Para
una mayor concentración de poder en su persona, la
aprobación de 26 decretos-leyes durante los últimos días u
horas del período otorgado al Presidente de la República por
la Asamblea Nacional, para legislar ejecutivamente,
constituyen no sólo una violación a disposiciones expresas
de la Constitución Nacional vigente, sino también, y como
consecuencia de esta trasgresión, un desafío y una
provocación a la oposición democrática que se prepara para
concurrir pacíficamente a las elecciones del 23 de
noviembre, y al chavismo sin Chávez que puede volver a
abstenerse o votar en su contra y provocarle una segunda
derrota.
La
celada que el Comandante en Jefe le tendió a la oposición y
al país democrático en general, por lo poco que se conoce,
especialmente de la Ley Orgánica de la Fuerza Armada, cuyo
texto coincide con su propuesta derrotada en las elecciones
de 2 de diciembre de 2007, es un abierto desafío a la
voluntad de los electores a quienes Chávez consideró
desinformados o ignorantes de las virtudes de la reforma que
proponía para impulsar el socialismo del siglo XXI. En la
proximidad de unas elecciones regionales y municipales en
las que el Presidente escogió a la mayoría de los candidatos
del PSUV, la aprobación de las leyes habilitantes son
también un desafío a los electores para que le otorguen o no
más poder, a través de gobernadores y alcaldes obedientes a
su mandato, o lo vuelvan a derrotar. Chávez desafiante se
juega su aspiración de un futuro continuista, tanto porque
la sociedad civil saldrá a protestar, como porque la pérdida
un 40 ó 50% de gobernaciones y alcaldías le impedirá aplicar
impunemente el conjunto de leyes aprobadas de espaldas al
conocimiento y discusión de los venezolanos. Si todo
transcurre, como es de esperarse, pacíficamente, Hugo Chávez
puede ser derrotado y generar una impredecible
desestabilización de su régimen, que lo obligue a rectificar
o impedirle que las aplique.
El otro
objetivo de la aprobación, aparentemente improvisada, de
estas leyes puede ser provocar una reacción violenta de
algunos sectores de la sociedad, que desesperados llamen a
la abstención electoral y al desconocimiento del gobierno,
lo cual le permitiría al Comandante en Jefe estrenar su
nuevo uniforme militar de 4 soles y aplastar cualquier
intento de subversión armada. Y de allí en adelante aplicar
sus leyes habilitantes violando la Constitución Bolivariana
de la República de Venezuela, contra toda la oposición y los
disidentes del chavismo sin Chávez.
Por la
experiencia nacional e incluso mundial, la protesta debe
mantenerse en el marco de la legalidad, porque esos decretos
leyes afectan a la mayoría de la población, que tiene la
oportunidad de derrotar a Chávez en las urnas electores en
noviembre, modificar la correlación de fuerzas y provocar un
cambio significativo que neutralice y anule su tendencia
autoritaria y militarista.