Guerra
latente
por
Juan Páez
Avila
domingo,
23 marzo
2008
|
A
lo largo de nuestra historia republicana en América Latina
se han producido algunas guerras suicidas, que no han
cambiado para nada las condiciones infrahumanas en que viven
las grandes mayorías que pueblan este subcontinente, y que
sólo han servido para modificar parcialmente las fronteras,
generalmente en pequeños territorios inhóspitos, para
enriquecer a unos cuantos vendedores de armas de desecho,
dividirnos y sembrar odios irracionales en la conciencia de
muchos, que nos alejan de una necesaria integración regional
para impulsar el progreso de economías complementarias, que
nos permitan acercarnos a los altos niveles de civilización
alcanzados por los principales bloques naciones de nuestro
tiempo. Y aunque se han dado algunos pasos interesantes y
hasta prometedores como la Comunidad Andina, el MERCOSUR y
la integración de Centro América y del Caribe, las buenas
intenciones no han avanzado más allá de un parcial
intercambio comercial para beneficio mutuo desde luego, pero
siempre favoreciendo a las economías más desarrolladas.
Algunos hechos recientes indican que todavía subsisten
serios peligros de que la política integracionista sea
sustituida por la hegemonía de las armas, de la guerra
fraticida.
Mientras no se ponga fin a la confrontación armada en
Colombia, los peligros de un enfrentamiento militar entre
este país y sus vecinos Ecuador y Venezuela, donde es
evidente que buscan refugio los principales jefes de las
FARC, estarán presentes, y podríamos volver una situación
prebélica en la que las buenas gestiones del Grupo de Río se
encuentren ya agotadas o con poca credibilidad, porque las
causas que generaron la crisis anterior no hayan sido
eliminadas.
De allí que el Grupo de Río, aunque ha logrado apaciguar los
ánimos y el continente democrático se lo agradece y ha
celebrado sus buenos oficios, debería asumir, con el
beneplácito de los demócratas de esta parte de
Hispanoamérica, las más trascendental e histórica labor:
invitar a una reunión extraordinaria y sentar en una mesa de
discusión a los más altos representantes del gobierno de
Colombia y de las FARC. Ya el Ejército de Liberación
Nacional (ELN) ha solicitado su intervención para buscar un
acuerdo de paz. Y el Presidente Uribe en una de sus últimas
declaraciones, con el sesgo propio de quien aspira un
triunfo unilateral, llamó a los guerrilleros a desertar,
pero también solicitó un diálogo para buscar la paz
definitiva. Si el Grupo de Río interviene, Colombia podría
ahorrarse más dolorosos sacrificios humanos y alcanzar la
paz, vital para su pueblo y necesaria para sus vecinos.
|
|
|
|
|
© Copyright 2007 - WebArticulista.net -
Todos los Derechos Reservados. |
|
|
|
|