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Chávez vuelve a mostrar que es
un fenómeno electoral 
por Joaquím Ibarz
lunes, 16 febrero 2009


Hugo Chávez mostró que es un maestro de la estrategia política. De hecho, su victoria del domingo lo ha convertido en un fenómeno electoral. En unas semanas transformó una intención de voto del 70% en contra de su reelección en una victoria del 54 %. Aunque es muy cierto que el presidente jugó con ventaja, que usó y abusó del poder y de los recursos públicos, su triunfo en el referéndum se debió también a que es un dirigente con carisma, con alto poder de convocatoria y convencimiento. 

Como si se tratara de una guerra relámpago, Chávez cogió por sorpresa y con el paso cambiado a sus adversarios políticos cuando, dos días después de los comicios regionales del 22 de noviembre, anunció un nuevo referéndum con el fin de poder perpetuarse en el poder. 

El analista Roberto Giusti, columnista del diario “El Universal” y conductor de un programa informativo en Unión Radio, señala a “La Vanguardia” que cuando Chávez convocó la nueva consulta ya tenía los recursos disponibles, los equipos políticos listos para entrar en acción  y bien diseñada la estrategia y la táctica de la campaña del referéndum. Todo lo tenía medido y calculado hasta el último detalle. La última fase de la campaña fue dirigida al chavismo abstencionista y a los indecisos que no apoyan al Gobierno ni a la oposición.  

“Fue como una puñalada por la espalda a una oposición cansada, que acababa una dura contienda electoral, y pensaba disfrutar de unas semanas de  tranquilidad durante la Navidad. Acosó a los alcaldes y gobernadores electos. No dio respiro a nadie. Es la victoria más impresionante y sorprendente de Chávez. Nunca había iniciado una campaña con un apoyo tan bajo (30%) y un rechazo tan alto (70%)”, señala Giusti. 

Chávez tenía que actuar con rapidez ante de que la crisis económica le estallara en las manos. En menos de dos meses revirtió la intención de voto, hasta el punto de sumar 963.000 más votos que la oposición. Con la maquinaria bien aceitada, con un partido fortalecido, el presidente lanzó la campaña maquillando la pregunta sometida a referéndum, de manera que mucha gente pensaba que lo que votaba era la continuidad de las dádivas y subsidios que recibía del Gobierno. Y naturalmente sufragó por el sí a la enmienda.  

Por otro lado, la oposición no logró unirse ni articular un discurso válido frente a la fenomenal maquinaria política que puso en marcha Chávez, con amenazas, chantaje y sobornos a los funcionarios. De hecho, los partidos no hicieron un frente común y como no había cargos públicos en disputa depositaron la responsabilidad de la campaña del no en el movimiento estudiantil; si bien la movilización de los universitarios fue decisiva para la victoria del referéndum del 2007, en 2009 no fue suficiente para contrarrestar el despliegue de recursos que hizo el Gobierno que, además criminalizó todas sus iniciativas. 

“La oposición tiene que buscar una estrategia válida, articular un frente unido y encontrar un dirigente carismático. Chávez pelea contra nadie. Los partidos carecen de liderazgo definido que encarne el deseo de cambio sin perder los programas sociales. La oposición no ha sabido concretar un auténtico proceso unitario como en Chile, que es fundamental para derrotar a un hombre tan carismático como Chávez”, señala Giusti. 

Otros analistas señalan que la principal tarea de la oposición debe ser construir una alternativa viable y más eficaz, alcanzar a los chavistas descontentos, que pueden creer que Chávez se preocupa por ellos, pero también piensan que 14 años en el poder es suficiente. Y más aún si no ha resuelto sus problemas más cercanos: inseguridad, falta de vivienda, trabajo estable y mejora de las infraestructuras. 

El comentarista Nelson Bocaranda no niega que Chávez es un gran estratega, pero resalta sobre todo que en esta campaña “hubo un avasallamiento sin escrúpulo alguno de todos los recursos del Estado a favor de la campaña del presidente”. Bocaranda declara a “La Vanguardia” que Ejército, Gobierno, empresas públicas, funcionarios, Asamblea, Tribunal Supremo, todas las instituciones del Estado estuvieron al servicio de la campaña de Chávez. “Incluso la fiscal general fue a votar vestida con el color rojo que identifica a los chavistas. Cada mesa tenía uno o dos vehículos del Gobierno, incluso ambulancias, para ir a buscar a su casa los abstencionistas. La operación Ataque Blindado consistió en ubicar a los electores, instarlos a votar y buscarlos en sus casas”, señala Bocaranda.

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  Artículo publicado originalmente en el diario La Vanguardia


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