La mayoría de la gente piensa
que Adolfo Hitler era fascista. Estrictamente no lo era.
Hitler impulsó el nacional-socialismo, que es de donde viene
la palabra nazismo, derivación a su vez del Partido Nacional
Socialista Alemán de los Trabajadores, conocido como el
partido Nazi. Ese partido tuvo su auge al principio de los
años treinta en medio de una pavorosa crisis
hiperinflacionaria en Alemania que facilitó el acceso de
Hitler al poder en 1933, cuando fue nombrado primer ministro
(canciller). Hitler se hizo llamar Führer, es decir
caudillo. Hizo aprobar Hitler una Ley Habilitante que le
permitió gobernar a sus anchas y concentrar todos los
poderes en sus manos. Antes, en 1925, Hitler había creado
las temibles SS (Schutzstaffel, en alemán), que vestían
camisas pardas, una organización para-militar que
posteriormente sembraría el terror entre los opositores a
Hitler. Su jefe fue Heinrich Himmler un personaje cautivador
pero siniestro. Una de los grupos más peligrosos del régimen
nazi fueron las unidades de ataque móvil de las SS, las
conocidas Einsatzgruppen. Estas brigadas, en alianza con la
policía, hostigaban a los disidentes, saboteando sus actos y
agrediendo a sus integrantes.
Hitler y el nazismo hicieron del odio a los judíos la razón
de ser de su política, mediante la limpieza étnica de la
raza alemana. Desde 1934 los judíos fueron expulsados de la
administración del Estado a través de la publicación de
listas con sus nombres e identificación personal. El
establecimiento nazi tuvo otras características. El culto al
líder único, Adolfo Hitler, quien no tenía sustituto entre
el pueblo alemán fue un elemento esencial de esa política.
Impulsó también el gobierno nazi la estatización de la
economía lo que permitió hacerse de los medios de
producción. Un aspecto básico para entender la naturaleza
del régimen nazi fue el adoctrinamiento de los estudiantes,
el uso intensivo de la propaganda y la transformación de las
fechas patrias en actos propagandistas y del partido.
Mussolini, el duche, fundó el movimiento fascista en 1919,
con la creación de los fasci di combattimento, especie de
grupos armados para intimidar y atacar a sus opositores
políticos, que después degeneró en el Partido Nacional
Fascista. Esos fasci ataviados con camisas negras, al mando
de Roberto Farinacci símbolo del terror, actuaban al amparo
de la policía y del Ejército en su hostigamiento a quienes
se opinan al fascismo. La política fascista tenía, al igual
que al nazismo, a Mussolini como su único líder. Practicó la
concentración del poder en sus manos, empleó la propaganda
como instrumento de ideologización y fundió en un solo ente
al Estado, al gobierno y al partido fascista.
Fueron Hitler y Missolini profundamente anticomunistas y
antiliberales. Hugo Chávez es antiliberal y pro comunista.
Ese milagro solo puede ocurrir en Venezuela. Las listas para
excluir de los puestos de trabajo a gente que no comparte
las ideas del gobierno es cosa común desde las listas Tascón
y Maisanta. A partir de 2003 la política del gobierno del
Presidente Chávez se ha caracterizado por el acaparamiento
de los medios de producción en manos del Estado con lo cual
se pretende convertir a los ciudadanos en súbditos del
gobierno. En lo relativo a la figura del presidente Chávez,
no se conoce en Venezuela antecedentes del culto a la
persona y la mezcla perversa de adulación y adoración. El
gobierno ha hecho de la propaganda un instrumento predilecto
con el objeto de presentar la mentira como verdad y la
infamia como virtud. En Venezuela, el partido es el gobierno
y el Estado al mismo tiempo, los emblemas son iguales lo
mismo que el color rojo. Esa línea fina que diferencia los
asuntos que son de interés general de los que son los
propios de un partido en funciones de gobierno, no existe en
este país.
Llama poderosamente la atención la consolidación de grupos
para militares que actúan libremente, con la cara
descubierta, que amenazan públicamente, que realizan actos
anti religiosos a la luz del día y que además mantienen una
especie de sociedad con las fuerzas policiales y militares
legalmente establecidas. Esos grupos, con camisas rojas, han
devenido en falanges con protección del gobierno, que
imponen sus normas en determinados ámbitos geográficos de
Venezuela con la anuencia del Estado, hasta conformar una
fuerza armada con un poder de fuego respetable, que después
puede utilizarse en contra de la misma Fuerza Armada
Nacional. Esas bandas son empleadas por gobierno para
reprimir de manera no oficial.
Con esto pretende el gobierno intimidar y usar el miedo como
política de Estado. Implantar el temor a perder el trabajo
en un instituto oficial o de ser agredido por grupos armados
en una pelea desigual, donde la justicia siempre está de
parte del agresor. Todo ello con el objeto de inhibir la
participación política de los ciudadanos. No ha derivado por
ahora el gobierno de Venezuela en uno de corte
nazi-fascista, pero tiene elementos comunes. Una mezcla rara
esta la que ha logrado Chávez al juntar lo que parecía
irreconciliable: el nazi-fascismo con el comunismo de
estirpe cubano. De algo sirvieron las lecciones de Norberto
Ceressole.