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¿De qué guerra me habla? 
por Joaquím Ibarz
miércoles, 5 marzo 2008


“¿Va usted a la guerra?, ¿de qué guerra me habla?”, me pregunta con sorna un agente venezolano de emigración al traspasar en Paraguachón el puesto fronterizo con Colombia. “No sea crédulo, aquí nadie disparará un tiro. Sólo son vainas de los presidentes, estamos muy tranquilos, todos somos amigos”, agrega el funcionario.

La verdad es que en esta árida zona fronteriza, en donde los analistas militares habían pronosticado que ya estarían desplegados decenas de carros de combate, no hay más que matorrales y coches destartalados de quién sabe que oscuro origen. En vez de soldados, proliferan los chivos y los wayuú, una etnia indígena que no reconoce fronteras y que sólo admite sus propias leyes.

Parece hasta ridículo que Venezuela movilice miles de hombres para amagar con un conflicto bélico que nadie quiere ni apoya. Aquí no suenan tambores de guerra, sólo se oyen reclamos por los impedimentos fronterizos al normal tránsito de mercancías, en especial alimentos colombianos que para Venezuela son indispensables para amortiguar la escasez. El despliegue militar venezolano en una despoblada región arenosa no tendrá enfrente a los aguerridos soldados colombianos sino a un ejército de pequeños contrabandistas de los dos países que subsisten trapicheando gasolina, alimentos y mercancías de todo tipo.

“El enemigo no es Colombia, sino la pobreza y la escasez”, comenta Luisa Cortés, una vendedora de empanadas y arepas. “Mire usted, aquí no hay progreso, sólo promesas y promesas que no se cumplen. ¿Para qué nos sirven más militares?” Pregunta sin esperar respuesta.

Colombia, el país más militarizado de América, no tiene ni un solo soldado en esta zona de la Guajira, fronteriza con el estado venezolano de Zulia. Aunque los dos países comparten 2.050 kilómetros de frontera, la mayoría del terreno es selvático o muy montañoso. La zona del Zulia es la única apta para operar los tanques venezolanos contra un enemigo por ahora inexistente. El presidente Álvaro Uribe no ha distraído en la frontera ni un solo uniformado de su labor de derrotar militarmente a la narcoguerrilla que mata y secuestra a civiles.

En Fuerte Páez, un pequeño cuartel que encontramos en un rincón de la plaza mayor de Paraguaipoa (población a unos 15 kilómetros de Colombia), soldados y suboficiales montan guardia con cierta indolencia. Reciben al periodista con afabilidad castrense. Comentan que no tienen órdenes especiales de movilización, que todo está normal. “En la capital se dicen muchas cosas, aquí todo es diferente, las patrullas que hacemos son las habituales”, comenta un sargento sin dar credibilidad a las noticias alarmistas sobre un conflicto con Colombia. “He visto en un periódico que por aquí había movimientos de tanques, cuando en realidad las fotos publicadas son de las pequeñas tanquetas con las que hacemos las rondas habituales”, dice el suboficial.

Los vecinos escuchan con cierto escepticismo la intervención por televisión del ministro de Defensa, general Gustavo Rangel, quien asegura que el ejército venezolano está a punto de terminar el despliegue militar ordenado por el presidente Hugo Chávez en la frontera con Colombia. El general Jesús González, jefe del comando estratégico operacional, a mediodía de ayer dijo que ya habían llegado a sus objetivos en los estados del Zulia, Táchira y Apure la casi totalidad de los 8.000 hombres movilizados. Subrayó que en las próximas horas se completaría el plan diseñado por el alto mando.

Pese a que Chávez anunció el domingo por la mañana el envío inmediato a la frontera de diez batallones tácticos, con carros acorazados y aviones de combate, el despliegue no empezó a aplicarse hasta la noche del martes. De hecho, un oficial de la inteligencia militar venezolana en la madrugada de ayer nos dijo en Paraguaipoa que “aún no me han informado de movilización alguna”. La versión oficial es que en las últimas horas los acontecimientos se han acelerado. El general Gustavo Rangel, en rueda de prensa con el alto mando, reiteró que los diez batallones estaban a punto de completar el plan previsto. El primer contingente de 150 soldados arribó al Táchira por el aeropuerto de Santo Domingo, procedente de una unidad militar de Valencia. Los carros de combate salieron hacia la frontera desde el cuartel de la brigada 41 de Valencia. Nadie ha dicho una palabra del despliegue de los modernos aviones rusos Sukhoi.

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  Artículo publicado originalmente en el diario La Vanguardia


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