Sin que
haya superado el golpe que frenó en Honduras el avance del
proyecto chavista, llamado bolivariano y del siglo XXI, el
Comandante Chávez tiene que enfrentar la grave denuncia del
gobierno colombiano, cuyo ejército decomisó a las FARC un
lote de armas de gran potencia, que habían sido compradas
por el ejército venezolano al gobierno Sueco. La gravedad de
la denuncia colombiana se fundamenta en la posibilidad de
que dichas armas le hayan sido entregadas a las FARC por
orden de Hugo Chávez, porque lo colocaría entre los
cooperadores con el terrorismo y el narcotráfico, penados
por la legislación internacional.
Después
de un evidente éxito de su política exterior en Bolivia,
Ecuador y Nicaragua, el Hugo Chávez ha sufrido su primera
derrota en Honduras, donde su pupilo el Presidente Manuel
Zelaya fue derrocado por el Ejército, siguiendo
instrucciones del Poder Judicial, con anuencia del Poder
Legislativo, la Fiscalía General y hasta del Partido Liberal
que lo postuló e hizo elegir, para frustrar su intento de
modificar la Constitución Nacional de ese país y hacerse
reelegir por tiempo indefinido, según el guión o estrategia
política que aplican o tratan de aplicar los partidarios del
ALBA que motoriza el Comandante en Jefe venezolano.
Consumado el derrocamiento del Presidente Zelaya, con clara
violación de sus derechos humanos al ser apresado por la
fuerza, sacado en pijama de la Casa Presidencial y enviado
en un avión a Costa Rica, el mundo democrático levantó la
voz protesta e hizo aprobar por la OEA un acuerdo mediante
el cual se desconoce el gobierno de facto y pide el regreso
incondicional del Presidente derrocado. Y aquí comienza otra
batalla que también la pierde, hasta ahora, el Comandante
Chávez, quien llama a la intervención militar, incluyendo a
los Estados Unidos, si no renuncia de inmediato el
Presidente Micheletti, nombrado por el Congreso de la
República de su país, en lo que consideran una sucesión
presidencial ajustada a la Constitución en vista a la
ausencia del Presidente electo.
Mientras hasta el Secretario General de la OEA, José Miguel
Insulza, se suma al coro de Hugo Chávez, de retorno de
Zelaya sin condiciones, con lo cual pierde su autoridad de
mediador, el Presidente Barak Obama juega su primera carta
de su nueva política hacia América Latina e instruye a su
Secretaria de Estado para que explore la mediación del
Presidente de Costa Rica, Oscar Aria, Premio Nobel de la
Paz, para buscar una solución pacífica y concertada de la
crisis política de Honduras.
Pero la
audacia de Hugo Chávez no se detiene, llama al pueblo y al
ejército hondureños a sublevarse. Hace acompañar a Zelaya,
con su canciller Maduro, a la frontera de Nicaragua con
Honduras, a la espera de que el Ejército, al estilo del
General Raúl Baduel, lo rescate y lo conduzca al Palacio de
Gobierno, hecho histórico que al cierre de este artículo no
se había producido, lo que podría ser indicador de otra
derrota de nuestro Comandante en Jefe.
El
momento político que tiene que enfrentar el Presidente
Chávez en los próximos días y meses, es tal vez el más
difícil que se le ha presentado en el área interamericana e
internacional, con alguna proyección en la crisis interna
política, social y económica que atraviesa nuestro país y
para la cual no ha encontrado solución. El descubrimiento de
la intervención del Presidente de la República en los
asuntos internos de Honduras y de Colombia, podría meter o
conducir a Venezuela en un conflicto internacional, que los
venezolanos democráticos chavistas y no chavistas no
buscamos, ni queremos, ni somos responsables cualesquiera
sean las consecuencias.