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Abuso y leyes habilitantes
por Juan Páez Avila
martes, 26 agosto 2008


La aprobación de 26 decretos leyes aprobados por el Presidente de la República, por su contenido constituye uno de los mayores abusos de poder cometidos por el Comandante en Jefe contra la soberanía nacional, y una provocación a los sectores democráticos del país con la finalidad de crear un peligroso desconcierto que los puede inclinar a una reacción violenta y a olvidarse las elecciones del 23 de noviembre, en las que el chavismo tiene asegurada una contundente derrota.

Todo gobernante de espíritu o tendencia autocrático y personalista puede iniciar su gestión con un aparente apego a la legalidad del país que le ha otorgado democráticamente el derecho a ejercer funciones de gobierno, pero en la medida en que considera que puede perder esas facultades, comienza a restringir los derechos de la oposición y generalmente termina persiguiendo a quienes le apoyaron para ascender al poder, si tratan de disentir de algunas de sus decisiones unilaterales.

El abuso en el ejercicio del poder va rompiendo las reglas que caracterizan a un régimen democrático, de una forma abrupta y violenta o con aprobación de una legislación especial que le permita gobernar sin impedimento alguno, sin descartar la violación de la legislación vigente. Esto fue lo que se operó en los regímenes del socialismo real y del nazismo alemán. En principio se respetaron ciertas libertades, pero cuando la legislación imperante no le permitía al gobernante tomar las medidas que a su juicio único e inconsulto, creía que debía tomar para “bien del pueblo”, se fue tornando cada vez más autoritario, hasta llegar a la tiranía. La resistencia nacional no contó con apoyo interno, porque fue aplastado por la bota del militarismo, ni respaldo internacional porque las naciones democráticas carecían de una organización multilateral para impedirlo, hasta que se vieron obligadas a intervenir, cuando el abuso del poder traspasó las fronteras y se manifestó en la invasión a los países vecinos.

En una época como la actual, en la que las naciones democráticas han creado organizaciones multinacionales y han hecho aprobar una legislación respetuosa de los derechos humanos y de las instituciones y poderes públicos independientes, el camino hacia la tiranía se dificulta y obliga a los autócratas a preservar cierta apariencia de legalidad. Se aprueban leyes que facilitan la discriminación y posterior persecución de los sectores que se oponen al mandato ejecutivo unipersonal sin controles de otros poderes. Y como en todo régimen autoritario surgen internamente algunas discrepancias, por parte de individualidades democráticas o sectores disconformes con las promesas incumplidas, la represión también recae sobre ellos. Es lo que estamos presenciando a casi 10 años de gobierno del Comandante Chávez. El abuso de poder se extiende a toda disidencia.

Frente a ese abuso, la oposición y la disidencia chavista se pueden reencontrarse en las elecciones del 23 de noviembre y propinarle otra de derrota al autoritarismo.


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