Una
vez confirmada la entrevista entre los presidentes de
Colombia y Venezuela, Álvaro Uribe y Hugo Chávez en las
próximas semanas o meses, con la finalidad de mejorar las
relaciones económicas y políticas entre ambos países,
después de producido el llamamiento del Jefe del gobierno
venezolano a las Fuerzas Armadas de Colombia (FARC) para que
depongan las armas y se dispongan a participar en la lucha
política por la vía democrática y electoral, se puede
reafirmar la hipótesis de quienes planteamos la posibilidad
de alcanzar un acuerdo pacífico y definitivo para superar el
conflicto violento que todavía vive y sufre la sociedad
colombiana, se puede convertir en un hecho de dimensiones
internacionales a mediano plazo.
Las
FARC se encuentran acosadas por un cerco militar adelantado
por el Ejército de Colombia, a un extremo tal que las han
desplazado de las zonas pobladas por campesinos y obligado a
refugiarse en la selva y en algunos países fronterizos
donde, hasta ahora, habían encontrado apoyo o por lo menos
cierta tolerancia a cambio de no agredir a sus habitantes.
Si a la invocación o convocatoria del Presidente Chávez se
une la misma actitud del Presidente Correa del Ecuador, el
asedio militar por parte de las Fuerzas Armadas colombianas
adquiere una dimensión política subcontinental, que
independientemente de los objetivos de los gobiernos de
Venezuela y Ecuador, a la guerrilla se le hace casi
imposible sobrevivir por mucho tiempo en las condiciones
militares y políticas sobrevenidas.
La
experiencia latinoamericana y particularmente la venezolana
con el fracaso militar y el éxito elector de Chávez para
conquistar el poder, es evidentemente el arma más
convincente que tanto el presidente venezolano como el
ecuatoriano, tienen en sus manos para persuadir a algunos
jefes de las FARC, porque es posible que no todos se acojan
en una primera instancia a la política de paz, para que
cambien la forma de lucha sin renunciar a su estrategia de
hacerse con el poder en Colombia.
Imposibilitados de salir de la selva hacia zonas pobladas
por campesinos y menos hacia las ciudades, los guerrilleros
tienen hoy la alternativa de negociar la paz o morir como el
Ché Guevara, el más emblemático de los líderes de la guerra
de guerrillas, solitarios y aislados. Los que persistan en
una guerra inútil, sin posibilidades de victoria, sólo les
queda la alternativa del narcotráfico, como forma de vida.
La
entrevista de los presidentes Chávez y Uribe no podrá obviar
el intercambio de opiniones acerca de las posibilidades de
entrar en una etapa de negociación entre las FARC, el ELN y
el gobierno colombiano, tomando en cuenta los llamamientos
del presidente venezolano y del ecuatoriano Rafael Correa a
la guerrilla de Colombia para que deponga las armas y sus
dirigentes busquen vías pacíficas y democráticas de
participación en la política de su país.
Una
negociación política propiciada por los jefes de los
gobiernos de Venezuela y Ecuador, que conduzca a la paz en
Colombia, dejaría sin efecto el archivo que elaboraba y
conservaba para la historia, el Segundo Comandante de la
FARC, Raúl Reyes, abatido por el ejército colombiano en
territorio ecuatoriano, cuyo contenido conoce parcial o
totalmente el mundo político. La crisis que atraviesan las
FARC, prácticamente desarticulada por la acción de ejército
de Colombia, y la situación difícil que viven en sus
respectivos países y sobre todo en el área internacional,
los presidentes Chávez y Correa, al ser abiertamente
descubierta su complicidad con la guerrilla, los obliga a
abandonar el apoyo a la violencia como forma de lucha para
buscar el poder. No parece exagerado inferir que para evitar
una derrota mortal para los jefes de la FARC y un juicio en
tribunales internacionales a sus aliados, éstos pueden
coincidir con el Presidente Uribe, en que la paz en la
región es fundamental para los colombianos, Latinoamérica y
el mundo democrático.