Venezuela:
país en
destrucción por
José
Guerra
martes, 27
enero 2009
El daño que Hugo Chávez le está
haciendo a Venezuela es mayor de lo que el común de la gente
cree. La instrumentación de una política vociferadamente
represiva contra las protestas estudiantiles y de los
trabajadores constituye una confesión muy grave en un país
con instituciones literalmente inexistentes para la defensa
de los derechos humanos como la Fiscalía General de la
República o la Defensoría del Pueblo. Con esa frase "Échenle
gas del bueno a los estudiantes y métanlos preso", Hugo
Chávez ya está en la historia y esas ejecutorias contra los
jóvenes supera con creces las derivadas de aquella frase
desafortunada del presidente Rómulo Betancourt en 1960
frente a los disturbios populares: "Disparen primero y
averigüen después".
Tres son las instituciones básicas sobre las cuales se ha
asentado la moderna república en Venezuela: La Fuerza Armada
Nacional (FAN), la industria petrolera y las instituciones
fiscales y monetarias. Con la primera, se logra el orden
interno y la defensa de la soberanía nacional, con la
segunda se garantiza los ingresos que el país requiere para
vivir y con la tercera se logra la estabilidad monetaria y
el poder de compra del dinero. Con las tres está acabando
Hugo Chávez. Lo que ocurre en la FAN es peligroso para
Venezuela debido a la politización de las funciones
militares al haber llevado la política partidista a los
cuarteles de forma sectaria. La creación de una fuerza
miliciana superpuesta a las estructuras formales de mando es
un ingrediente inquietante en la FAN lo mismo que los nuevos
cargos creados con lo cual se rompe con la formación
profesional que todo oficial de una institución armada
requiere. La función militar es tan importante para un país
que la FAN se necesita en buena parte de la vida
institucional del país, pero colocar a militares activos
como despachadores de alimentos o custodios de actos
proselitistas, es inaceptable para una nación democrática.
La industria petrolera nacional y su empresa estatal PDVSA
han sido convertidas en un botín para corsarios que vieron
que llegó su oportunidad para lucrarse en una especie de
lance repentino antes de que se agote la renta petrolera o
que otros se les adelante. Antes del paro PDVSA producía más
de 3.000.000 de barriles de petróleo al día con una nómina
de 30.000 trabajadores mientras que actualmente produce
aproximadamente 2.400.000 de barriles diarios con más de
80.000 trabajadores. Sus costos se han inflado
significativamente porque ahora depende ella una especie de
sanguijuela llamada Partido Socialista Unido de Venezuela,
cuya financiación corre a cuenta de las finanzas de PDVSA.
La formación profesional ha sido sustituida por la
afiliación partidista y las competencias personales y
técnicas por la lealtad a la figura del presidente Chávez.
PDVSA es una empresa carcomida por la corrupción, el
nepotismo y el tráfico de influencias. Ahora ha extendido su
radio de acción a actividades totalmente ajena al negocio
petrolero tales como la venta de alimentos y la fabricación
de viviendas, como si este país estuviese tan desecho que no
hay entidades que expendan comida o construyan las casas. Lo
negocios de PDVSA en el mercado cambiario de divisas, en una
nación moderadamente civilizada habría llevado a Rafael
Ramírez y la directiva de la empresa a un proceso de
averiguación administrativa. Pero eso no se hace o no se
hará porque reina la impunidad frente a la corrupción roja.
La institucionalidad monetaria de Venezuela, representada
por el Banco Central y la fiscal, encarnada en el Ministerio
de Finanzas, está totalmente destruida. Para todos los fines
prácticos Venezuela carece de un banco central. El de
Venezuela es el único ente del mundo que en lugar de estar
preocupado y luchar contra la inflación anda tratando de
implantar las monedas comunitarias y el trueque en pleno
siglo XXI. Se acabo en el BCV el debate plural de ideas,
existe la censura y el temor ha sustituido la opinión
objetiva y crítica que siempre privó entre los profesionales
del ente emisor. Los Mensajes de Fin de Año del Presidente
del BCV dejaron de ser una pieza analítica de la economía
nacional para formar parte de un discurso politiquero y
falto de rigor técnico. Por esas razones es que los
venezolanos padecemos las mayores tasas de inflación de
América y con tendencia a subir.
El gobierno de Chávez ha tenido nueve ministros de finanzas
en diez años. Ello sugiere la extraordinaria precariedad en
la institución encargada de velar por la salud de las
finanzas públicas. Por allí ha pasado de todo, desde
saqueadores profesionales hasta gente honesta. Pero
recientemente con la creación de Fonden, de la mano de
Armando León y Rodrigo Cabeza, se le ha dado un duro golpe a
las finanzas públicas de Venezuela al instituirse un
presupuesto paralelo que nadie sabe como se ejecuta y
controla sus gastos. Se trata de un manejo opaco de los
recursos del Estado acompañado de un uso de las reservas
internacionales del BCV para financiar descaradamente el
déficit fiscal, con lo cual se pone en riesgo la estabilidad
fiscal y monetaria de Venezuela.