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Totalitarismo cultural
por Juan Páez Avila
martes, 1 julio 2008


La tendencia de las políticas oficiales orientadas a controlar aspectos fundamentales del funcionamiento de la sociedad venezolana, se expresa en casi todos los planes que diferentes ministerios tratan de ejecutar con la premura de quienes consideran que el momento político les favorece, sin tomar en cuenta que también se acentúa la resistencia democrática a tales despropósitos.

Una de las experiencias más conocidas del fracaso del llamado socialismo real fue la de tratar de imponer un pensamiento único a todas las manifestaciones de la cultura, al obligar a los artistas y a todos los creadores del hecho cultural a cantarle loas al jefe del estado y al proceso revolucionario, anulando toda expresión crítica y todas las libertades que en teoría garantizaba la constitución nacional. La eliminación del Conac y la disposición gubernamental de colocar todos los entes culturales bajo el control directo del Ministerio de la Cultura, con la orden de poner en práctica o ejecutar una política cultural para construir el socialismo bolivariano, terminará en las baladas al culto a la personalidad del Comandante en Jefe y al proceso revolucionario del siglo XXI.

Y cuando la maquinaria cultural para impulsar el socialismo comience a funcionar, es posible que algunos intelectuales que han disfrutado del reconocimiento a sus obras, alejadas del realismo socialista, pero que creían que podían seguir recibiendo apoyo oficial, tendrán que realizar autocríticas revolucionarias al lamentable estilo del poeta Heberto Padilla en Cuba, el primer país del socialismo totalitario de América Latina, comenzar a emigrar silenciosa y prudentemente hacia países donde el socialismo democrático, como Chile o Brasil, no los obliguen coger línea, o dan un giro de 180 grados, que no deje dudas en los comisarios de la política cultural.

El silencio que algunos intelectuales chavistas han mantenido hasta ahora frente a los decretos ejecutivos que cada día cierra más el cerco a la disidencia política, no podrán prolongarlo en el tiempo, más allá de las primeras evaluaciones del aparato oficial acerca de ¿qué ha hecho usted camarada, con su palabra, con su pincel, con su cerebro en general, por la estabilidad del Comandante en Jefe, por éste y cualquier otro período constitucional que necesita para construir el socialismo del siglo XXI?

La política cultural aprobada por el hoy ex Ministro de la Cultura, Farruco Sesto, de antemano está condenada al fracaso, no sólo porque no recibirá respaldo de la inteligencia fundamental del país, sino también por la conciencia democrática que ha adquirido la sociedad venezolana, que comprende a gran parte de quienes en principio creyeron en las posibilidades de provocar un cambio político, social y económico en Venezuela respaldando al Comandante Chávez, primero, en su intentona golpista y luego en su campaña electoral que lo llevó a la Presidencia de la República.

Uniformar el pensamiento de hombres y mujeres vinculados por diversas razones al hecho cultural, no lo pudieron lograr ni las más feroces dictaduras que sufrido la humanidad, que al conculcar todos los derechos civiles, incluyendo la libertad de expresión, han provocado la emigración de muchos de sus intelectuales, que al lograr asilo en países libres hicieron públicas sus condenas a la violación de los derechos a ver el mundo de acuerdo a sus propias conciencias y no por el mandato de los autócratas de turno y por la vigilancia de sus comisarios políticos.

Y aunque en Venezuela todavía se puede denunciar el atropello a las libertades de pensar y expresar un pensamiento crítico, una literatura de mayor aliento a través de la novela, el ensayo y otros géneros literarios, dejará al desnudo, para la posteridad, la perversión de un intento gubernamental de controlar el espíritu y la conciencia del venezolano.


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