Alcahuete o
alcahueta es una palabra dura pero no es una mala palabra.
Según el Diccionario de la Real Academia dela Lengua
Española, en una de sus acepciones, significa “Persona o
cosa que sirve para encubrir lo que se quiere ocultar”. Con
motivo del encuentro que se celebró en Caracas, organizado
por CEDICE los días 26, 27 y 28 de mayo de 2009, el gobierno
organizó un evento paralelo de lo cual resultó
posteriormente un foro organizado por el Centro
Internacional Miranda, en el cual se criticó el híper
liderazgo del presidente Chávez y se hicieron algunas
observaciones acerca de la conducción y las políticas que
aplica el gobierno de Venezuela. No se habían terminado de
marchar los invitados internacionales pagados con los fondos
del erario público cuando el presidente Chávez arremetió
contra quienes hicieron observaciones sobre su
administración y los retó a que contrastaran sus posiciones
con lo que piensa el pueblo a cerca de él. Luego, el
canciller Nicolás Maduro, obviamente mandado por Chávez, fue
un poco más allá y calificó a los intelectuales que se
atrevieron a cuestionar el excesivo liderazgo del
presidente, de contra revolucionarios y de agentes del
imperialismo, el mismo apellido que le etiqueta el gobierno
a quienes disienten. Les pagaron con la misma moneda.
Entre los
participantes en el foro que desató la ira del presidente
están dos intelectuales de peso: Vladimir Acosta y Luis
Britto García, personas de obra escrita de significación,
esté uno hoy de acuerdo o en desacuerdo con sus
planteamientos. El ministro Maduro tuvo la osadía de
descalificarlos como contra revolucionarios y Acosta y
Britto la bajeza de dejarse humillar por alguien cuyo único
mérito es obedecer ciegamente las órdenes de Chávez,
cualquiera que éstas sean.
Pero en el
fondo no le falta razón a Maduro para demolerlos con sus
palabras. Los intelectuales de la izquierda en el gobierno
tienen una lógica muy particular de ver el mundo. Para
ellos, Pinochet fue un tirano, como en efecto lo fue, pero
Fidel Castro, es un demócrata. Pinochet gobernó diez y siete
años, con mano de hierro y eso fue censurable, pero a ellos
les parece bien que Fidel Castro tenga mas de cincuenta años
gobernando a la pobre y sufrida Cuba y que desde su estado
de postración continúe impartiendo directrices sobre los que
se debe hacer en Cuba y en Venezuela. No ven mal que en Cuba
exista un solo partido, se imprima solamente los periódicos
del gobierno y que la gente no pueda salir de su país. Esos
intelectuales siempre defendieron las luchas estudiantiles,
pero ahora que el movimiento juvenil se opone al gobierno,
los estudiantes son burgueses, siendo éstos de la misma
composición social que la del pueblo venezolano. De hecho,
cuando Chávez mandó a “echarle gas del bueno a los
estudiantes”, a estos intelectuales le pareció simpático que
los hijos de los ricos experimentaran los olores de los
gases tóxicos que con saña lanza la policía.
Pero tal vez los dos hechos más desvergonzados de los
intelectuales afines al gobierno son sus su postura ante el
gobierno de Corea del Norte y el de los clérigos iraníes,
encarnado por
Mahmud Ahmadineyad.
Los intelectuales ven con simpatía la monarquía hereditaria
de Corea. Para ellos no tiene nada de malo que Kim Il Sun
haya gobernado vitaliciamente y traspasado el poder a su
hijo Kim Jong Il quien a su vez ya a escogió a uno de sus
hijos como su sucesor. Les falta decir a los intelectuales
que Corea del Norte es más democrática que Suiza. En lo que
concierne al régimen de Irán, es realmente inaudito que
gente pensante, que profesa la teoría marxista, pueda
acompañar a Chávez en su apoyo irrestricto a una teocracia
que pretende llevar a la nación persa al medioevo y
restaurar al mismo tiempo su antiguo imperio. Un Estado
dirigido por una cofradía de curas islámicos, con un ayatolá
que funge como líder espiritual, cuyo mandato nadie discute
porque proviene de la divinidad suprema y con guardines de
las santas escrituras, a los intelectuales les parece bien,
siempre que se oponga a los Estados Unidos. Ahora con el
fraude masivo en las recientes elecciones y que ha motivado
que la juventud iraní se revele contra el régimen
teocrático, los intelectuales enmudecieron, tal vez por
temor que infunde Maduro y el miedo a que los vuelva a
regañar en público. Lo que piden los jóvenes y el pueblo de
Irán es que se respete la voluntad popular y que no sea
compulsiva la práctica del dogmatismo islámico, que entre
otros elementos conculca los derechos de las mujeres a ser
personas. Sobre eso los intelectuales de la izquierda en el
gobierno no opinan y no pueden hacerlo porque al parecer
subastaron su manera de pensar y razonar.
Quedaron estos
intelectuales para los actos ofíciales donde Chávez desea
presentar una cara del gobierno matizada con la presencia de
personas que tienen referencias bibliográficas. También
están disponibles estos intelectuales para asistir a eventos
internacionales con sus viáticos y gastos cubiertos con
cargo a la Tesorería Nacional.