Muy
pocos políticos latinoamericanos del siglo XX pueden ser
recordados por su pensamiento, su legado teórico y la
tenacidad en la lucha para contribuir e implantar un sistema
democrático en nuestro subcontinente, como es el caso de
Rómulo Betancourt, quien, al cumplirse 100 años de su
nacimiento, recibe el reconocimiento de historiadores y
analistas políticos, incluyendo a muchos que le adversamos
cuando ejerció la Primera Magistratura del país. De origen
humilde, nacido Guatire, un pequeño pueblo del Estado
Miranda, con una primaria formación intelectual recibida en
una escuela pueblerina, de las pocas que funcionaban en la
época de la dictadura de Juan Vicente Gómez, se vino a
Caracas a estudiar bachillerato y luego Derecho en la
Universidad Central de Venezuela, en la que hizo sus
primeros contactos con una juventud que comenzaría a hacer
historia al realizar sus primeras protestas contra la
tiranía gomecista, que lo condujeron a la cárcel y al
destierro..
Aventado al exilio se incorporó al Partido Comunista, al que
abandonó al descubrir su talante totalitario, y con algunos
de sus compañeros de lo que posteriormente se conocería como
la Generación del 28, fundó un Partido Democrático, que
legalizarían años después como Acción Democrática, con el
cual arribó al poder por primera vez el 18 de Octubre de
1945, mediante un Golpe de Estado que encabezó con un grupo
de militares. Nombrado Presidente de una Junta
Revolucionaria de Gobierno dio comienzo a una serie de
reformas políticas y sociales, como el voto de la mujer, de
los jóvenes de 18 años y de los analfabetas, todo lo cual
culminaría con una Constitución Democrática en 1947 y la
elección de Rómulo Gallegos por el voto universal, directo y
secreto, para entonces una verdadera revolución democrática.
Derrocado Rómulo Gallegos por los militares, volvió al
exilio, hasta la caída de la dictadura de Pérez Jiménez el
23 de Enero de 1958. Ganó las elecciones que se realizaron
ese año y presidió su período más polémico, de golpes y
contragolpes, de los cuales salió victorioso al consolidar
el poder civil durante 40 años, sobre un militarismo que
había retrazado por varios siglos la vida civilizada y
democrática de los venezolanos.
La conciencia democrática que contribuyó a forjar en las
últimas décadas del siglo pasado, con la alternabilidad de
gobiernos civiles, de respeto a la pluralidad de ideas y de
partidos políticos, de institucionalización de las Fuerzas
Armadas sometidas al poder civil, fue lo que permitió a los
venezolanos derrotar los intentos de golpes de Estado del
año 1992 y resistir los planes totalitarios del Comandante
Chávez.