El
cambio de la política de descentralización establecida en la
Constitución Bolivariana de Venezuela, por una centralista
impuesta por el Presidente Chávez para ejercer un mayor
control de las decisiones fundamentales que deben tomar los
gobernadores y alcaldes en ejercicio de sus funciones, ha
provocado la disidencia de muchos de sus seguidores que
aspiran a que se les respete su manera autónoma de pensar y
actuar. Es lo que ha sucedido con varios dirigentes
regionales aspirantes a esos cargos, que reaccionaron contra
la imposición de otros candidatos del Comandante en Jefe, y
han desafiado el centralismo político que pretende anular
sus capacidades para tomar importantes iniciativas a la hora
de escoger sus propios candidatos.
A la
prohibición del PSUV a todos sus dirigentes y militantes de
lanzarse como candidatos, antes de que la fecha fuera fijada
por la dirección nacional de ese partido, seguramente
señalada por el Presidente del Partido y de la República, en
Barquisimeto, Henry Falcón expresó: No, mi Comandante,
quienes sabemos cuándo nos conviene presentar mi candidatura
a la gobernación, somos nosotros, aquí en la región los que
conocemos la realidad inmediata, social y política; y
convocó a un acto público en el Domo de la ciudad, cuya
asistencia al parecer no le dijo nada al Vicepresidente del
PSUV, General Muller Rojas, quien procedió a expulsarlo de
las filas de esa organización. El Comandante Chávez, que ha
podido recibir la información de sus servicios de
inteligencia, arrugó, y llamó a Falcón para comunicarle que
la expulsión era “un mal entendido” que continuara adelante
y contara con su respaldo.
Realizadas las elecciones primarias, Lenny Manuit, hija del
gobernador del Estado Guárico, pero también líder de su
partido y de esa región, ganadora de esa consulta interna,
fue sustituida por un representante incondicional del
Presidente, y aquella reaccionó: No mi Comandante, aquí gané
yo, y ese señor a quien usted pretende imponer, no conoce el
Estado, aunque nació en su territorio, puede confundir a
Tucupido con Tucupita.
Luego
el Presidente impuso candidatos en Carabobo, Portuguesa,
Barinas, Trujillo, y obtuvo la misma respuesta: No mi
Comandante, regrese sus candidatos a Caracas, que nuestros
electores están con sus propios y más cercanos dirigentes.
Y
aunque la disidencia del mandato único del Comandante en
Jefe no triunfe en todos los estado en los cuales insurgió
contra el centralismo, la realidad política de las regiones
indica que sumados a los candidatos de la oposición, la
defensa en la teoría y en la práctica de la
descentralización le propinará una rotunda derrota a las
pretensiones hegemónicas y personalistas del Presidente de
la República.
En
conclusión, la descentralización es una conquista que le
otorga el derecho a los dirigentes regionales a escoger sus
candidatos y a disputarse entre ellos el gobierno
respectivo. Las fallas que hayan podido presentarse –y desde
luego que existen todavía- en el ejercicio de los
gobernadores y alcaldes electos, después de la escogencia en
escrutinios internos de cada organización o coalición de
partidos políticos, deben ser corregidas con la
participación de la sociedad civil en los estados, y no por
la intervención inconsulta y arbitraria del poder central.
Los sufragios del 23N deben ser una extraordinaria
oportunidad para consolidar el pensamiento democrático y
plural de los venezolanos; los electores pueden escoger a
quienes consideren con mayores méritos, capacidad y vocación
de servicio, de acuerdo a los intereses de los diversos
sectores de la sociedad, y no por ser obsecuentes con el
poder central, personalista y militarista del Comandante
Chávez.