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No a la violencia
por Juan Páez Avila
viernes, 21 diciembre 2007


Los estudiantes universitarios no sólo lograron tener un rol protagónico, al lado de los partidos políticos y otras organizaciones democráticas del país en las elecciones para rechazar la Reforma a la Constitución Nacional propuesta por el Presidente de la República, sino que también convencieron a muchos pesimistas de que la lucha pacífica y el voto son las armas más poderosas que tiene la mayoría de los venezolanos para derrotar la tendencia autoritaria del gobierno.

De allí que una de las consecuencias que se deriva del triunfo del NO en las elecciones del 2 de diciembre, y tal vez una de las de mayor contenido cívico, es el desarme del espíritu agresivo de algunos de los integrantes de los grupos para policiales que no sólo hirieron a muchos manifestantes pacíficos, particularmente estudiantes, en los días previos al Referendo, sino que amenazaban con propiciar un conflicto violento de proporciones incalculables en el país.

Estimulados por un discurso excluyente que ha considerado al adversario político como un enemigo al que se ha de destruir, y armados irresponsablemente por algunos altos funcionarios, en la creencia de que obedecerían vertical y ciegamente sus órdenes, muchos de esos venezolanos, trabajadores la mayoría en Alcaldías y Gobernaciones, se encontraron el 2 de diciembre con que una multitudinaria concurrencia a las urnas electorales derrotó pacíficamente a su Comandante en Jefe, y celebró el triunfo llamando a la reconciliación de los venezolanos.

Una vez conocidos los resultados electorales comenzó a percibirse una atmósfera política de menor tensión, que dio inicio a un desarme mental, que debe preservarse como expresión de una conducta civilizada de quienes portando, incluso armas de guerra, no se sientan inclinados a utilizarlas contra la ciudadanía que manifiesta pacíficamente. En una democracia avanzada, que perfecciona su funcionamiento en un Estado de Derecho, una parte de la población recibe autorización para portar armamento y emplearlo en defensa de la soberanía nacional, y contra la delincuencia cuando ésta se resiste a atender y reconocer la autoridad legítimamente constituida.

Lo que parece sencillo en la teoría aunque no de fácil aplicación en la práctica, un acto de profundo contenido democrático y pacífico como el realizado el 2 de diciembre pasado, resulta ser parte de un aprendizaje para convivir en un contexto de respeto mutuo y de tolerancia en la expresión de ideas diferentes.

Una disidencia como la expresada por el grupo PODEMOS, el General Raúl Baduel y Marisabel Rodríguez, llamando a respetar el texto de la Constitución Bolivariana de Venezuela, por un socialismo democrático, es un rechazo a la arbitrariedad y a la violencia política, un NO a la guerra entre los venezolanos, para lo cual hay que avanzar en el desarme mental de quienes militan en los extremos.

Y como el futuro pertenece a la juventud, parece inevitable que no sólo por el acierto que han tenido al emerger como una fuerza pacífica y de especial credibilidad ante la sociedad contemporánea, sino también por su nivel intelectual expresado en su discurso, las organizaciones democráticas tradicionales deben seguir oyendo su mensaje, asesorándola, apoyándola y acompañándola como hasta ahora, sin permitir que aparezcan las pretensiones perversas de la manipulación, propias de una vieja política de algunos sectores e individualidades que le cerraron el paso a las nuevas generaciones que proponían profundizar y perfeccionar la democracia.


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