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El bolívar fuerte y la inflación
por José Guerra
miércoles, 18 junio 2008


¿Qué será de la vida del bolívar fuerte que fue vendido al presidente Hugo Chávez como un remedio contra la inflación?, ¿Dónde están aquellos que argumentaron que en Venezuela estaban dadas las condiciones desde el punto de vista económico para realizar una reconversión monetaria?, ¿Dónde andan metidos los irresponsables que vociferaron a lo largo y ancho de Venezuela, huyendo al debate, que a comienzos de 2008 era la fecha ideal para hacer un cambio de moneda cuando era claro que este año habría una exacerbación de las tensiones inflacionarias? Desafortunadamente el tiempo y las cifras del BCV nos ha dado la razón a quienes argumentamos que en virtud de las fuertes presiones inflacionarias que vive Venezuela, no era el momento ni estaban maduras las condiciones para adoptar una medida del calibre de un cambio en la estructura monetaria y para el lanzamiento de una nueva moneda a la cual se atrevieron a llamar "Bolívar Fuerte". Pasado el efecto propagandístico, y los millones de dólares gastados, la inflación se ha encargado de poner en su lugar tanto al bolívar fuerte como a sus propagandistas.

Efectivamente, los datos del BCV referidos a la tasa de inflación de mayo de 2008 muestran algo inquietante: una significativa aceleración de la inflación y una espiral alcista en los precios de los alimentos. Con base en cifras anuales, el Índice de Precios al Consumidor del Área Metropolitana de Caracas muestra que los precios aumentaron 31,5% en mayo de 2008 con relación a similar mes del año anterior. Esta cifra resulta muy superior a la de mayo de 2007 cuando los precios subieron 19,5% respecto a ese mismo mes de 2006. No hay dudas, Venezuela atraviesa un por una acentuación de las tensiones inflacionistas. Pero donde con más fuerza se ha sentido la furia de la inflación es en el sector de alimentos cuyos precios han subido 47,3% entre mayo de 2008 y mayo de 2007, como se expone el gráfico anexo. Esta tasa de inflación tan elevada tiene efectos devastadores sobre los grupos más pobres de la población ya que las familias más humildes destinan aproximadamente 40% de su ingreso a la compra de alimentos. Ello sugiere que es sobre los pobres donde ha recaído con mayor intensidad la escalada de los precios, como suele suceder en los episodios de alta inflación.

Tal vez lo que más lama la atención de esta aceleración de la inflación es que ella ocurre en un contexto de controles gemelos de cambio y de precios. Esta aparente paradoja se despeja al ver la experiencia histórica y valorar que los controles de precios han sido una calamidad para las economías que los han adoptados y que lejos de ayudar a disminuir la inflación lo que han hecho es acumular y posponer el alza de los precios para que posteriormente éstos rebroten con mayor intensidad. Solamente un tren ministerial con limitados conocimientos en materia económica puede creer que controlando los precios bajaría la inflación y éste es el caso de Venezuela. La particularidad de este cuadro inflacionario que sufre Venezuela es que el mismo coincide con una importante desaceleración en el ritmo de la actividad económica general y una caída de la producción del sector privado. Adicionalmente, la inversión se desplomó en el primer trimestre de este año. Esto configura un panorama peligroso que pudiese conducir a una caída del crecimiento económico conjuntamente con un fuerte aumento de la inflación, hasta configurar el temible fenómeno de la estanflación. Vistas así las cosas, el combate a la inflación en Venezuela pasa por generar las condiciones propicias para un incremento de la producción y de la capacidad productiva local, de forma tal de mejorar la oferta de bienes y servicios, ello acompañado de una necesaria moderación de la demanda agregada interna, sin la cual se perderá todo el esfuerzo por disminuir el ímpetu de los precios. Ello implica forjar una alianza con los sectores productivos nacionales los cuales no pueden seguir siendo vistos con hostilidad por parte del gobierno, sino más bien como aliados en la tarea de levantar la alicaída producción nacional. Por tanto, hay que desmontar el discurso ideológico anti empresarial y estatista que existe en el sector público e ir al encuentro de las fuerzas productivas nacionales, se trata de estimular más a la producción que al consumo, más a la producción nacional que las importaciones. Nada de esto fue anunciado por el presidente Chávez en la cadena nacional del 11 de mayo de 2008, desperdiciando así una nueva oportunidad para rectificar.


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