La
decisión del Presidente de la República de solicitarle a la
Asamblea Nacional la aprobación de una Reforma
Constitucional, que adecue la actual a sus intereses
personales de perpetuarse en el poder por tiempo indefinido,
si bien ha sido obedecida por la mayoría de los integrantes
del Poder Legislativo y apoyada por otros Poderes Públicos
bajo su control, ha generado una nueva disidencia interna en
el llamado chavismo que lo puede conducir a la derrota.
El
grupo PODEMOS registra hoy, según algunas encuestas
conocidas, un 12% de apoyo popular, y si a ello se agrega el
terremoto político que ha causado en las filas del chavismo
el pronunciamiento del ex -Ministro de la Defensa, General
Raúl Isaías Baduel en contra de esa reforma y llamando a
votar NO en el Referendo Consultivo el 2 de diciembre, más
los efectos que pudo haber causado la rebelión civil de la
ex -Primera Dama de la República, Marisabel Rodríguez, y
otras disidencias que revelan la crisis en el conglomerado
chavista, el Comandante en Jefe puede enfrentar en los
próximos días la profundización de un grave conflicto
nacional.
En un
momento político en el que el país presencia numerosas
protestas de diferentes sectores sociales que manifiestan
estar con el Presidente, pero denuncian ineficiencia y
corrupción en los funcionarios nombrados el propio Primer
Magistrado, y piden solución a múltiples promesas
incumplidas en medio de trancas de vías públicas, no es
exagerado concluir que el peor error político que ha
cometido el Comandante en Jefe en lo que lleva al frente del
gobierno, puede ser éste de intentar la confección de un
traje constitucional a la medida de sus ambiciones de
caudillo por la voluntad del “pueblo bolivariano y
socialista”.
Y por
si todo este difícil panorama político no fuera suficiente
para formarse la hipótesis de que Chávez empuja al país
hacia una peligrosa crisis política, de la cual aspira salir
victorioso para consolidar su proyecto de socialismo del
siglo XXI, sus más cercanos asesores ideológicos lo alertan
sobre un resbaladizo futuro y le recomiendan negociar.
Un Jefe
de Estado que cada día va quedando más solitario, perdidos
algunos operadores políticos que contribuyeron a llevarlo al
poder, y apartados otros por considerarlos innecesarios y
posiblemente algún estorbo, depende hoy de su propia
capacidad política no sólo para preservar el poder, sino
también para imponer un régimen autoritario a una sociedad
democrática, apegada a la Constitución Nacional aprobada por
el mismo y que ordena su defensa en caso de violación a sus
postulados fundamentales. Su confrontación con la nueva y la
vieja disidencia puede que no sea la última que tenga que
enfrentar, pero todo indica que no le será fácil superarla.