Concluida la campaña
electoral y con la correlación de fuerza política existente
en Venezuela, llegó la hora de sincerar la situación y
comenzar a plantear y discutir el rumbo del país durante
2009 en vista de la vertiginosa caída de los precios
petroleros. Ya no se puede seguir escurriendo el bulto e
ignorar los impactos que la declinación de los precios
petroleros va a tener sobre las perspectivas económicas y
sociales de Venezuela. Como ya se ha mencionado, la
actividad económica está experimentando una desaceleración
sostenida, la cual se ha profundizado a lo largo de este
año. Por más que los voceros oficiales y oficiosos del
gobierno quieran esconder esa situación la fuerza de las
cifras es contundente. En los primeros nueve meses de este
año la economía venezolana creció 5,5%, cifra
significativamente menor a la de igual lapso de 2007, cuando
dicho crecimiento se cifró en 10,8%. Es decir, la economía
ha perdido casi la mitad de su crecimiento. Solamente un
funcionariado ignorante en los temas económicos y
fanatizados puede internar desconocer esta situación. La
fase de expansión económica de Venezuela iniciada en 2004,
lamentablemente está concluyendo y el país debe prepararse
para otra etapa caracterizada por los siguientes elementos:
menor crecimiento o inclusive estancamiento, deterioro del
sector externo, y elevada inflación.
Para Venezuela, la
disminución del precio del petróleo se traduce en menores
ingresos en bolívares en la mediada en que no se devalúe el
tipo de cambio. Ello implica que si el precio del petróleo
cierre el año próximo en, digamos, US$ 50 por barril, el
gobierno recibiría 30% menos de ingresos fiscales. Ello
sugiere que el fisco no va a contar con los recursos para
financiar un gasto público que luce difícil que se pueda
reducir sino al costo de provocar una recesión de la
economía. Por tanto, al no poderse ejecutar un nivel de
gasto real como el de los años previos, es altamente
probable que la economía pierda la fuerza motriz que la ha
venido moviendo en el último lustro. Así, un pronóstico
razonable es aquel que sitúa la tasa de crecimiento del PIB
en el entorno de 2,5% para 2009, sustancialmente menor al
promedio de los tres años anteriores. Adicionalmente, en
medio del debilitamiento de los precios del petróleo, se
apreciará también que las cuentas fiscales registrarán un
déficit importante. Si en 2008, el sector público va a
cerrar sus cuentas con déficit a pesar de que los precios
del crudo bordearán el entorno de los US$ 90 por barril, con
un precio inferir todo indica que las cuentas fiscales
acusarán el golpe de la contracción de los precios del único
producto de exportación de Venezuela.
Similarmente, las cuentas
externas de Venezuela, que gracias a los elevados precios
del petróleo han mostrado importantes saldos positivos, a lo
largo de 2009 van a reflejar un significativo déficit.
Efectivamente, con precio promedio para la cesta petrolera
de Venezuela de US$ 60 por barril y un nivel de exportación
de dos millones de barriles al día, el BCV podría perder más
de US$ 10.000 millones de sus reservas con el objeto de
financiar las importaciones, el pago del servicio de la
deuda externa y otros gastos en el exterior. El gobierno ha
argumentado que va a aplicar un plan aun más intenso de
racionamiento en la entrega de divisas, tal como lo ha
anunciado el Ministro de Planificación, Haimad El Troudi. En
este caso, dos son los resultados esperables. Por una parte,
la escasez de algunos rubros alimenticios, bienes
electrodomésticos, repuestos o vehículos, y por la otra, la
subida del dólar en el mercado paralelo. En el caso de que
el gobierno, frente a la disminución de los ingresos
petroleros, opte por achicar las importaciones, ello no hará
sino acelerar la contracción de la economía y acercar la
fecha de la recesión.
En lo relativo a la
inflación, ésta seguirá elevada. Se mantendrá así por las
expectativas de devaluación y por el deterioro de las
condiciones de la producción interna. Sin embargo, es
probable que la baja de los precios de los principales
bienes básicos en los mercados internacionales y el clima de
deflación a nivel mundial ayuden un poco a atemperar las
fuerzas inflacionarias latentes en la economía nacional.
Ello significa que el nivel de gasto real de la economía va
a contraerse sin ninguna duda toda vez que el efecto de la
inflación será mayor que el incremento nominal que pueda
propiciar el gobierno. En todo caso, todo indica que se está
conformando un cuadro complicado tal como se muestra en el
cuadro anexo.
