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Propuesta para el mercado cambiario
por José Guerra
miércoles, 29 julio 2009


Algo serio debe estar sucediendo en el gobierno que lo tiene paralizado desde el punto de vista de la adopción de medidas en el mercado cambiario. Muy probablemente el presidente Chávez no se ha decidido todavía acerca de las propuestas que tiene sobre la mesa para enfrenar la escasez de divisas y la amplia brecha entre el precio del dólar oficial y el del mercado paralelo. Se conoce de las desavenencias entre los Ministerios de Finanzas, Planificación y el Banco Central en torno a qué hacer en el mercado cambiario. La situación se agrava porque no hay liderazgo en materia de política económica. El ministro de Finanzas, Alí Rodríguez está totalmente desdibujado y sin poder e iniciativas, más allá de las colocaciones de deuda que realiza para captar fondos endeudando masivamente al país. El ministro Giordani es presa de su terquedad al negarse religiosamente a ajustar el tipo de cambio en medio de una caída brusca de los precios del petróleo. En estos momentos Giordani está desaparecido, no declara, no habla y pareciera estar meditando desconcertadamente al no encontrar qué hacer para explicar lo inexplicable cuando tenga que justificar la devaluación de la tasa de cambio oficial.

Lo cierto es que la irresponsabilidad y la demagogia en le manejo del mercado cambiario está provocando severos desajustes. A ello ha contribuido el director del BCV, Armando León con su testarudez al insistir en el anclaje del tipo de cambio para bajar la inflación. Nadie en su sano juicio y con algún grado de responsabilidad con el país puede recomendar mantener el tipo de cambio fijo cualquiera sea el nivel de los precios petroleros. Ello en circunstancias cuando el precio del petróleo bajó desde US$/ 87 por barril en el año 2008 hasta un promedio actual cercano a los US$ 48 por barril. Esa fijación del tipo de cambio además ha ocurrido en un contexto donde la tasa de inflación desde febrero de 2005 hasta junio de 2009 acumula un aumento de más de 100%. Esto sugiere que el anclaje del tipo de cambio no ha contribuido a disminuir la inflación como sus propagandistas esperaban. Esta elevada inflación le ha causado un daño terrible a la producción manufacturera y agrícola al abaratar las importaciones mientras que está comprometiendo la posición financiera de PDVSA cuyos costos aumentan todos los años 30% en tanto que sus ingresos, expresados en moneda nacional, tienden a declinar. A la tasa de cambio oficial uno de los pocos bienes que se puede producir rentablemente en Venezuela es el petróleo, los demás son inviables. La forma de paliar la reducción de los ingresos ha sido nefasta: la venta de una porción de las divisas de PDVSA en el mercado paralelo, de forma opaca y corrupta. Sin embargo, con todo y ello, en vista de la disminución de sus ingresos PDVSA optó por no pagarle a sus proveedores y endeudarse en moneda extranjera.

En vista de los hechos descritos, quienes vemos al país con visión positiva y sin tentaciones demagógicas o cálculos politiqueros de corto plazo, en medio de este desconcierto sugerimos las siguientes propuestas para enderezar el rumbo. Lo ideal sería dejar que el tipo de cambio fluctuara y desmantelar gradualmente el control de cambio mediante la definición de un esquema de flotación administrada por el BCV. Pero como ello no es posible ni aceptable por el gobierno, lo que habría que hacer es establecer un sistema cambiario dual, dirigido exclusivamente por el BCV, sacando las manos de PDVSA del manejo del tipo de cambio. Como premisa para que este sistema funcione hay que bajar la cotización del dólar permuta para restringir el incentivo de tomar los dólares a la tasa oficial y luego venderlos en el paralelo. Eso significa que el BCV debe tomar la administración del mercado paralelo mediante intervenciones sostenidas y firmes para bajar su cotización hasta un nivel razonable medida por el verdadero valor del bolívar respecto el dólar más una prima. Ello implica una tasa de cambio cercana a los BsF 4,00 por dólar. A partir de allí, se establecen dos tipos de cambios. El primero, el oficial con una tasa en el entorno de BsF. 3,00 por dólar y una tasa paralela que fluctuaría conforme a la situación del mercado.

A la tasa oficial tendrían acceso las importaciones de bienes alimenticios, medicinas, buena parte de las materias primas, partes y repuestos que no se puedan fabricar en Venezuela y el resto de las transacciones del sector público. A la tasa de cambio del mercado paralelo se realizarían el resto de las importaciones, el pago de la deuda privada, las remesas de capital y la repatriación de dividendos. Con el objeto de aliviar la presión sobre el BCV en su necesidad de abastecer al mercado paralelo, los aproximadamente US$ 6.000 millones de exportaciones no petroleras, se venderían en el mercado paralelo al igual que las remesas familiares y cualquier otro ingreso de divisas del sector privado.

El reto de este esquema consiste en descargar el exceso de demanda que existe actualmente sobre las divisas oficiales y en que no se amplíe la brecha entre las dos tasas para lo cual el BCV debe estar dispuesto a suministrar divisas al mercado sin ambigüedades en tanto ello no comprometa la sostenibilidad de las cuentas externas del país. Lo que no puede seguir ocurriendo es que Cadivi ahogue la economía al momento en que inexplicablemente el BCV acumula reservas internacionales y la economía queda atrapada con dos tenazas: la inflación y la recesión.

 


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