En 1936, del total exportados
por Venezuela, 9,0% correspondía a bienes distintos al
petróleo. Esos bienes eran, principalmente, ganado, carnes,
cueros, café y cacao. Setenta y dos (72) años después, en
2008, de todos los productos que el país vendió al exterior,
apenas 6,5% fueron artículos diferentes al petróleo,
representados por acero, aluminio y ciertos productos
petroquímicos. Aquel país, que exportaba carne y ganado en
pie hace aproximadamente un siglo, ahora tiene que comprar
casi el 50% de la carne que consume a Argentina, Colombia,
Brasil y también Nicaragua. Esa exagerada y peligrosa
dependencia es consustancial a la Venezuela moderna, pero lo
que más preocupa es su profundización durante la
administración de Hugo Chávez y sus políticas. Desde Gómez
hasta Chávez, todos los gobiernos, absolutamente todos,
optaron por vivir del petróleo al sacrificar la producción
nacional para favorecer las importaciones. Con Chávez esto
ha llegado a extremos que pueden poner en riesgo la
estabilidad económica de Venezuela de continuar los vaivenes
de los precios de los hidrocarburos.
La política económica en Venezuela tiene un marcado sesgo
contra las exportaciones no petroleras. Ello es claro cuando
se observa la hostilidad del gobierno contra los sectores
que pueden contribuir al incremento de las exportaciones: la
agricultura y la industria, sin cuyo desarrollo no
posibilidad de progreso. El gobierno con su inclinación a
comprar en el exterior hasta los alimentos, está
reorientando el gasto hacia las economías de Argentina y
Brasil que han encontrado en las compras del sector público
venezolano una oportunidad para ampliar sus negocios a costa
de la producción de las empresas de Venezuela. En Venezuela
no se exporta porque no se produce y no se produce porque no
hay incentivos ni para el sector agropecuario ni mucho menos
para la industria manufacturera.
Recientemente, dos gobiernos en particular fueron y han sido
enemigos del sector exportador no petrolero. Los dos de
Rafael Caldera que comprendieron diez años y el Hugo Chávez
que ya abarca una década. Caldera siempre pensó que
Venezuela debía tener una moneda dura, igual que otros
presidentes, sin darse cuanta que esa moneda dura era
enemiga de la diversificación de la economía y de la
promoción de las actividades de exportación no petroleras.
Caldera llegó al absurdo de revaluar el bolívar en términos
nominales en 1973 señalando con ello una práctica nefasta.
Con ello no hizo otra cosa que incentivar las importaciones
y castigar las exportaciones sin saber que con así destruía
los empleos en Venezuela y los generaba en aquellos países
que le venderían sus productos a Venezuela.
Con Hugo Chávez ha ocurrido algo verdaderamente insólito: un
gobierno que se dice de izquierda radical en lugar de
promover la industria nacional estimula las importaciones.
¿Por qué ocurre esta paradoja? Porque Hugo Chávez tiene
metido en la cabeza que los industriales y agricultores en
Venezuela son unos oligarcas a quines hay que destruir. No
hay en Venezuela política industrial ni política de
promoción de exportaciones. Guiados por los conocimientos
incipientes y básicos de Jorge Giordani, desde la cartera de
Planificación y Armando León, desde el BCV, el presidente
Chávez ha comprado la tesis de que el tipo de cambio del
bolívar no se toca, que hay mantenerlo fijo y que además
abaratando las importaciones se puede disminuir la inflación
interna toda vez que los productos importados entrarían con
menor costo en Venezuela. El resultado de esa política ha
sido la virtual liquidación del parque industrial y la caída
de las exportaciones no petroleras sin que la inflación haya
cedido. Así, Venezuela está en el peor de los mundos, sin
industrias y con alta inflación.
Es tan precaria la situación de la actividad de exportación
no petrolera que aún en términos nominales las ventas de
productos al resto del mundo han disminuido. En 2008
Venezuela exportó productos no petroleros por US$ 6.009
millones, cifra que se compara desfavorablemente con los US$
6.797 millones exportados en 2004. Esto es significativo
debido a que a partir de 2003 los precios de los bienes no
petroleros experimentaron alzas de precios importantes en
los mercados mundiales y ni siquiera eso nos sirvió para
levantar nuestras ventas externas. Así estará de deprimido
ese sector. En el gráfico adjunto se puede apreciar la
perspectiva histórica de la postración de las exportaciones
no petroleras: proporcionalmente en 2008 exportamos menos
que en 1936.