La
política de obediencia y disciplina impuesta desde
Miraflores, primero para construir mediante un decreto el
Partido Socialista Unido de Venezuela y luego ordenarle a
los partidos de la alianza gubernamental que se disolvieran
y se integraran a la organización única oficialista, fue
resistida prudentemente por los aliados del PPT, y el PCV,
pero llegado el momento de escoger los candidatos a
gobernadores y alcaldes, señalados en una lista desde el
Palacio de Gobierno, se ha producido la mayor crisis
política que en lo interno tiene que enfrentar el Presidente
Chávez.
La
militarización del PSUV solamente ha sido acatada por los
partidarios de un régimen autocrático en el que el
comandante ordena y ellos obedecen disciplinadamente, y por
algunos oportunistas que le acompañan mientras pueden hacer
de la política un buen negocio y enriquecerse mediante el
cobro de comisiones y otras corruptelas del tráfico de
influencias, algo que ha sido denunciado hasta por
militantes del partido único oficialista.
La
crisis presentada en varias gobernaciones y alcaldías en las
que los aliados del PPT y el PCV, a los que se ha sumado el
MEP, consideran tener mejores candidatos con posibilidades
de ganar las elecciones, no la pueden resolver
democráticamente a través del debate ideológico como lo han
planteado algunos dirigentes de esos partidos políticos,
porque la órdenes del Comandante en Jefe no son para
discutirlas. Las aceptan o se van, lo ha dicho en varios
escenarios el jefe único.
Y
aunque la militarización del PSUV no la ha podido extender
el Presidente de la República a los partidos aliados, sí los
ha debilitado al provocar la salida de altos dirigentes de
estas organizaciones políticas, promovidos a ministerios y
otros importantes cargos gubernamentales o postulados a
gobernaciones y alcaldías. En las próximas semanas o meses
el país podrá comprobar hasta dónde llega la resistencia
para defender algunos principios ideológicos que han
caracterizado en la historia universal al socialismo no
autocrático, no estalinista, por parte de la dirigencia del
PPT, PCV y MEP que han venido apoyando al Comandante Chávez,
pero exigen respeto a la pluralidad que caracteriza al
socialismo democrático. También se comprobarán los límites
del portaaviones que todavía pretende seguir siendo Chávez
en las elecciones regionales.
El
apoyo del PPT a Lenny Manuit como candidata a la gobernación
del Estado Guárico es un verdadero desafío al autoritarismo,
al militarismo como forma de conducir el Presidente de la
República la política de alianzas y la escogencia de los
candidatos a gobernaciones y alcaldías. A Chávez le queda la
alternativa de romper con el PPT y perder la gobernación de
ese Estado con un candidato desvinculado de la región, pero
obediente y disciplinado a las órdenes de Miraflores, o
revisar la política de su dedo omnipotente. Y aunque la
dirección nacional del PSUV decidió romper lanzas con el PPT
y estaban a la espera de llegada del Comandante en Jefe para
pedirle ratifique el rompimiento, a la hora de terminar este
artículo no se había producido la orden militar,
indiscutible del máximo jerarca. Lo que es evidente es que
la voz de mando del jefe único ya no es acatada
incondicionalmente por sus aliados ni por muchos de los
dirigentes y militantes del Partido que decretó, sin
consultar a nadie más que a su voluntad militar, para que
cumpliera sus posteriores órdenes.
Cuando
ya tiene el sol por la espalda, la crisis del llamado Polo
Patriótico, que trató de reconstituir el Presidente, sumada
una política económica y social equivocada cuyos resultados
desastrosos conoce y siente ya la mayoría de los
venezolanos, lo conducirá a una segunda derrota electoral,
indicativo de que no podrá gobernar más del 2012 tal como lo
establece la Constitución Nacional de 1999, sin posibilidad
alguna de modificarla, salvo que intente un frenesí más de
locura mesiánica contra la mayoría de la población que
aspira vivir en paz, y que difícilmente, a estas alturas, se
dejará arrebatar la democracia.