La
tendencia de las políticas oficiales orientadas a controlar
aspectos fundamentales del funcionamiento de la sociedad
venezolana, se expresa en casi todos los planes que
diferentes ministerios tratan de ejecutar con la premura de
quienes consideran que el momento político les favorece, sin
tomar en cuenta que también se acentúa la resistencia
democrática a tales despropósitos.
Una de
las experiencias más conocidas del fracaso del llamado
socialismo real fue la de tratar de imponer un pensamiento
único a todas las manifestaciones de la cultura, al obligar
a los artistas y a todos los creadores del hecho cultural a
cantarle loas al jefe del estado y al proceso
revolucionario, anulando toda expresión crítica y todas las
libertades que en teoría garantizaba la constitución
nacional. La eliminación del Conac y la disposición
gubernamental de colocar todos los entes culturales bajo el
control directo del Ministerio de la Cultura, con la orden
de poner en práctica o ejecutar una política cultural para
construir el socialismo bolivariano, terminará en las
baladas al culto a la personalidad del Comandante en Jefe y
al proceso revolucionario del siglo XXI.
Y
cuando la maquinaria cultural para impulsar el socialismo
comience a funcionar, es posible que algunos intelectuales
que han disfrutado del reconocimiento a sus obras, alejadas
del realismo socialista, pero que creían que podían seguir
recibiendo apoyo oficial, tendrán que realizar autocríticas
revolucionarias al lamentable estilo del poeta Heberto
Padilla en Cuba, el primer país del socialismo totalitario
de América Latina, comenzar a emigrar silenciosa y
prudentemente hacia países donde el socialismo democrático,
como Chile o Brasil, no los obliguen coger línea, o dan un
giro de 180 grados, que no deje dudas en los comisarios de
la política cultural.
El
silencio que algunos intelectuales chavistas han mantenido
hasta ahora frente a los decretos ejecutivos que cada día
cierra más el cerco a la disidencia política, no podrán
prolongarlo en el tiempo, más allá de las primeras
evaluaciones del aparato oficial acerca de ¿qué ha hecho
usted camarada, con su palabra, con su pincel, con su
cerebro en general, por la estabilidad del Comandante en
Jefe, por éste y cualquier otro período constitucional que
necesita para construir el socialismo del siglo XXI?
La
política cultural aprobada por el hoy ex Ministro de la
Cultura, Farruco Sesto, de antemano está condenada al
fracaso, no sólo porque no recibirá respaldo de la
inteligencia fundamental del país, sino también por la
conciencia democrática que ha adquirido la sociedad
venezolana, que comprende a gran parte de quienes en
principio creyeron en las posibilidades de provocar un
cambio político, social y económico en Venezuela respaldando
al Comandante Chávez, primero, en su intentona golpista y
luego en su campaña electoral que lo llevó a la Presidencia
de la República.
Uniformar el pensamiento de hombres y mujeres vinculados por
diversas razones al hecho cultural, no lo pudieron lograr ni
las más feroces dictaduras que sufrido la humanidad, que al
conculcar todos los derechos civiles, incluyendo la libertad
de expresión, han provocado la emigración de muchos de sus
intelectuales, que al lograr asilo en países libres hicieron
públicas sus condenas a la violación de los derechos a ver
el mundo de acuerdo a sus propias conciencias y no por el
mandato de los autócratas de turno y por la vigilancia de
sus comisarios políticos.
Y
aunque en Venezuela todavía se puede denunciar el atropello
a las libertades de pensar y expresar un pensamiento
crítico, una literatura de mayor aliento a través de la
novela, el ensayo y otros géneros literarios, dejará al
desnudo, para la posteridad, la perversión de un intento
gubernamental de controlar el espíritu y la conciencia del
venezolano.