¿Qué será de la vida del bolívar
fuerte que fue vendido al presidente Hugo Chávez como un
remedio contra la inflación?, ¿Dónde están aquellos que
argumentaron que en Venezuela estaban dadas las condiciones
desde el punto de vista económico para realizar una
reconversión monetaria?, ¿Dónde andan metidos los
irresponsables que vociferaron a lo largo y ancho de
Venezuela, huyendo al debate, que a comienzos de 2008 era la
fecha ideal para hacer un cambio de moneda cuando era claro
que este año habría una exacerbación de las tensiones
inflacionarias? Desafortunadamente el tiempo y las cifras
del BCV nos ha dado la razón a quienes argumentamos que en
virtud de las fuertes presiones inflacionarias que vive
Venezuela, no era el momento ni estaban maduras las
condiciones para adoptar una medida del calibre de un cambio
en la estructura monetaria y para el lanzamiento de una
nueva moneda a la cual se atrevieron a llamar "Bolívar
Fuerte". Pasado el efecto propagandístico, y los millones de
dólares gastados, la inflación se ha encargado de poner en
su lugar tanto al bolívar fuerte como a sus propagandistas.
Efectivamente, los datos del BCV referidos a la tasa de
inflación de mayo de 2008 muestran algo inquietante: una
significativa aceleración de la inflación y una espiral
alcista en los precios de los alimentos. Con base en cifras
anuales, el Índice de Precios al Consumidor del Área
Metropolitana de Caracas muestra que los precios aumentaron
31,5% en mayo de 2008 con relación a similar mes del año
anterior. Esta cifra resulta muy superior a la de mayo de
2007 cuando los precios subieron 19,5% respecto a ese mismo
mes de 2006. No hay dudas, Venezuela atraviesa un por una
acentuación de las tensiones inflacionistas. Pero donde con
más fuerza se ha sentido la furia de la inflación es en el
sector de alimentos cuyos precios han subido 47,3% entre
mayo de 2008 y mayo de 2007, como se expone el gráfico
anexo. Esta tasa de inflación tan elevada tiene efectos
devastadores sobre los grupos más pobres de la población ya
que las familias más humildes destinan aproximadamente 40%
de su ingreso a la compra de alimentos. Ello sugiere que es
sobre los pobres donde ha recaído con mayor intensidad la
escalada de los precios, como suele suceder en los episodios
de alta inflación.
Tal vez lo que más lama la atención de esta aceleración de
la inflación es que ella ocurre en un contexto de controles
gemelos de cambio y de precios. Esta aparente paradoja se
despeja al ver la experiencia histórica y valorar que los
controles de precios han sido una calamidad para las
economías que los han adoptados y que lejos de ayudar a
disminuir la inflación lo que han hecho es acumular y
posponer el alza de los precios para que posteriormente
éstos rebroten con mayor intensidad. Solamente un tren
ministerial con limitados conocimientos en materia económica
puede creer que controlando los precios bajaría la inflación
y éste es el caso de Venezuela. La particularidad de este
cuadro inflacionario que sufre Venezuela es que el mismo
coincide con una importante desaceleración en el ritmo de la
actividad económica general y una caída de la producción del
sector privado. Adicionalmente, la inversión se desplomó en
el primer trimestre de este año. Esto configura un panorama
peligroso que pudiese conducir a una caída del crecimiento
económico conjuntamente con un fuerte aumento de la
inflación, hasta configurar el temible fenómeno de la
estanflación. Vistas así las cosas, el combate a la
inflación en Venezuela pasa por generar las condiciones
propicias para un incremento de la producción y de la
capacidad productiva local, de forma tal de mejorar la
oferta de bienes y servicios, ello acompañado de una
necesaria moderación de la demanda agregada interna, sin la
cual se perderá todo el esfuerzo por disminuir el ímpetu de
los precios. Ello implica forjar una alianza con los
sectores productivos nacionales los cuales no pueden seguir
siendo vistos con hostilidad por parte del gobierno, sino
más bien como aliados en la tarea de levantar la alicaída
producción nacional. Por tanto, hay que desmontar el
discurso ideológico anti empresarial y estatista que existe
en el sector público e ir al encuentro de las fuerzas
productivas nacionales, se trata de estimular más a la
producción que al consumo, más a la producción nacional que
las importaciones. Nada de esto fue anunciado por el
presidente Chávez en la cadena nacional del 11 de mayo de
2008, desperdiciando así una nueva oportunidad para
rectificar.