Los
próximos comicios para elegir gobernadores, alcaldes y
diputados a los Consejos Legislativos, después que la
sociedad democrática le propinó la primera derrota a Hugo
Chávez en diciembre del año pasado, se proyecta como el
acontecimiento político cuyos resultados señalarán el rumbo
democrático o autocrático del país, si el triunfo lo alcanza
la oposición o los candidatos del gobierno.
La
proliferación de partidos en la oposición como consecuencia
de la casi extenuación de las grandes organizaciones
políticas, Acción Democrática y Copey, que conformaban el
bipartidismo en nuestro país, hasta el ascenso al poder del
Presidente Hugo Chávez, ha obligado a sus dirigentes a
procurar una fórmula unitaria para intentar derrotarlo, por
segunda vez, el próximo 23 de noviembre en las elecciones de
gobernadores, alcaldes y diputados a los Consejos
Legislativos. Ante la responsabilidad histórica de detener
la tendencia autoritaria del actual jefe del gobierno, que
amenaza con modificar la Constitución Bolivariana para
aprobar una elección indefinida, las dificultades que por
razones ideológicas y de legítimas aspiraciones personales
se les han presentado a los operadores políticos, tienen que
superarlas por lo menos en la mayoría de los casos, para no
exponerse a una derrota que abra paso al continuismo
autocrático del Comandante Chávez.
Y
aunque el gobierno enfrenta problemas iguales o peores
debido a la prepotencia de los dirigentes del PSUV, que
dejaron fuera a sus aliados de todas las postulaciones para
gobernaciones y alcaldías, y han recibido como respuesta la
decisión, hasta ahora firme del PPT y el PCV, de presentar
sus propios candidatos en varios estados municipios, la
oposición no cuenta con el presupuesto nacional puesto al
servicio de los aspirantes del oficialismo. De allí el
ineludible deber de los dirigentes de los partidos de la
oposición de presentarle al país los mejores candidatos
posibles, que no debería excluir a algunos independientes
con arraigo e imagen de posible cambio en la sociedad.
La
experiencia de éstas y otras elecciones regionales indica,
incluyendo las encuestas realizadas en las principales
ciudades, que la influencia del carisma de Hugo Chávez será
menor, no sólo porque ha perdido gran parte de su conexión
con los sectores populares, atendiendo necesidades de otros
países para alimentar su ego y prestigio continental, que
también ha disminuido, sino por la imposición a dedo de los
candidatos del PSUV. Pero la experiencia también indica que
el peso del Estado, con todo el ventajismo que ello
significa, le ha permitido elegir a muchos ilustres
desconocidos, incluso sacados de los cuarteles, lo que hace
imprescindible la unidad de la oposición.
Sin
embargo, las características regionales de estas elecciones
enfrentará también la política de descentralización contra
el centralismo del Presidente acentuado en los últimos años,
que lo puede llevar a una derrota definitiva a su Proyecto
continuista.