En la
conciencia democrática de los venezolanos se ha fortalecido
la concepción plural de la política, como expresión de una
voluntad de respeto al adversario y de defensa de los
principios constitucionales que establecen que Venezuela es
un Estado democrático y social de derecho y de justicia, y
un gobierno, según el artículo 6, que será siempre
democrático, participativo, electivo, descentralizado,
alternativo, responsable, pluralista y de mandatos
revocables. De allí la resistencia de los partidos de
oposición, de la sociedad civil en general, y en particular
del PPT y del PCV a admitir la constitución de una partido
único o un pensamiento único de los venezolanos.
Aún con
todas las diferencias que se tengan con las políticas
fundamentales del partidos Patria Para Todos y Comunista de
Venezuela, su negativa a formar un partido único de la
revolución chavista y su rebelión frente a la imposición de
los candidatos a gobernadores, alcaldes y diputados a los
consejos legislativos regionales por parte del Comandante en
Jefe, son acontecimientos que deben y serán registrados como
una contribución a la consolidación del pluralismo político
en nuestro país. Incluso, lo que aparece como una conducta
indigna de sus principales dirigentes frente a los insultos
del Presidente de la República, no sólo es simplemente una
respuesta circunstancial ante un electorado confuso del
chavismo, sino también la repetición de una política o
comportamiento de todos los grupos disidentes que pretenden
arrastrar al mayor número posible de militantes de base de
los partidos en crisis.
Después
del 23 de noviembre el panorama político venezolano enseñará
o revelará un nuevo rostro, un cuadro totalmente distinto al
actual, en el cual el PPT y el PCV mantendrán sus objetivos
estratégicos y hasta repetirán viejas consignas del
marxismo-leninismo, pero podrán convivir pacíficamente con
sus adversarios de la oposición e implícitamente con el
partido del gobierno. Esa ha sido la dinámica política en
Venezuela, especialmente vinculada a las décadas del período
democrático que se inicia en 1958 con la caída de la
dictadura del General Marcos Pérez Jiménez, de partidos
marxista-leninistas como fue el caso del Movimiento de
Izquierda Revolucionaria (MIR) que con el PCV de entonces,
pretendió subvertir el orden democrático, para, una vez
derrotados acogerse a la lucha pacífica.
De allí
que la hipótesis de la contribución del PPT y del PCV de
fortalecer el pluralismo político, tiene una fundamentación
histórica. Es más, de acuerdo con los resultados electorales
del 23 de noviembre podría robustecer la tesis de que la
democracia ha sufrido o experimentado una crisis transitoria
con la intentona de los golpes de estado del 4 de febrero y
del 27 de noviembre de 1992, y con la tentativa autoritaria
desde el gobierno del Comandante Chávez. Estamos en camino
de rescatar el sistema democrático en las próximas
elecciones y sería una mezquindad, un grave error político,
no reconocer, aunque no se comparta su ideología, el rol
desempeñado por estos partidos.
Tal vez
una de las tareas más importantes de la oposición y de estos
partidos enfrentados a la política personalista y
autocrática de Chávez, una vez modificados los porcentajes
electorales de apoyo al Comandante en Jefe, sea emplazar al
Presidente de la República a actuar en el marco de la
Constitución Bolivariana, impulsada y aprobada por él mismo.
La consolidación de la democracia requiere de un diálogo
civilizado, respetuoso de los principales actores políticos
y generador de confianza en la mayoría de la sociedad, para
enrumbar el país hacia el desarrollo y bienestar de la
población, con especial énfasis en la calidad de vida de los
más pobres y de la clase media que la ha visto naufragar en
los últimos tiempos.