discurso
sorprendente y coherente por su profundidad de ideas y
valores democráticos, garantiza que no se dejarán quitar el
futuro de libertades en el cual aspiran vivir.
Los
jóvenes que también quieren ser, con legítimos derechos,
presidentes, gobernadores, alcaldes y legisladores en un
futuro inmediato o de corto plazo, revelan que conocen los
valores de la democracia y se preparan para constituir un
nuevo liderazgo, que la rescaten definitivamente del
personalismo, del militarismo y de la tendencia autoritaria
del Presidente de la República.
El
significado de la mega marcha convocada por los estudiantes
apunta hacia un futuro de convivencia democrática y
constituye un alerta que ha debido llegar a los oídos y ojos
del Presidente Hugo Chávez, seguramente después de observar
las fotos que tomaron sus funcionarios desde el helicóptero
de la Disip, que le han debido revelar el poder de
convocatoria de los jóvenes y lo acertado de los partidos
políticos y de la sociedad civil al colocar en sus manos la
movilización para demostrar que una mayoría de venezolanos
no quieren la reelección indefinida de ningún ciudadano en
su respectivo cargo.
La
crítica del Comandante en Jefe a la actuación de grupos
violentos que le apoyan e incluso se consideran chavistas
hasta la muerte, debe ir acompañada de una autocrítica
interna, que a su vez le debe indicar el grave error de
haber armado una especie de tropas de choque para defender
su revolución, de una agresión que no llega ni desde el
exterior ni del interior del país.
La
amenaza de otro golpe de estado que lo obligue otra vez a
renunciar, como el famoso y trágico 11 de abril del 2001, se
convierte cada día que pasa en un fantasma que, sin dejar de
preocuparle, merece también una seria reflexión. El país
político aprendió que ese no es el camino correcto para
cambiar de gobierno, que la mayoría busca el rumbo que
señalan los estudiantes con su mega marcha pacífica y
democrática, no sólo porque el 11 de abril fue un retroceso
para el país democrático, sino también porque el 4 de
febrero del 1992 fue otro ejemplo de aventurerismo
antidemocrático y de regresión histórica, que tampoco debe
repetirse.
La mega
marcha convocada por los jóvenes que también aspiran ser
candidatos a la Presidencia de la República, gobernaciones,
alcaldías y cuerpos deliberantes en el futuro, tiene como
lectura inmediata que los venezolanos debemos erradicar la
violencia como forma de lucha política, y disputarse el
ejercicio del poder mediante elecciones transparentes y
universales, que NO haya elección indefinida y que el
Presidente Chávez debe desarmar a sus grupos violentos,
antes de que sea demasiado tarde, porque puede perder su
control.
La
democracia requiere, como sucede en el mundo civilizado, un
desarme total de la población civil, si se quiere evitar que
la espiral de la violencia continúe la matanza de miles de
jóvenes en los barrios populares y liquide lo que nos queda
de convivencia ciudadana.
El
combate cívico de los jóvenes y su disposición a contribuir
a la defensa del voto, es el prólogo y el epílogo de una
gran jornada que todos los venezolanos democráticos debemos
realizar el 15 de febrero, para detener la carrera desbocada
del Comandante Chávez hacia la presidencia y dictadura
indefinidas, votando NO y disponiéndonos a hacer respetar
los resultados electorales.