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El comercio socialista según Samán
por José Guerra
martes, 21 julio 2009


El 14 de julio de 2009, el Ministro de Comercio, Eduardo Samán esbozó el llamado Plan Estratégico del Ministerio para el período 2009-2010. Si no fuese por la alta investidura del cargo y por la relevancia del tema en este momento, la nota que se difundió sobre el contenido de su exposición ante los funcionarios del despacho, en realidad provocaría risa. Pero no, el asunto es muy serio. Dice la nota textualmente: “Este Plan Estratégico esta enmarcado en el principio marxista de que la producción debe estar asociada  al comercio y al consumo, visto este último como un medio para satisfacer solo las necesidades básicas. En tal sentido, este plan esta basado en medidas de carácter  comercial que privarán sobre la industria y los medios productivos y que el desarrollo de estos últimos solo será  posible en la medida que los mismos se alejen de la concentración de capitales en grandes corporaciones y pocas manos, ya que este principio es nocivo para la sociedad”.

Nadie que haya estudiado mediadamente la teoría marxista puede aseverar semejante barbaridad según la cual la producción debe estar asociada al comercio y al consumo. Este es un postulado general de la economía toda vez que la producción debe transarse en el mercado, donde su manifestación más evidente es el consumo. ¿Qué principio marxista es el planteado por Samán? Ninguno. Pero si fuese por estas incoherencias exclusivamente que se evaluase el plan estratégico, no hubiese mayores inconvenientes. Lo más grave es lo que sigue.  Argumenta Samán: “El objetivo general del plan estratégico del Ministerio de Comercio, es instaurar y desarrollar un sistema de comercio socialista”. Esta, obviamente, es una idea muy vaga que se clarifica en la medida en que se conocen otros detalles de su propuesta. No obstante, conviene hacer la siguiente acotación. El gobierno ha venido experimentando con una política cuya base es el ensayo y el error. Así, durante un tiempo la tomó con  fuerza el tema de las cooperativas como forma de producción. Cuando se percató del enorme costo y la pérdida de recursos que ello implicaba, las desechó. Luego impulsó las empresas de producción social, de lo cual no queda sino un cementerio de industrias y bolsillos llenos de los vivos de siempre que se lucraron con el fracaso del Estado, como hoy lo hacen muchos seudos empresario que dicen trabajar por Venezuela.  

Posteriormente dio el gobierno un paso fundamental para el cambio en la estructura económica de Venezuela: descubrió que el dinero había que sustituirlo por el trueque, en pleno siglo XXI. Como el trueque es más absurdo que inviable, ahora lanza la idea del comercio socialista, que seguramente va a tener el mismo destino que los proyectos vacíos anteriormente mencionados.

El comercio es una actividad eminentemente mercantil donde su realización está mediada por una ganancia.  Nadie que comprenda el funcionamiento de una economía moderna puede atinar a pensar la actividad comercial sin la rentabilidad. Samán lo va a intentar y vamos a ver en qué va a acabar su propuesta y lo que de ella se deriva. Ya se apreciará que al acabarse el financiamiento estatal todos esos establecimientos se vendrán abajo como un castillo de arena y Samán ya no será ministro pero el país sufrirá las consecuencias de sus ilusiones.

Samán es enemigo del concepto de productividad  porque la asocia a la economía de mercado. Veamos: “En este objetivo específico a desarrollar, la competencia o competitividad no es el objetivo del Ministerio de Comercio, en su lugar, trabajarán por instaurar el concepto de  complementariedad social…”. Ser competitivo consiste en fabricar productos de calidad a bajos costos para captar mercados frente a competidores. Una economía no competitiva está imposibilitada de colocar sus bienes en los mercados. Debido al sesgo ideológico de su razonamiento, al ministro Samán le parece pecaminoso que Venezuela conquiste mercados, por ello afirmó en su conferencia que “los bienes y servicios que se produzcan en el país irán en función a los espacios de complementación posibles que dicte su comercialización interna o externa, en especial para el caso de la exportación hacia los países miembros del ALBA”. Si los mercados que piensa conquistar Venezuela en la visión de Samán, son los de Ecuador, Cuba, Nicaragua y Bolivia, las industrias nacionales que sobreviven pueden darse por muertas. Esos cuatro países juntos no tienen el poder de compra de los estados Zulia y Carabobo, juntos o el potencial de compra de un departamento de Colombia.

Nada bueno puede esperarse de un mercado socialista cuando el presidente Chávez ha expresado repetidamente que su intención es acabar con el mercado y con el sector privado que le sirve de base y sustento. No le harían nada mal al ministro Samán tomar una clases de principios elementales de economías para no economistas.


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