"PDVSA
no paga". La noticia corrió como la pólvora entre las
empresas que venden bienes o prestan servicios a Petróleos
de Venezuela. Como no liquida las facturas desde hace más de
cinco meses, la compañía estatal acumula una deuda con sus
proveedores de más de 7.000 millones de euros. La firma
estadounidense Ensco paralizó un equipo de perforación en el
golfo de Paría debido a retrasos en los pagos por 30
millones de euros. PDVSA se apoderó a la brava del taladro.
Los contratistas están al borde de la quiebra porque el
Estado venezolano, el único que puede facilitarles trabajo,
les exige que rebajen un 40 % sus facturas, lo que les
llevaría a trabajar con pérdida. Cae la producción de la
industria petrolera porque las empresas se han visto
forzadas a suspender trabajos de perforación.
PDVSA no paga porque el presidente Hugo Chávez ordenó que
los menguados ingresos de la empresa estatal se destinen a
financiar programas sociales. Chávez ha necesitado todo el
dinero en efectivo que ha sido posible reunir para repartir
subsidios y prebendas que le generen apoyos de cara al
referéndum de mañana.
El derrumbe de los precios del petróleo, unido al derroche
populista del presidente Chávez, provoca que la economía
venezolana esté al borde del colapso. Los analistas sólo
difieren al señalar el mes en que el Estado se quedará con
las arcas vacías, sin poder cumplir con sus compromisos. Los
especialistas advierten que en 2009 será imposible sostener
el ritmo del gasto público, ya que 93 de cada 100 euros que
entran al país provienen del petróleo. "Las reservas
internacionales podrían llegar a un nivel crítico en seis u
ocho meses'', declara a “La Vanguardia” José Guerra, ex jefe
de economistas del Banco Central de Venezuela (BCV) y
profesor de la Universidad Central. Guerra asegura que el
gobierno "habla de usar las reservas del BCV para financiar
el déficit fiscal'', lo que provocaría "una agudización
peligrosa de la inflación''. “Es como encender una máquina
de producir dinero, que pone billete en la calle pero
dispara la inflación'', explicó.
"El país se encamina a una 'estanflación' (estancamiento con
inflación). Entramos en una fase recesiva de modo rápido, el
PIB puede caer entre 1,5 y 2,5 % en 2009, y con la inflación
más alta de América Latina, de un 35 % anual", dijo Guerra.
Elie Habalián, quien fue gobernador de Venezuela ante la
OPEP, afirma que "Chávez carece de un Plan B para hacerle
frente a una crisis que se encuentra en plena gestación, y
que amenaza con tragarse todos los fondos y las reservas que
el régimen dice tener". Hace unos días, Chávez ordenó al
banco central que trasfiriera 12.000 millones de dólares a
un fondo que maneja el ejecutivo con total opacidad. Con
esta medida, el nivel de las divisas operativas ha
descendido a menos de 20.000 millones de dólares.
Asdrúbal Oliveros, director de la firma Ecoanalítica,
subraya que con el precio actual del petróleo el país
obtendría este año unos 30.000 millones de dólares, un
tercio de los del año pasado. "En 2008 las importaciones
superaron los 47.000 millones de dólares, no tendremos
dinero ni para las importaciones". Tampoco habría fondos
para cumplir con el servicio de una deuda externa que,
sumando los compromisos de PDVSA, supera los 72.000 millones
de dólares.
El panorama no puede ser más sombrío: inflación superior al
30% con recesión, el petróleo en caída libre, una moneda
sobrevalorada y serio déficit en la balanza de pagos.
El dinero escasea. La desolación que se ve en el vestíbulo
del Hotel Meliá Caracas no tiene nada que ver con el
ambiente bullicioso que se veía hace unos meses.
Prácticamente han desaparecido los rusos, iraníes, libios,
los vendedores de armas y los aventureros de toda ralea que
llegaban en busca de jugosos contratos. El Gobierno ya no
paga el 40 % de las habitaciones del Meliá, lo que provocó
despidos de personal.
Otra evidencia de que las arcas están vacías es el desespero
de contratistas y suministradores de bienes y servicios de
ministerios y empresas del Estado, por el atraso de más de
ocho meses en el pago.
Agobiado por el brusco descenso en el precio del crudo
(apenas supera los 35 dólares por barril, 100 dólares menos
que en julio de 2008), Chávez enfrenta dificultades fiscales
para pagar miles de millones de dólares por la
nacionalización de empresas extranjeras como Cemex y Sidor.
Chávez anunció en agosto la nacionalización del Banco de
Venezuela, en manos del español Grupo Santander; a pesar de
que dijo que la negociación sería rápida no la pudo
concretar por carecer de fondos para la operación.
Una gestión gubernamental marcada por ataques a la empresa
privada, expropiaciones, invasiones de fincas,
confiscaciones de tierras y empresas, corrupción e
ineficiencia, promovió el desmantelamiento de gran parte del
sector productivo. La degradación no se limita a PDVSA o a
la Corporación Venezolana de Guayana (CVG), también carcome
a la empresa privada por la política laboral del Gobierno,
caos en los puertos; exigencias y limitaciones de la
Comisión de Divisas (Cadivi), controles exacerbados que se
extienden a fijar precios por debajo de costos y determinan
qué producir y a quién vender. A esto se suma la constante
amenaza de expropiación y confiscación. Robert Bottome,
editor de “Ven.Economía” señala que “el resultado de este
cerco antiempresarial es inflación, escasez de productos
básicos con desabastecimiento estructural, desempleo y más
pobreza”. Al llegar Chávez al poder había 11.117 industrias;
ahora sólo quedan 7.102.
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Artículo
publicado originalmente en el diario La Vanguardia |