El
secuestro de los Poderes Públicos por parte del Presidente
de la República se lo facilitó la hegemonía que alcanzó en
la Asamblea Nacional, cuyos diputados electos por el peso
del portaviones que significó durante 8 años. Fue el manejo
de una cúpula lo que le permitió imponer un régimen
personalista y militarista, pero cuando su proyecto comenzó
a agotarse y tuvo que consultar a la opinión nacional, como
en el caso de la reforma de la Constitución para reelegirse
indefinidamente, fue derrotado; y ahora para liquidar la
descentralización con la elección de gobernadores y alcaldes
obsecuentes, va camino de una segunda derrota.
Y
aunque es de Perogrullo que en una campaña electoral para la
escogencia de gobernadores, alcaldes y diputados a los
consejos legislativos, la banderas fundamentales de los
candidatos del gobierno es la defensa de sus obras
realizadas, y la oposición concentra sus baterías contra la
ineficacia y la corrupción de esos mismos funcionarios, en
las próximas elecciones del 23 de noviembre el Presidente de
la República ha colocado en el escenario de discusión los
efectos perversos o favorables de los 26 decretos leyes que
aprobó horas antes de que feneciera el mandato Habilitante
que recibió de la Asamblea Nacional.
El
Comandante en Jefe pretende instalarse en el centro del
debate y convertir las elecciones en un nuevo plebiscito, en
el que se vota por él o en contra de su mandato. Y aunque
algunos ingenuos puedan caer en la trampa plebiscitaria, la
oposición ha aumentado sus banderas democráticas al salir en
defensa de la descentralización amenazada por el
autoritarismo del Presidente, mientras los candidatos
oficialistas reciben la “papa caliente” de defender el
centralismo que el jefe único introdujo en el contenido del
decreto ley correspondiente.
No hay
dudas que en esta confrontación en las regiones y municipios
cuyos habitantes han adquirido un mayor nivel conciencia
democrática, expresada en querer participar de verdad en los
procesos administrativos y hasta en la elaboración de los
presupuestos para sus jurisdicciones respectivas, pueden
enfrentar con éxito a unos candidatos oficialistas que se
enteraron por los medios de comunicación del contenido
centralista de los decretos leyes. Estos candidatos del
gobierno no sólo no fueron consultados, sino que igualmente
han sido llamados a defender el nombramiento de autoridades
ejecutivas, nombradas a dedo por el Comandante en Jefe,
paralelas a los gobernadores.
De allí
que entre defender obras inconclusas y en cuyas
contrataciones prolifera el cobro de comisiones ilícitas, y
una legislación centralista, inconsulta, autoritaria e
inflacionaria, los candidatos del oficialismo tienen más
cerca la derrota que la posibilidad de permanecer en los
cargos que detentan. El portaviones del Comandante luce
seriamente averiado y puede comenzar a hundirse el 23 de
noviembre, por culpa suya, y sin tripulación de relevo.