Inicio | Editor | Contáctenos 
 

Chávez, Uribe y la paz
por Juan Páez Avila
martes, 15 julio 2008


La reunión de los Presidentes Hugo Chávez y Álvaro Uribe podría ser el comienzo de una negociación, más o menos complicada pero necesaria, para alcanzar la paz en Colombia y evitar más derramamiento de sangre colombiana y cualquier intento de extensión de conflicto que atraviesa el país vecino a la región andina. Y como la paz no puede negociarse con extraterrestres, sino entre los factores beligerantes directa o indirectamente involucrados, el momento histórico, dada la evolución que registra el conflicto colombiano, parece el más oportuno o adecuado para que los jefes de Estado reunidos en Coro inicien un proceso de conversaciones, que podrían incorporar a otros gobernantes latinoamericanos, hasta llegar a la OEA, para llevar a Colombia una paz definitiva y democrática.

Después de la muerte del primer y segundo comandantes de la FARC, el asesinato del comandante “Iván” y la entrega de la Comandante “Karina”, la liberación de Ingrid Betancourt y otros 14 secuestrados, mediante la conocida operación del Ejército de Colombia, se ha cumplido en gran parte la estrategia del Presidente Álvaro Urbe, de debilitar a la organización guerrillera, para obligarla a negociar una política de paz. Y aunque las FARC cuenten todavía con miles de hombres armados, los duros golpes recibidos por la acción del Ejército colombiano les ha desarticulado la unidad de mando al romperles las líneas de comunicación, los ha recluido en la selva donde no tienen ninguna capacidad de iniciativa para atacar algún puesto importante de las Fuerzas Armadas o Policiales de Colombia y han perdido total o parcialmente el respaldo que habían recibido de los gobiernos fronterizos de los presidentes Chávez y Correa de Venezuela y Ecuador.

En esas condiciones de guerrilla selvática no ha operado con éxito ninguna fuerza irregular en el mundo, porque pierde los objetivos de tomar zonas pobladas, cercar y sorprender a las fuerzas regulares, hacerse de armas y de elementos logísticos suficientes para continuar una lucha que les exige permanente movilización. La selva sólo les sirve de escondite, lo cual podría ser una acción transitoria mientras se prepara para salir a acosar al enemigo. Pero el cerco por tierra y aire que les ha tendido el Ejército colombiano les impide salir de sus guaridas sin poner en riesgo la vida de sus soldados. De allí que reducidos a la selva, los diversos grupos de las FARC ya no constituyen grave amenaza siquiera contra pequeñas poblaciones, menos contra la estabilidad de la democracia colombiana.

La falta de comunicación con el mando central fue determinante para el rescate de Ingrid Betancourt y sus compañeros secuestrados, debilidad que reveló a sus posibles aliados en la frontera a evaluar la inutilidad de la continuación de la lucha armada. De allí el llamado de Chávez y Correa a que depongan las armas y busquen una vía legal para la actuación política, a lo que se ha sumado la voz de la propia Ingrid Betancourt al solicitar la colaboración de éstos y otros jefes de Estado para que influyan en las FARC y se abra una negociación hacia la paz en Colombia.

Y si faltaba algún protagonista importante e interesado en eliminar la violencia en nuestro continente, el llamado de la Organización de Estados Americanos (OEA) a las FARC para que deponga las armas, amplía el escenario favorable para poner fin a la guerra y crear las condiciones para la reconciliación de los colombianos, lo cual sería un excepcional triunfo de la democracia. También sería una gran lección no sólo para los partidarios de la violencia como la partera de la historia, sino también para los cultivadores de la represión militar y policial sin límites y sin apego a la vigencia de los Derechos Humanos, que proclaman la eliminación del enemigo, pero colocados ellos lejos del teatro de la muerte. Venezuela y Colombia merecen que sus jefes de Estado las enrumben por la vía de la democracia y el progreso, para lo cual la paz es fundamental. Si alguno falla, enfrentará un futuro en el que imperará la justicia nacional e internacional.


© Copyright 2007 - WebArticulista.net - Todos los Derechos Reservados.